sábado, 13 de noviembre de 2010

Capitulo 2.4

-Me voy


Habían pasado dos días desde que le dejara a Jonathan el tweet y no sabía nada de él. Estaba demasiado nerviosa, demasiado preocupada, y si bien a las brujas la preocupación les aumenta el poder, a mí solo me hacia mas irritable. Creo que en el transcurso de esos dos días me peleé diez veces con William y con Isabel… Decidí irme porque si seguía allí terminaría pegando a alguien.

-No puedes irte, aun no ha dejado de nevar

-Veo las noticias, nadie ha muerto por la nieve y oigo a los autobuses pasar por aquí. Cogeré un bus y me iré a casa.

-¡Pero Laia!

-William, si me quedo terminaré haciendo algo de lo que probablemente me arrepienta… Iré a casa por unos días y si no sé nada de Jonathan iré a buscarlo y lo traeré.

-¿Es una decisión tomada?

-Totalmente.

-Supongo que nada va a impedírtelo… pues te dejo irte.

En ese momento dejó de nevar, no lo entendía ¿Por qué lo hizo? Sabía que si me quedaba dos segundos más para preguntárselo cabía la posibilidad de que se arrepintiese, así que cogí las maletas y me fui.

No tardé en encontrar la parada de algún bus que me llevara, cogí uno con el que hice trasbordo y llegué a mi casa en media hora. Había pasado la vida allí pero ya no parecía la misma, sería que estaba sola porque en lo que a aspecto se refiere estaba igual que la última vez que la vi.

Di una vuelta por la casa, la única habitación vacía era la mía, ya que todas mis cosas estaban en casa de Jonathan, dejé mis cosas en la habitación de mis padres y bajé al salón. Encendí la tele, por lo que había electricidad, no se me ocurrió nada mejor que ir al ordenador y encenderlo, quería meterme en twitter.

No me costó mucho pensar quien estaba pagando las facturas, era casi obvio, pero porqué lo hacía no conseguía responderlo. No entendía cuál era la gracia de mantener todo con total normalidad mientras mi vida era un lio, casi un laberinto son salida. Tenía tantas preguntas y tan pocas respuestas que no podía ver la salida… Nada tenía sentido ya. Dónde estaba Jonathan y porqué nadie me llamaba era un completo misterio para mí.

Despertándome de mis ensoñaciones y preguntas sonó el timbre. Salí corriendo, no sé porqué pero pensaba, estaba segura de que era Jonathan, menuda fue mi decepción cuando al abrir la puerta me encontré nada más y nada menos que a…

-¿Qué haces aquí William?- Sé que fui borde al preguntar así, pero mis expectativas iban mucho más allá de William.

-Supongo que debería haberme quedado en casa pero decidí salir, tenía ganas de aire libre. Venía a traerte comida y eso pero si quieres me lo llevo.


-Pasa- estaba agotada y aun no había mirado el twitter- pero no molestes.

-Que cordial eres, me encanta tu recibimiento- noté la ironía de su voz.

-¡Mira quién fue a hablar! Mr. Yosoycoolasiquequiereme, eres lo peor

Le dejé en la cocina y fui al salón, abrí el twitter. Había actualizado todo el mundo menos el que a mí me interesaba. No se para que porras Jonathan tenia twitter si no lo había usado desde que lo creó.

-¡L! ¡Podrías haberme dicho que tenías la nevera llena!

-¿L? ¿Qué son esas confianzas? ¿De qué nevera llena me…Ohhh!- Mi nevera estaba hasta arriba, ¿Cuántos meses habían pasado? ¿Cómo se conservaba todo tan bien?

-¿No te gusta L? Creo que te queda bien

-Da igual, llámame como quieras.

Yo aun no salía de mi asombro. No había pensado en la comida, pero tampoco pensé que tendría la nevera llena.

-Bueno, si no me necesitas me voy L, quédate lo que te he traído, intenta meterlo en esa nevera tan llena que tienes. ¿No me necesitas no?

-No.

-Pues adiós.

-¿No querrás que te acompañe a la puerta no?

-Me lees el pensamiento

-Pues ojalá pudieras leer el mío, así te darías cuenta que no quiero ni verte.

Le acompañé a la puerta y le vi subirse al coche de cristales tintados en el que llegué a su casa. Miré al cielo, estaba muy despejado teniendo en cuenta la nieve que había caído los últimos días.

-hey Mr. Yosoycoolasiquequiereme!!

-¿Sí?

-Lo de la nieve… ¿fuiste tú?

-No, soy superdotado y cool pero no controlo el clima.

-Vale

Cerré la puerta y me esforcé en olvidar lo de la nieve, lo de William, lo de mi nevera, hasta intenté olvidarme de Jonathan. Estaba de vuelta en casa. Subí a la habitación de mis padres y abrí una de mis maletas. Verme ahí con el collar de Jonathan me hizo olvidar que intentaba olvidarle. Salió una lágrima, casi sin querer.

Sonó el timbre otra vez, pensé que era William así que no me di ninguna prisa. Me limpié la lágrima caída y abrí la puerta. Entonces sí, las lágrimas salieron de mí como si no hubieran salido nunca. No era tristeza, era alegría.

-Pero Lai, ¿Por qué lloras?