sábado, 28 de mayo de 2011

capitulo 3.3

Desde que habíamos llegado a Huntington Beach, Jonathan había estado muy borde. Incluso antes, cuando William nos dijo que tendríamos que ir allí.

-No es nada Laia, es solo que has cambiado desde que estamos aquí.

-¿perdona?- Esa afirmación consiguió cabrearme- ¡Eres tú el que está asquerosamente borde!

-¡No es eso Laia! Es que… he estado pensando…

-¿En qué?

-No es el momento Laia… Aun no… Vamos a por la maldita carta.

Seguimos andando. Yo quería saber más, siempre quería saber más, y siempre me quedaba con las ganas. ¿En que había estado pensando? ¿Qué quería decir que YO había cambiado? Se me pasaron tantísimas cosas por la cabeza que olvidé dónde nos dirigíamos, dónde estábamos y para qué habíamos ido hasta allí.

No sé porqué pero una pregunta muy preocupante vino a mi cabeza. Era algo en lo que no me había parado a pensar nunca. Pero… ¿y si pasaba?

-Jonathan ¿Qué vas a hacer si alguna vez todo esto termina? – Tampoco sabía que iba a hacer yo, pero tenía una cosa muy clara: Cualquier lugar excepto Londres. Supongo que Huntington Beach tampoco, porque estaba Melanie allí.

-¿a qué viene eso Laia?

-Pues que tú has estado pensando y yo también, y a mí no me importa dónde hablar de ello.

-Te preocupan cosas muy raras en momentos de lo más inoportunos.

-¿Desde cuándo somos así Jonathan? ¿Desde cuándo discutimos por tonterías como un nombre o por qué te dice un viejo? –Me puse a gritar como una tonta, como una tonta en medio de ninguna parte, ninguna parte que resultaba ser la playa pero yo no me había dado cuenta.  Estaba frustrada. Estaba nerviosa. Odiaba en lo que nos habían convertido, porque eran los demás los que nos jodían la relación cada dos por tres.

Y Jonathan volvió a hacerlo, después de exactamente 20 días volvió a besarme. Esta vez sin manos en el cuello intentando ahorcarme, pero pude sentir lo mismo que la primera vez, solo que con más fuerza.  Me abrazaba tan fuerte que podía sentir su corazón, su respiración… todo.

-Te dije que no podías solucionar todo con abrazarme…

-Lo sé… Por eso te he besado. ¿Ha funcionado?

No sabía que contestarle, ¿Había funcionado? En verdad ya no gritaba. Pero seguía muy frustrada, no había contestado a ninguna de mis preguntas y un beso no iba a solucionar los problemas en los que nos habíamos metido sin querer.

-Todo esto es tan difícil… No sé cómo va a seguir, no sé cómo va a acabar… Y tú no me estas ayudando, Jonathan, son mis padres a los que mataron, soy yo la que “revivió”, y aunque no sé como tú también has acabado involucrado en esto, tu, al menos, sabes todo lo que quieres. No como yo… y encima me mentís y quieres distraerme con un beso.

-Laia, yo no…

-NI se te cruce por la cabeza volver a mentirme.

-¿cómo lo haces?- Ante mi cara de intriga prosiguió- ¿Cómo haces para convencerme de cualquier cosa con solo pedírmelo?

-Llámalo tener razón, llámalo X.

-Todo esto se está volviendo muy extraño, yo tampoco entiendo nada… Lo de la carta de “John”, lo de la caja esa, que si el hermano de William en realidad tiene nuestra edad…

-¿¡¿¡Quuuuuuuuuueeeeeeeeeeeeé?!?!

-Él… quería contártelo, por eso quiere que vayamos mañana. 

-¡Esto es increíble Jonathan! Esto ha dejado de ser el mundo real ¿Es eso? Dime que en realidad es una pesadilla y que, en realidad, estoy en coma o algo…

Su cara me dejó bien claro que no había ni un ápice de posibilidad de que estuviera soñando.

-Laia, desde siempre conviven la magia y la gente “normal” juntas… solo que no te das cuenta hasta que estás dentro…

-Quiero irme a mi casa, quiero despertarme y que mi madre me prepare el desayuno. Volver al aburrimiento que era el instituto. Yo debería estar estudiando… eso es lo único que se me daba bien… no esto…

-¿Laia? ¿Estás bien?

