domingo, 31 de octubre de 2010

Capitulo 2.3

Me desperté de un salto… ¿Qué hacia ese hombre ahí? ¿Cómo no me di cuenta antes? Bajé corriendo a informar a William de este nuevo dato, pero me encontré la casa vacía. Miré por la ventana y seguía nevando, así que no podían estar fuera. ¿Dónde estaban? Tampoco había rastro de Isabel.


Di un par de vueltas por la casa, pero no les encontré, así que decidí encender la tele y esperar… No me quedaban muchas opciones. Desde luego no había una gran programación, así que decidí quedarme viendo Phineas y Ferb, se me hacia raro volver a verlo en español. Pero el maldito canal público no me dejaba ponerlo en inglés.

-¿Ya estás despierta?

Me asusté… pero no tuve una reacción digna de susto, gracias a dios no le di razones para reírse de mi.

-¿Dónde estabas?

-En el sótano- Me miró extrañado como si fuera algo totalmente lógico.

-Ah… El sótano… claro.

Sí, he de reconocer que olvidé mirar ahí…

-Pero Laia, solo son la 9. Pensé que dormirías hasta tarde después de lo de ayer.

-¿Las 9?- Tampoco me había percatado de ese detalle- Bueno es que tuve un sueño… Ah! Sí, de eso quería hablarte.

Apagué la tele y él se sentó a mi lado.

-Creo que… bueno, la muerte de mis padres no fue un accidente.

-¿Por el sueño?

-No fue un sueño, más bien un recuerdo. Cuando llegué al hospital, el doctor que me dijo que habían muerto era el Señor Stewart. No estoy inventándolo William- añadí al ver su cara de inverosimilitud- Te juro que era él.

- No te lo negaré Laia, pero eso ya es muy serio.

-Pero puedes ayudar a Jonathan ¿no?

-Sí, sí… no tiene nada que ver con él. Pero aun así, si ha matado a tu familia… Si solo va a por ti ¿Por qué no te mata directamente?

Era una pregunta realmente buena… ¿Por qué no me mataba directamente?

-¿Querrá hacerme sufrir? Desde luego se está cargando a todo lo que quiero… ¿Quién sabe? Igual hasta hubiera querido a mi hermana si me daba tiempo. ¿Tienes alguna buena noticia para mí?

-Creo que si… tengo todo lo que necesito para quitarle el chip a Jonathan…

-¿Pero?


-Pero necesito que venga aquí para quitárselo.

-¿Eso era el pero?-pregunté aliviada- Voy a llamar a Elisabeth ya mismo.

-Ya lo he intentado yo… no lo coge nadie. También he llamado a Dani pero él tampoco contesta.

-¿Puedo probar yo?

-Claro… pero ¿desayunamos? Llevo a base de cafés desde anoche.

-Vale. Lo veo bien

No me había dado cuenta del hambre que tenia, a decir verdad no había cenado. La cocina no estaba lejos y no era demasiado grande, pero estaba llena de todos los dulces imaginables. Creo que la panadería de la esquina de mi casa no tenía ni la mitad. Me sentí un poco mal al elegir algo… quería cogerlo todo pero me conformé con un donut y un chocolate caliente. Hay que decir que él no se cortó un pelo (aunque, claro, estaba en su casa) Se tomó un café y un donut, una napolitana de chocolate, una ensaimada y cookies. Realmente no entendía como conservaba su figura.

Después del desayuno cogí el teléfono y empecé a marcar los números tanto de Elisabeth como de Dani y Jonathan, pero ninguno contestaba. Intenté llamar a Harriet aunque fue en vano. Después de pensar un rato se me ocurrió una idea, llevaba las de perder pero por intentarlo…

-Oye William, ¿Tienes wi-fi?

-Si

-¿Con contraseña?

-No

Salí corriendo a la habitación y cogí el móvil. Nunca, repito, nunca el wi-fi tarda tanto como cuando tienes prisa. “Vaaamos, vaaamos” ni dándole ánimos iba más rápido.

-¿Para qué quieres el Wi-fi Laia?- Ahora sí que me asuste y el gesto fue acorde al susto que me pegué. William empezó a reírse de manera que me hizo sentir ridiculísima- Perdón, perdón… ¿para qué lo necesitas entonces?

-Porque ya sé cómo hacer que Jonathan salga.

-Sorpréndeme

-No lo entenderías.

