domingo, 20 de febrero de 2011

Capitulo 3.0

Era una mañana perfecta, el sol brillaba en mi ventana dando lugar a una imagen de la habitación alucinante que me hacía querer quedarme allí siempre. Yo estaba en la habitación de mi hermana, esa noche no había querido dormir en la misma cama que Jonathan por sus indirectas de la tarde anterior. Se puede decir que soy rencorosa, pero si por lo menos hubiera venido a disculparse…


-Laia-sonaba tímido, como si en el fondo le diera miedo hablarme… igual pensaba que le mandaría a la porra solo por dirigirme la palabra- tenemos que irnos.

-Lo sé- cogí la maleta y me dirigí a la puerta pasándole por al lado como si no estuviera allí.

Jonathan había llamado a un taxi que nos esperaba en la puerta, yo pensé que William nos enviaría un coche con Isabel e instrucciones precisas en plan peli de acción pero me dejó con las ganas.

Llegamos al aeropuerto y vimos a William esperándonos. Esa imagen sí que era de película. Llevaba traje, unas gafas de sol y un maletín negro (solo le faltaba llevarlo esposado). A su lado estaba Isabel. Con su indispensable Ipad, y su vestimenta estilo Dra. Saroyan de Bones.

-Chicos, me doy prisa que tengo que ir a una reunión- abrió el maletín y le dio una carpeta a Jonathan- Dentro tenéis los billetes, hotel y demás… La información del hombre que tenéis que ver está ahí también, no será difícil de encontrar. Tenéis una semana.

Se fue sin decir nada más. Me dejó anonadada su seriedad, no le pegaba para nada.

-Mira Laia, Catherine- Jonathan quería parecer simpático ahora, total, ya nos íbamos.

-Jonathan, esa no es Catherine

-¿Cómo que no?

-Reconozco a Cat cuando la veo y te digo que no es ella.

Y en efecto, no lo era. La farsante se acercó, Jonathan se puso delante de mí de manera protectora, yo estaba segura que si quisiera matarme pasaría por encima de Jonathan como si fuera una simple pelusilla. Sin embargo no quiso atacarme, solo me dio una carta. Una carta y se fue.

La abrí de inmediato, al ver la firma se la pasé a Jonathan, la firmaba Doc., no quería leerla, no quería arruinarme doce horas de viaje hasta California. No quería perder los nervios más de lo que los había perdido al ver una falsa Catherine. Cogí el móvil y llamé a William para decirle que busque a Cat y que la cuide por mí. No creía que le hubiera hecho daño pero tenía que estar segura. Jonathan me cogió la mano y no me soltó hasta que estuvimos en el avión sentados.

Tan pronto como nos sentamos me puse a llorar. No sé porqué. Creo que estaba nerviosa por Cat. Tenía miedo de que le hubiera pasado algo por mi culpa. El maldito doc. se estaba metiendo con todo lo que quería y no había nada que pudiera hacer. Jonathan me abrazaba, pero yo no podía parar, empezaba a odiar los aeropuertos.

Cuando llegamos yo estaba dormida, Jonathan me despertó para que me pusiera en cinturón otra vez antes del aterrizaje. En Huntington Beach el sol brillaba muchísimo más que en Barcelona. En un determinado momento pensé que aún dormía, porque la imagen del sol entrando por la ventanilla mientras iluminaba a Jonathan era sacada de un sueño.


El aeropuerto estaba abarrotado de gente, familias y amigos tanto reuniéndose como despidiéndose. Supongo que en el fondo me sentí un poco sola al verlos, yo tenía a Jonathan, pero no era lo mismo.

El hotel que nos había reservado William era tan pijo como el, me daba vergüenza entrar al hotel donde todo el mundo (servicio y clientes) iba tan elegante. Yo era la única en ese lugar que llevaba zapatillas. La habitación era bastante amplia y William había tenido la delicadeza de pedirnos dos camas. No pasamos mucho tiempo allí, yo quería ver Huntington Beach, teníamos una semana para estar en este paradisiaco lugar, el hombre del recado podía esperar un día más.

Salimos después de que le preguntara a la recepcionista dónde quedaba la playa, era lo primero que quería ver. No hacía un calor abrasante, pero tampoco hacía frio. Así que nos pusimos los bañadores por lo que pudiera surgir.