-No

Me volví a despertar en el hotel. Imaginarme cómo llegué allí fue una imagen que ninguna cabeza debería imaginar, no es que me importe imaginarme a Jonathan llevándome en brazos cual caballero de la edad media… Me importa imaginar las caras de la gente que nos pasaría por al lado.

Decidí incorporarme. La habitación estaba vacía. Ni rastro de Jonathan ni en el baño ni en el balcón.  No estaba segura de qué hacer. Quería salir pero ¿y si volvía Jonathan? Miré la hora, aun no era ni la hora de comer. Realmente tenía muchas ganas de salir, así que salí.  Me puse a andar sin rumbo fijo. Me puse a pensar. Esta historia estaba siendo demasiado rara, igual acababa siendo como esas series  que acaban pero nunca nadie sabe el final.

Andando por alguna parte de Huntington Beach me encontré con la que probablemente sería la persona más vieja del lugar, aunque Jonathan dijera lo contrario. El señor Nicholas Lemarks estaba sentado en un banco como si supiera que yo iba a pasar por allí… como si me estuviera esperando para contarme todo lo que quería saber.

miércoles, 25 de mayo de 2011

Capitulo 3.2

-¿Perdone?- Tío, padre, tío abuelo, primo tercero… ¡cualquier cosa! ¡Pero jamás hubiera dicho hermano!- ¿Ha dicho hermano? ¿En serio?


Jonathan no sabía que le asombraba más, si lo de que fueran hermanos o que yo siguiera preguntando tan descaradamente. En ese momento estábamos atravesando un pasillo que perfectamente podía llevar a un calabozo pero a mí me interesaba más lo de su parentesco con Jonathan.

-Sí, Laia. Hermanos.

-Pero si deben llevarse… ¡no se ofenda eh!, pero mínimo 40 años.

-¿Cuánto sabes de William Laia?

-Nada, bueno… que es superborde y se ve que superdotado, aunque aún no sé en qué.

-Entonces supongo que se mosqueará si te cuento su vida, así que resolveré tus dudas en otro momento. Por lo pronto te doy lo que quiere, pero deberías saber que es de vital importancia que le llegue.

-¿Y porque nos ha mandado a nosotros? Sobre todo sabiendo que yo preguntaría sobre su parentesco y sobre qué voy a llevarle y sobre…

-¿Siempre pregunta tanto?- Esa pregunta iba dirigida a Jonathan, yo había olvidado que estaba allí, cuando quería Jonathan podía parecer invisible. No le contestó, pero todos sabemos que si no hablas dices más que si lo haces…

El señor Lemarks me dio una caja del tamaño de una caja de zapatos que venía equipada con contraseña que seguramente solo conocería el señor Lemarks más pequeño. No podía dejarme algo vital y no decirme que era, era técnicamente injusto.

-¿Qué es?

-Realmente no sé porqué mandó a alguien tan preguntón a recoger esto. ¿Estás segura que te dijo que vinieras a ti y no a él que se está calladito?- Estaba de broma, pero aún así me sentó mal.- No sé que es, lo tengo ahí desde que tengo uso de memoria y por alguna extraña razón me lo ha pedido ahora. No sé ni la contraseña. Y no dudes que aunque lo abras te encontrarás algún escáner de huellas dactilares o algo de eso.

-Que meticuloso… ¿Eso es todo? ¿Nos podemos ir ya?

-Sí.

Dimos media vuelta para salir de aquel sitio. Al llegar a la zona principal de la tienda me dio la misma sensación que al salir del cine, cuando piensas que ya es de noche pero en realidad el sol sigue brillando, y en este caso brillaba más que antes porque ya era mediodía. Jonathan y yo nos despedimos del señor Lemarks y nos dispusimos a salir de allí, pero cuando estábamos a punto de abrir la puerta…

-¡Jonathan! ¿Puedes quedarte un momento?

Miré a Jonathan con duda, él me respondió con una mirada tranquilizadora y se adentró en la tienda. Yo salí con el paquete de William. Vi una tienda de helados haciendo esquina y fui a comprarme uno. Me senté en una mesa y decidí llamar a Dani.