-Supongo que no…

Y con esto se marchó, me sorprendió que se rindiera tan fácilmente pero en ese momento no me preocupó, pues twitter acababa de abrirse.

El plan consistía básicamente en actualizar twitter y rezar para que Jonathan lo leyera… en el fondo estaba segura de que lo leería, incluso de que se quejaría por no actualizar desde que salí de Inglaterra.

Por fin me dejó actualizar y mi última actualización quedo así:

“Ya lo tenemos… si no vienes voy a buscarte”

viernes, 15 de octubre de 2010

Capitulo 2.2

-Pues claro que soy yo ¿Qué esperabas? ¿A un viejo canoso y malvado?


Supongo que en realidad sí, pero no le iba a dar la razón. Técnicamente tenía que caerme mal por haber hecho el chip ese.

-¿puedes sacarle el chip a Jonathan?

-Mal empiezas Laia, ni hola, ni por favor… ¿no tienes modales o qué?

-Que haya venido aquí a buscarte no significa que quiera hacer relaciones públicas. Solo quiero que le saques eso, que TÚ has creado, a Jonathan.

-No puedes negar que te gusto- En ese momento empezó a sonar el teléfono e Isabel fue a contestar-Nadie puede evitarlo

-Oye creo que me voy a ir a mi casa, cuando creas que puedes ser útil me llamas.

-No puedes irte a casa… no con esta nieve.

En efecto, estaba cayendo una nevada que dejaría huella histórica. En menos de 10 minutos había caído tanta nieve que tapaba el coche en el que me habían traído. Yo estaba empanada mirando por la ventana. ¿Qué iba a hacer ahora? No quería quedarme en casa de Mr. Yosoycoolasiquequiereme. En algún momento de mi empanación mental Isabel me dio el teléfono diciendo que me buscaban a mí. Esto despertó el interés de Mr. Perfecto y se me puso al lado intentando enterarse de algo.

-Diga

*Laia-era la voz de Elisabeth y sonaba muy lejos- tengo que decírtelo, aunque Daniel cree que es mejor que no lo sepas, pero sé que no me perdonarías si no te lo contara y… *

-¿Qué pasa Elisabeth?-La corté-¡Dilo ya!

*Jonathan ha desaparecido*

-¿Cómo?-perdí los nervios, lo dije muy alto.

*Pues cuando Daniel lo subió al coche ya estaba bien, así que vino a buscarme y lo dejó allí. Cuando volvimos Jonathan ya no estaba allí*

-Pero tiene que estar en algún sitio ¿no?

*Sí… Daniel y mi madre lo están buscando*

-Volveré y os ayudaré.

*No Laia. Si vuelves que sea porque tienes una solución, sino no saldrá.*

Cortó y me dejó escuchando el ruido del teléfono. Miré el aparato como esperando que Elisabeth saliera de dentro, pero solo estaba pensando. Levanté la vista y vi al señor Lemarks.

-Oye… ¿Cómo te llamas?

Se sorprendió de mi pregunta en tal situación.


-William

-Entonces William… ¿Serias tan amable de encontrar una solución a lo de Jonathan?

-Necesito…-Estaba sorprendido de mi cambio de registro-todos los datos que puedas darme de él, sígueme

Realmente no me gusta rebajarme a lo que los demás quieren de mí, pero esta vez lo necesitaba… Era por Jonathan. Bajamos hasta el “sótano”, aunque era más bien su laboratorio. Cogió una libreta y escribió “Sujeto Jonathan”

-Dime todo. Edad, fecha de nacimiento, hobbies, síntomas de antes y después de tener el chip… todo lo que se te ocurra.

-Se llama originalmente Nyklos, nació el 15 de enero, 18 años, es hijo del señor Stewart y de Harriet. Tiene una hermana que se llama Elisabeth… y también es medio hermano de Dani. Puede leer la mente, aunque creo que es desde siempre, creo que es cosa de familia,-yo lo soltaba todo como abstraída, no pensaba en lo que decía… pensaba en dónde podría estar Jonathan- de su enfermedad solo sé que se quedó en coma , que simplemente un día no se despertó. Sé que el señor Stewart le ofreció a Harriet una cura milagrosa a cambio de Jonathan, que por lo que se ve, funciono mejor para el que para ella. Despertó del coma el día 20 de septiembre a mi lado sin recordar nada, al principio era un poco borde, aunque menos que tú. Mmm… tiene una casa enorme, con pisc…

-¡Vale, vale! Su casa no me interesa ¿Nada más?