Lo que pasó en la playa no sé cómo describirlo, fue un momento feliz que se volvió triste por la mente previsora de Jonathan…

-¡Jonathan! ¡Es Melanie!!- Empecé a correr dispuesta a llamarla pero el fuerte brazo de Jonathan me cogió antes de poder moverme- ¿Qué haces?

-¿En qué piensas Laia?- Parecía enfadado- ¿Vas a salir corriendo a su encuentro después de lo que pasó con Catherine?

-Pero la reconocí! Supe que no era ella con solo mirarla!

-Laia, aun no sabes si Catherine está bien y vas a venderla a ella también. ¿No ves que Doc. se mete en tu mente como le da la gana?

Miré a Melanie, me sorprendí al verla rodeada de tíos típicos Californianos, no le pegaba, pero lo que más me sorprendí fue verla al lado del único e inigualable (a no ser que tuviera un gemelo escondido) Zack Merrick. En ese momento cogía la tabla de surf para meterse al agua. Pensé que Zack le habría enseñado, pero no estaba en lo cierto. Quise ir a ayudarla pero lo que había dicho Jonathan era verdad. No quería que otra amiga mía sufriera, además, seguro que le hizo más ilusión que fuera Merrick al rescate aunque se riera de ella.

Después de ese momento desastroso no tenía ganas de seguir en Huntington Beach. Saber que Melanie estaba allí y que no podía hablar con ella me deprimía. Jonathan me compró un helado y nos sentamos en la orilla.

-El día más largo de mi vida y el más horrible.-En Huntington Beach no era ni mediodía, maldito cambio horario…- Es injusto Jonathan… ¿Por qué no me dejó morir desde el principio?

-No sé Lai… me asustaría entender lo que hace… ¿Te recuerdo que me salvó solo porque podía usarme para matarte?

-¿Crees que no puede matarme el mismo? Quiero decir, primero Dani, luego tú… he estado en su “consulta” mucho tiempo, creo que podría haberlo hecho ahí sin problema.

Vi a Melanie irse, ella no me había visto, aunque supongo que estaría un poco desorientada después del golpe que se había dado. Volví a mirar a Jonathan que seguía pensando la respuesta a la pregunta que dejé en el aire. Decidí seguir comiéndome mi helado.

-Jonathan, creo que soy muy blanquita y no tenemos crema… terminaré quemándome… ¿volvemos al hotel o algo?

Jonathan decidió que teníamos que ir a comer así que fuimos al típico McDonald’s. Comer después del postre era un poco extraño pero puede hacerse. No resultó tan mala combinación. Pasados unos diez minutos de habernos sentado sonó mi móvil.

-Diga

*Laia, soy William ¿No tienes identificador de llamadas o qué?*

-No lo miré Mr. Yosoycoolasiquequiereme, ¿Qué sabes de Cat?

*Está aquí conmigo. Está bien, no le había pasado nada*

-¿Y qué hace contigo entonces?

*Adiós Laia*

-¡Me ha cortado! ¿Qué porras hacen juntos?

-Bueno Laia, Catherine es guapa, William, aunque raro como él solo, es guapo. Son cosas que pasan…

Si hubieran sido otros dos nombres me hubiera reído, pero no me convencía nada la relación Catherine-William. Pasamos la tarde durmiendo, el cambio horario hacía estragos en mi sueño y no podía mover ni un músculo. El día no había sido uno de los mejores de mi vida, desde luego…

jueves, 10 de febrero de 2011

capitulo 2.9

Ya habían pasado las dos semanas reglamentarias para poder volver a Londres. Jonathan había estado tan normal como siempre, por lo que ya podíamos volver, pero yo…


-Jonathan, no quiero volver a Londres- soy un poco directa, sí, pero hay confianza ¿no?- No me gusta el clima además, allí hay problemas cada dos días y allí la gente quiere matarme.

-En todas partes hay gente que quiere matarte Lai, reconócelo. No quieres volver porque odias la lluvia.

-Y tú el Big Ben

-No lo odio, solo no me gusta. ¿Qué quieres que hagamos? Sorpréndeme…

-¿quedarse aquí no es una idea?

-No me malinterpretes, Catherine me cae bien, pero ya sabes los perversos que son los planes de Doc.

Desde que me encontré con Catherine en el centro habíamos quedado día sí día también. Me encantaba pasar el rato con ella. Era todo normal. La última semana Jonathan se había ido relajando, pareciendo casi normal, pero se le notaba que aún estaba muy tenso.

-Jonathan, esto es peor que destino final. Llevamos aquí dos semanas y aun no han intentado matarme…bueno…-le miré y casi sin querer desvié la vista.