*Hola*

-¡Hey Dani! Ahora te toca decirme la verdad. ¿Por qué me llamaste antes?

*¡Te dije la verdad! Te llamé porque hace mucho que no hablamos… no sé qué es lo raro de eso…*

-No sé… tal vez que no se te ocurrió llamarme cuando Jonathan desapareció…

*Oh, Laia, va. No puedes enfadarte por eso, sabes que lo hice para no preocuparte*

-Eso ya lo sé, pero no me mientas ahora… ¿Qué pasa?

*Laia… ¿Cuánto vais a tardar en volver? Porque mi padre empieza a estar preocupado porque hace dos semanas que no sabe dónde estás*

-¿cómo? ¡Pero eso no puede ser! Quiero decir, ayer mismo me llegó una carta suya por medio de Catherine… si no sabe donde estoy ¿cómo hizo para hacerme llegar la carta?

*No creo que haya sido el Laia… Está realmente molesto y buscándote por todas partes, ¿Qué ponía en la carta?*

-No lo sé, no llegué a leerla, vi que la firmaba él y se la di a Jonathan…

*¿Y Jonathan está…?*

-No conmigo.

*Bueno, pues habladlo y ya me cuentas… Es muy raro Laia… ¿Quién iba a querer hacerse pasar por mi padre?*

-No lo sé Dani… Mi vida está siendo muy rara desde hace un tiempo… ¿Qué quiere tu padre de mí?

*Ojalá lo supiera Laia, tengo que dejarte… llámame ¿vale?*

-Vale, Adiós.

No sé cuánto tiempo tardó Jonathan en llegar, pero me lo pasé pensando en la carta que me dio Catherine. Estaba segura que era la firma del Señor Stewart, por eso no me molesté en leerla. Mil preguntas volaron por mi cabeza sin poder pararme a pensar en ninguna.

Jonathan por fin llegó y le conté todo. Él tampoco había leído la carta, se ve que ninguno de los dos estaba dispuesto a amargarse el día en aquel momento. Decidimos que la mejor opción era volver al hotel a ver la carta antes de ir a comer.

-Oye Jonathan, ¿Qué quería el Señor Lemarks?

-Que volviéramos mañana.

-Venga hombre, he pasado en esa heladería tanto tiempo que se me ha quedado el culo con la forma de la silla. ¿Me vas a decir que solo te dijo eso? Además, podría habértelo dicho conmigo delante. ¿Por qué me mentís todos hoy?

-¿Tienes que saberlo todo siempre Laia?

-No, pero como supongo que no estabais planeándome una fiesta de cumpleaños sorpresa… Sí.

-Pues, para serte sincero… no quiero contártelo.

-¡¡Gracias por tu sinceridad!!-Estaba siendo irónica y él lo sabía, pero aún así no iba a contarme nada.- Ojalá pudiera leer las mentes como tú, no es justo que siempre sepas todo de mí y yo no sepa nada que tu no quieras que sepa.

-Oh, tienes razón Laia. Perdón por haber nacido así, ojalá no hubiera nacido.

-¿Perdona?- Me paré en seco, sabía que estaba siendo irónico pero con ciertas cosas no se juega- Jonathan, ¿Qué te pasa?

viernes, 29 de abril de 2011

Capitulo 3.1

Sé que he tardado mucho,
tenía demasiadas cosas en la cabeza.
Prometo que el siguiente no tardará tanto...


Todo estaba muy oscuro, no veía ni siquiera mis manos. Me daba miedo avanzar. No sabía dónde estaba, ni si estaba sola, no sabía nada. Solo veía oscuridad. Me decidí a dar el primer paso, temiendo caer, pero en lugar de eso se encendió una luz. Una luz en otra parte, pero que parcialmente iluminaba el camino.

Podía ver una silueta justo en el lugar donde daba la luz. No era una persona joven, pero se le notaba una persona fuerte, la fuerza que da la vitalidad, no el gimnasio. Quería acercarme, pero tenía miedo. ¿Dónde estaba Jonathan?

Una voz en mi cabeza me dijo que avanzara, algo me decía que le mirara a la cara. Me acerqué, estaba de espaldas y justo cuando se daba la vuelta…

-¡Laia! ¿Estás bien?- Jonathan sonaba preocupado, yo aun no sabía qué estaba pasando.