-Mmm… creo que no… -Me puse a recordar nuestras conversaciones- ¡Ah!

-¿Qué?

-No tiene reflejo

-¿Cómo que no tiene reflejo?- Negué con la cabeza-¿Desde cuándo?

-No lo sé. Recuerdo habérselo preguntado varias veces pero me decía que ni lo sabía ni le importaba… ahora que lo pienso… creo que me mentía.

-Vale, creo que ya tengo suficiente. Sube y dile a Isabel que te lleve a la habitación de invitados. Yo me quedaré aquí investigando.

Subí e hice lo que me dijo. De camino a la habitación, nada comparada con la que tenía en casa de Jonathan, comenzó a hacerme las preguntas típicas de mi cabeza. ¿Qué era Isabel para William? ¿Dónde estaban sus padres? Porque Isabel no podía ser su madre, era demasiado joven. ¿Cómo había llegado a ser así? ¿Cómo acabó con el Sr. Stewart? Tantas preguntas que llegamos a la habitación y me dejó sola pero no me había dado cuenta. Jonathan tiene razón. Cuando busco la respuesta a una pregunta me olvido del resto del universo.

Mis maletas estaban dentro de la habitación, de repente tuve la sensación de que me había dejado una cuando la mujer esa intentó comerme. Pero allí estaban todas.

Me puse el pijama, me acosté, me costó dormirme pero lo hice. Esta vez…. Este sueño, recuerdo, era más reciente. De este no hacia ni un año.

Estaba en el patio del instituto. Con Melanie y Mpi. Oí el sonido de mi móvil, por esa época sonaba St. Jimmy. Llamaba mi padre, pero no era su voz.

*¿Laia Wright?*

-¿Si?

*Llamo desde el hospital-en ese momento se me paró el corazón ¿Qué hacían con el teléfono de mi padre? ¿Que había pasado?-¿Tienes algún adulto que pueda traerte hasta aquí? Algún abuelo o tío quizás*

-¿Qué…? ¿Quién…?

*No creo que sea oportuno hablar de esto por teléfono…*

No tenía a nadie más pero Mpi y Melanie consiguieron que me llevara el personal del instituto al hospital. Cuando llegué solo quedaba mi madre en quirófano, pero ya no podían hacer nada.

Entonces se acercó el doctor a decirme que habían muerto. ¿Cómo no me di cuenta antes? ¡El “Doctor” era, ni más ni menos, que el Sr. Stewart!

domingo, 3 de octubre de 2010

Capitulo 2.1

Miss Damn sale a cazar, ¿qué es lo que ve? Tiene buena pinta para cenar. Se acerca sigilosamente, para sorprender y atacar, pero abre la boca y la obliga a parar.


-¿Sabes? No es lo mismo un sueño que un deseo, los sueños siempre son a lo grande y puedes desear cualquier cosa, incluso amar. Pero eso no lo sueñas ¿verdad?- Miss Damn se queda sin habla y no puede dejar de mirarla- Soy Laia. Barcelona no es tan bonita cuando estás sola… Posiblemente también sea peligrosa. Nunca sabes con quién hablas.

-¿Siempre le sueltas tu vida al primero que pasa?- Hace mucho que Miss Damn no tiene compañía, prefiere comerla antes de que hable y la distraiga.

-Solo desde que conocí a Jonathan… Un tipo raro ¿sabes? Pero muy majo- Mientras hablaba no dejaba de tocarse el collar que tenía en el cuello ¿Qué era? ¿Un amuleto?

•               •             •

Los ojos de esa persona me atravesaban, tenía la impresión de que me devoraba con la mirada. No era lujuria, era hambre

Algo en mi interior me decía que saliera corriendo, pero nunca le he hecho caso a mi interior, supongo que es una forma de rebelarme.

-Mira Laia, no suelo entretenerme mucho con la… gente, y menos en una noche sin estrellas- dudó demasiado entre “la” y “gente”. Estoy segura de que no quería decir eso- Igual debería irme… o igual deberías correr tú

Vale, eso sí que me asustó, igual no hubiera sonado tan siniestro si no hubiera ido bajando la voz cada vez más hasta quedar en un susurro apenas audible.

Salí de allí corriendo ¿Quién era esa persona? No sabía dónde me dirigía pero no me importaba y, aunque por alguna razón no me siguió, yo seguí corriendo hasta que las piernas dejaron de responderme y tuve que parar en un bar. Menos mal que Jonathan me había dado dinero...