-Laia, yo no…-Sonó el timbre para salvarnos del giro que había dado la conversación.

-Voy a abrir. Seguramente sea Cat. Relájate ¿vale?

Fui a la puerta y al abrir me encontré nada más y nada menos que con William.

-Tú no eres Catherine

-Mmm…-Se llevó la mano al pantalón y se miró sus partes- Diría yo que no, no.

-¡Dios mío! ¡Qué asco! ¿Cuándo te has vuelto tan idiota?

-Pensaba que siempre lo había sido ¿Me dejas entrar?

-no

Cerré la puerta, pero él la abrió detrás de mí y entró acompañado.

-¡Mira quien ha llegado! Creo que ella sí que es… ¿Catherine?

Cat y yo le miramos, mi mirada era totalmente asesina, pero la de Cat…

-¡Dios! ¡Cat no! Cualquiera menos el bipolar este.

-¿Perdona?-dijeron Cat y William tan a coro que me sorprendieron

-¿Qué quieres bipo?- De verdad que no quería verle

-¿Dónde está Jonathan?

-Cocina-desapareció detrás de la puerta- Catherine, si alguna vez vas a cruzarte con William, sal corriendo. Es el ser más… extraño que puede vivir en Barcelona.

-Laia, no puedes quedarte con tooodos los tíos buenos del mundo.

-Te juro que te daría a William con un lazo en la cabeza, pero este chico tiene rollos muy extraños.

-Sé cuidarme Laia-me contestó entre risas- ¿qué era lo que tenías que decirme?

-¡Ah! Sí… -No recordaba que le había mandado un sms para que viniera- Es que hay un 98% de probabilidades de que mañana, si no esta tarde, me vaya otra vez.

-Joder… ¿quieres que te acompañe al aeropuerto o algo?

-No hace falta… pero si quieres te mando un sms para decirte cuando me voy

-Perfect then. Me voy a la EOI que no llego- me guiñó un ojo y se fue.

Yo me fui a la cocina a ver de qué hablaban y lo que me encontré se puede describir de cualquier forma menos agradable. Jonathan estaba en una silla sin camiseta, pero William le estaba…

-¿Qué hacéis?

-Le quito los puntos, ¿no querrás que se quede así para siempre?

-No, Pero… ¿tiene que ser en mi cocina?

-si

Esperé a que terminaran, pero no allí, por supuesto. Me daba muchísimo asco ver lo que hacían. Cuando volví la cara de William no me gustó un pelo.

-Laia, tenemos que hablar

-Uish… que mal rollo… ¿Qué pasa?

-Pues que todo tiene un precio y lo del chip no iba a ser menos.

-Algo me hace pensar que no quieres dinero- Jonathan decidió hacer acto de presencia una vez se había puesto la camiseta.

-No, quiero que me hagáis un “recado”- El tono en la palabra recado me hizo pensar que no quería leche y galletas exactamente. Ante nuestras miradas expectantes, prosiguió- Necesito que vayáis a ver a una persona de mi parte y me traigáis lo que os de.

-¡¡Cuánto misterio amigo mío!! ¿Quieres ir al grano? ¿Dónde vive esta persona?

-En California, Huntington Beach para ser más exactos. Os daré los datos de cómo encontrarle en el aeropuerto. ¿Cuándo os vais?

Miré a Jonathan dejándole la decisión a él con una mirada. Él no se sorprendió de esto y decidió que nos iríamos la mañana siguiente y William se fue, dejándonos solos otra vez.

-Estarás contenta…

-¿yo? ¿Por qué?

-Bueno- no era un reproche, pero había algo en su voz que me decía que él no estaba contento- Esta mañana me dijiste que no querías volver a Londres y no volvemos y además, tenemos que ir, nada más y nada menos, que a California, ¡tu estado favorito!

-Vale que esta serie de acontecimientos parezcan venirme al pelo, pero ¿de verdad crees que tengo ganas de hacerle los recados a Mr. Yosoycoolasiquequiereme? Jonathan, puede mandar a cualquiera pero nos manda a nosotros, ¿de verdad crees que va a ser como unas vacaciones por Huntington Beach?

Salí de la cocina indignadísima, ¡Ni que lo hubiera planeado yo, oye! Le mandé el mensaje a Catherine y me fui a hacer la maleta. No volví a hablarle a Jonathan en toda la tarde… igual llevábamos demasiado tiempo juntos…