-Si… yo… no… ¿qué pasa?

-Mírate- Lo hice, estaba sudando- Y si te hubieras escuchado… No sabía que hablaras en sueños… En todo el tiempo que llevamos juntos nunca lo habías hecho, menudo susto me has dado… ¿Qué soñabas?

-No… no lo sé

Realmente no lo recordaba, recordaba un sentimiento, una voz, pero nada más.

-Bueno, Lai, son las ocho… ¿bajamos a desayunar?

Desayunamos en el hotel. El plan de Jonathan era desayunar e ir a buscar lo que fuera que quisiera William. A decir verdad yo no estaba centrada, quería recordar que había soñado, quería ir a visitar a Melanie, quería saber cosas que escapaban a mi sabiduría… Creo que estaba en cualquier parte menos escuchando lo que decía Jonathan.

Para ir a hacerle el recado a William cogimos un taxi. Por primera vez me atreví a preguntarle a Jonathan que clase de persona íbamos a ver. Según parece Jonathan solo sabía la dirección porque parecía que fuera la primera vez que abría la carpeta que William le dio en el aeropuerto.

-Parece que es pariente de William. Nicholas Lemarks.

-Nicholas, William… pensaba que era español… ¿Qué nombres son esos?

-Nicholas tampoco es tan raro.

Ignoré el último comentario, no tenía ganas de discutir por el nombre de una persona que ni siquiera conocía, pero que me sonaba extrañamente demasiado. Me pasé el viaje haciendo un repaso mental de todos y cada uno de los Nicholas que había conocido, pero llegué a la conclusión de que igual me sonaba de alguna de esas personas que conoces una vez y no las vuelves a ver.

Justo cuando llegamos sonó mi móvil, creo que me alegré un poco al ver que era Dani el que me llamaba. No sé porqué, pero tampoco me interesa.

-¡¡¡Daaani!!! ¡¡Melanie está aquí!!

-Melanie… - Hubo un incomodo silencio en el que me dio tiempo a pensar que lo mismo Dani se fue antes de conocerla- ¡¡AAAAaaahh!! ¡Melanie! Que maja Melanie…

-¿Te acuerdas o lo dices para quedar bien? – le dije entre risas

-Me acuerdo, me acuerdo

-¿Si me ve crees que se acordará de mi y podremos tener una relación normal?

-No

-Gracias por romper mis sueños- En el fondo me quedaba una esperanza- ¿Por qué me llamabas?

-Porque no sé nada de ti desde que te fuiste a Barcelona, y si no te llamo volverás a no hablarme.

-Que tonto eres a ratos, de verdad- Vi a Jonathan haciéndome señas para que me centrara en lo que teníamos que hacer- oye sweetheart, tengo que dejarte que tenemos una “misión”, te llamo esta noche o algo, bye

Guardé el móvil y me acerqué a Jonathan que estaba parado en la puerta de la tienda más antigua de la calle. No es que las demás destacaran por su modernidad, sino que esta destacaba por su antigüedad.

Entramos en esa tienda. Todo estaba muy oscuro, mis ojos no se habituaban después del sol que hacía fuera. Me daba miedo avanzar. Tenía una sensación rarísima.

-¿Laia?- La voz de Jonathan consiguió de alguna forma relajarme.

Me cogió de la mano y me decidí a dar el primer paso, temiendo caer, pero en lugar de eso se encendió una luz. Una luz en otra parte, pero que parcialmente iluminaba el camino. Todos los objetos que llenaban las estanterías parecían muy antiguos y, sin embargo no conocía ninguno.

De repente se encendieron todas las luces dejando a la vista que esa no era una tienda cualquiera, esos objetos posiblemente no estuvieran a la venta en ningún sitio, pero ¿Quién entraría a una tienda que daba la impresión de pertenecer a la mala época del siglo XV?

De una puerta casi invisible salió un señor, esta vez un señor de verdad, de unos 60 años, aunque su vitalidad parecía de un quinceañero. Parecía tener más fuerza que Jonathan y yo juntos. Al verlo, todas las imágenes de mi sueño volvieron a mi cabeza. La oscuridad, el miedo, la voz… y su cara. ¡Ya había soñado con él!