•            •              •



Pocos saben la razón por la que Miss Damn no siguió a esa muchacha, yo la sé pero tú no quieres saberlo.

No se le quitó el hambre y la noche era joven, algún otro ser indefenso andaría por la ciudad pensando que estaba seguro. Pero Miss Damn no sigue a sus víctimas, las victimas de acercan deseosas de probar el miedo, Miss Damn se sienta y espera su llegada, hoy aquí, mañana allá.

Tú aún no sabes quién soy ni porqué conozco a Miss Damn y sigo viva. Porque… estoy viva ¿no? No quieras saber más de lo que puedes asimilar… porque no lo puedes asimilar.

•              •             •

-Laia, tenemos que hablar.


-Mmm… ¿hola? ¿Tú quién eres?

Yo estaba sentada en la barra del bar tomando una Coca-Cola. La persona que me había hablado era una mujer medianamente alta, morena y extremadamente elegante, me recordó a la Doctora Saroyan de Bones. Sé que después de casi morir comida por una desconocida debería haberme asustado de que supiera mi nombre pero, por alguna razón, no me asusté en lo más mínimo.

-El Señor Lemarks te estaba esperando. Daniel contactó con él ésta mañana y le habló de ti y tu problema.

¡Oh! Igual se le olvidó mencionarlo mientras luchaba contra Jonathan, consigo mismo, intentaba hacer que yo espabilara y sacar de estado de Shock a Elisabeth. Realmente tenía que agradecerle demasiadas cosas. Eso me llevó a preguntarme qué tal estarían. Ya habían pasado más de tres horas, las pesadillas que ocuparon mi cabeza durante el vuelo volvieron a mi cabeza con ese simple pensamiento.

-Laia- Su voz era como si estuviera controlada, casi mecánica, pero algo me decía que solo era demasiado formal- me gustaría que me acompañaras.

-¿cómo sé que puedo fiarme de ti?

-No sabías si podías fiarte de Daniel y lo hiciste. Sigue tu instinto.

-Mi instinto últimamente me está fallando-contesté al recordar lo que pensé de John Stewart cuando le conocí. Aún así acabé la Coca-Cola y le seguí, no sabía qué me decía mi instinto, pero tampoco tenía muchas opciones.

Cuando salimos había un coche esperándonos.

-Wo, wo, wo, coche negro y cristales tintados… eso sí me da mal rollo ¿No hay algún bus o algo… con más gente con lo que podamos llegar?

-Laia, igual no te has dado cuenta pero son casi las 12, ya no hay buses a esta hora.

La mujer subió al coche y yo me quedé como petrificada en la acera. Al fin y al cabo aún no sabía quién era, tampoco sabía quién era el tal Señor Lemarks. Casi me comen y después aparecía otra persona que pretendía que me fuera con ella en un coche que podría salir perfectamente de una película, justo en la escena en la que secuestran al héroe.

Igual podría llamar a un taxi y pedirle que me llevara a casa. Un taxi, lo más seguro y con cristales normales. Ya vería al señor ese por la mañana, cuando la luz iluminara las calles.

Subí al coche, supongo que la mujer sabia que lo haría porque cuando entré ella estaba muy tranquila usando su Ipad.

-¿Cómo te llamas?

-Isabel

Esa fue toda la conversación que tuvimos en el coche. Por suerte no dijo nada cuando bajé la ventanilla por completo. Por alguna razón me hacía sentir más segura.

El resto del viaje solo escuché los ruidos de la calle, me distraían las luces de los coches que pasaban por nuestro lado, aunque en realidad parecían caracoles a nuestro lado.

Paramos definitivamente en una casa que parecía la mitad de la de Jonathan, tanto de ancho como de alto. Era un dúplex de apariencia normal. Yo estaba muy nerviosa por saber cómo sería la persona que construyó semejante atrocidad y mis uñas estaban pagando las consecuencias.

Entramos a la casa y nos recibió el dueño de la misma.

-¡Bienvenida!

Me quedé a cuadros. El “señor” Lemarks no tenía más de 20 años y su aspecto no tenía nada que envidiar al de Jonathan.

-Tú… ¿eres el señor Lemarks?

Una sonrisa de superioridad apareció en su cara haciendo que se le apreciara una dentadura digna de ser comparada con la de Rian Dawson.