-¿Señor Lemarks?- Decidió aventurar Jonathan.

-Jonathan, Laia.

¿Le había dicho William que iríamos? En ese caso, nadie debía entrar a esa tienda, porque era imposible saber que éramos nosotros con solo mirarnos… ¿No?

-Por favor-continuó- acompañadme y os daré lo que William quiere.

-Perdone… -Iba a sonar cotilla, y posiblemente muy directa, pero hay ciertas preguntas que o las haces o te quedas con la intriga hasta el fin de los días. Esas preguntas que solo puedes hacer una vez- ¿Qué son William y usted?

Jonathan no se esperaba esa pregunta, porque me miró con la cara con la que me miraría cualquier persona normal, pero por alguna razón al señor Nicholas la pregunta pareció hacerle gracia.
-¿William y yo eh? Podría ser su abuelo ¿verdad?- todo lo decía con una calma increíble y entre risas, no sé que le hacía tanta gracia- Bueno… Pues William y yo somos… Hermanos.

domingo, 20 de febrero de 2011

Capitulo 3.0

Era una mañana perfecta, el sol brillaba en mi ventana dando lugar a una imagen de la habitación alucinante que me hacía querer quedarme allí siempre. Yo estaba en la habitación de mi hermana, esa noche no había querido dormir en la misma cama que Jonathan por sus indirectas de la tarde anterior. Se puede decir que soy rencorosa, pero si por lo menos hubiera venido a disculparse…


-Laia-sonaba tímido, como si en el fondo le diera miedo hablarme… igual pensaba que le mandaría a la porra solo por dirigirme la palabra- tenemos que irnos.

-Lo sé- cogí la maleta y me dirigí a la puerta pasándole por al lado como si no estuviera allí.

Jonathan había llamado a un taxi que nos esperaba en la puerta, yo pensé que William nos enviaría un coche con Isabel e instrucciones precisas en plan peli de acción pero me dejó con las ganas.

Llegamos al aeropuerto y vimos a William esperándonos. Esa imagen sí que era de película. Llevaba traje, unas gafas de sol y un maletín negro (solo le faltaba llevarlo esposado). A su lado estaba Isabel. Con su indispensable Ipad, y su vestimenta estilo Dra. Saroyan de Bones.

-Chicos, me doy prisa que tengo que ir a una reunión- abrió el maletín y le dio una carpeta a Jonathan- Dentro tenéis los billetes, hotel y demás… La información del hombre que tenéis que ver está ahí también, no será difícil de encontrar. Tenéis una semana.

Se fue sin decir nada más. Me dejó anonadada su seriedad, no le pegaba para nada.

-Mira Laia, Catherine- Jonathan quería parecer simpático ahora, total, ya nos íbamos.

-Jonathan, esa no es Catherine

-¿Cómo que no?

-Reconozco a Cat cuando la veo y te digo que no es ella.

Y en efecto, no lo era. La farsante se acercó, Jonathan se puso delante de mí de manera protectora, yo estaba segura que si quisiera matarme pasaría por encima de Jonathan como si fuera una simple pelusilla. Sin embargo no quiso atacarme, solo me dio una carta. Una carta y se fue.

La abrí de inmediato, al ver la firma se la pasé a Jonathan, la firmaba Doc., no quería leerla, no quería arruinarme doce horas de viaje hasta California. No quería perder los nervios más de lo que los había perdido al ver una falsa Catherine. Cogí el móvil y llamé a William para decirle que busque a Cat y que la cuide por mí. No creía que le hubiera hecho daño pero tenía que estar segura. Jonathan me cogió la mano y no me soltó hasta que estuvimos en el avión sentados.

Tan pronto como nos sentamos me puse a llorar. No sé porqué. Creo que estaba nerviosa por Cat. Tenía miedo de que le hubiera pasado algo por mi culpa. El maldito doc. se estaba metiendo con todo lo que quería y no había nada que pudiera hacer. Jonathan me abrazaba, pero yo no podía parar, empezaba a odiar los aeropuertos.

Cuando llegamos yo estaba dormida, Jonathan me despertó para que me pusiera en cinturón otra vez antes del aterrizaje. En Huntington Beach el sol brillaba muchísimo más que en Barcelona. En un determinado momento pensé que aún dormía, porque la imagen del sol entrando por la ventanilla mientras iluminaba a Jonathan era sacada de un sueño.


El aeropuerto estaba abarrotado de gente, familias y amigos tanto reuniéndose como despidiéndose. Supongo que en el fondo me sentí un poco sola al verlos, yo tenía a Jonathan, pero no era lo mismo.

El hotel que nos había reservado William era tan pijo como el, me daba vergüenza entrar al hotel donde todo el mundo (servicio y clientes) iba tan elegante. Yo era la única en ese lugar que llevaba zapatillas. La habitación era bastante amplia y William había tenido la delicadeza de pedirnos dos camas. No pasamos mucho tiempo allí, yo quería ver Huntington Beach, teníamos una semana para estar en este paradisiaco lugar, el hombre del recado podía esperar un día más.

Salimos después de que le preguntara a la recepcionista dónde quedaba la playa, era lo primero que quería ver. No hacía un calor abrasante, pero tampoco hacía frio. Así que nos pusimos los bañadores por lo que pudiera surgir.

Lo que pasó en la playa no sé cómo describirlo, fue un momento feliz que se volvió triste por la mente previsora de Jonathan…

-¡Jonathan! ¡Es Melanie!!- Empecé a correr dispuesta a llamarla pero el fuerte brazo de Jonathan me cogió antes de poder moverme- ¿Qué haces?

-¿En qué piensas Laia?- Parecía enfadado- ¿Vas a salir corriendo a su encuentro después de lo que pasó con Catherine?

-Pero la reconocí! Supe que no era ella con solo mirarla!

-Laia, aun no sabes si Catherine está bien y vas a venderla a ella también. ¿No ves que Doc. se mete en tu mente como le da la gana?

Miré a Melanie, me sorprendí al verla rodeada de tíos típicos Californianos, no le pegaba, pero lo que más me sorprendí fue verla al lado del único e inigualable (a no ser que tuviera un gemelo escondido) Zack Merrick. En ese momento cogía la tabla de surf para meterse al agua. Pensé que Zack le habría enseñado, pero no estaba en lo cierto. Quise ir a ayudarla pero lo que había dicho Jonathan era verdad. No quería que otra amiga mía sufriera, además, seguro que le hizo más ilusión que fuera Merrick al rescate aunque se riera de ella.

Después de ese momento desastroso no tenía ganas de seguir en Huntington Beach. Saber que Melanie estaba allí y que no podía hablar con ella me deprimía. Jonathan me compró un helado y nos sentamos en la orilla.

-El día más largo de mi vida y el más horrible.-En Huntington Beach no era ni mediodía, maldito cambio horario…- Es injusto Jonathan… ¿Por qué no me dejó morir desde el principio?

-No sé Lai… me asustaría entender lo que hace… ¿Te recuerdo que me salvó solo porque podía usarme para matarte?

-¿Crees que no puede matarme el mismo? Quiero decir, primero Dani, luego tú… he estado en su “consulta” mucho tiempo, creo que podría haberlo hecho ahí sin problema.

Vi a Melanie irse, ella no me había visto, aunque supongo que estaría un poco desorientada después del golpe que se había dado. Volví a mirar a Jonathan que seguía pensando la respuesta a la pregunta que dejé en el aire. Decidí seguir comiéndome mi helado.

-Jonathan, creo que soy muy blanquita y no tenemos crema… terminaré quemándome… ¿volvemos al hotel o algo?

Jonathan decidió que teníamos que ir a comer así que fuimos al típico McDonald’s. Comer después del postre era un poco extraño pero puede hacerse. No resultó tan mala combinación. Pasados unos diez minutos de habernos sentado sonó mi móvil.

-Diga

*Laia, soy William ¿No tienes identificador de llamadas o qué?*

-No lo miré Mr. Yosoycoolasiquequiereme, ¿Qué sabes de Cat?

*Está aquí conmigo. Está bien, no le había pasado nada*

-¿Y qué hace contigo entonces?

*Adiós Laia*

-¡Me ha cortado! ¿Qué porras hacen juntos?

-Bueno Laia, Catherine es guapa, William, aunque raro como él solo, es guapo. Son cosas que pasan…

Si hubieran sido otros dos nombres me hubiera reído, pero no me convencía nada la relación Catherine-William. Pasamos la tarde durmiendo, el cambio horario hacía estragos en mi sueño y no podía mover ni un músculo. El día no había sido uno de los mejores de mi vida, desde luego…

jueves, 10 de febrero de 2011

capitulo 2.9

Ya habían pasado las dos semanas reglamentarias para poder volver a Londres. Jonathan había estado tan normal como siempre, por lo que ya podíamos volver, pero yo…


-Jonathan, no quiero volver a Londres- soy un poco directa, sí, pero hay confianza ¿no?- No me gusta el clima además, allí hay problemas cada dos días y allí la gente quiere matarme.

-En todas partes hay gente que quiere matarte Lai, reconócelo. No quieres volver porque odias la lluvia.

-Y tú el Big Ben

-No lo odio, solo no me gusta. ¿Qué quieres que hagamos? Sorpréndeme…

-¿quedarse aquí no es una idea?

-No me malinterpretes, Catherine me cae bien, pero ya sabes los perversos que son los planes de Doc.

Desde que me encontré con Catherine en el centro habíamos quedado día sí día también. Me encantaba pasar el rato con ella. Era todo normal. La última semana Jonathan se había ido relajando, pareciendo casi normal, pero se le notaba que aún estaba muy tenso.

-Jonathan, esto es peor que destino final. Llevamos aquí dos semanas y aun no han intentado matarme…bueno…-le miré y casi sin querer desvié la vista.

-Laia, yo no…-Sonó el timbre para salvarnos del giro que había dado la conversación.

-Voy a abrir. Seguramente sea Cat. Relájate ¿vale?

Fui a la puerta y al abrir me encontré nada más y nada menos que con William.

-Tú no eres Catherine

-Mmm…-Se llevó la mano al pantalón y se miró sus partes- Diría yo que no, no.

-¡Dios mío! ¡Qué asco! ¿Cuándo te has vuelto tan idiota?

-Pensaba que siempre lo había sido ¿Me dejas entrar?

-no

Cerré la puerta, pero él la abrió detrás de mí y entró acompañado.

-¡Mira quien ha llegado! Creo que ella sí que es… ¿Catherine?

Cat y yo le miramos, mi mirada era totalmente asesina, pero la de Cat…

-¡Dios! ¡Cat no! Cualquiera menos el bipolar este.

-¿Perdona?-dijeron Cat y William tan a coro que me sorprendieron

-¿Qué quieres bipo?- De verdad que no quería verle

-¿Dónde está Jonathan?

-Cocina-desapareció detrás de la puerta- Catherine, si alguna vez vas a cruzarte con William, sal corriendo. Es el ser más… extraño que puede vivir en Barcelona.

-Laia, no puedes quedarte con tooodos los tíos buenos del mundo.

-Te juro que te daría a William con un lazo en la cabeza, pero este chico tiene rollos muy extraños.

-Sé cuidarme Laia-me contestó entre risas- ¿qué era lo que tenías que decirme?

-¡Ah! Sí… -No recordaba que le había mandado un sms para que viniera- Es que hay un 98% de probabilidades de que mañana, si no esta tarde, me vaya otra vez.

-Joder… ¿quieres que te acompañe al aeropuerto o algo?

-No hace falta… pero si quieres te mando un sms para decirte cuando me voy

-Perfect then. Me voy a la EOI que no llego- me guiñó un ojo y se fue.

Yo me fui a la cocina a ver de qué hablaban y lo que me encontré se puede describir de cualquier forma menos agradable. Jonathan estaba en una silla sin camiseta, pero William le estaba…

-¿Qué hacéis?

-Le quito los puntos, ¿no querrás que se quede así para siempre?

-No, Pero… ¿tiene que ser en mi cocina?

-si

Esperé a que terminaran, pero no allí, por supuesto. Me daba muchísimo asco ver lo que hacían. Cuando volví la cara de William no me gustó un pelo.

-Laia, tenemos que hablar

-Uish… que mal rollo… ¿Qué pasa?

-Pues que todo tiene un precio y lo del chip no iba a ser menos.

-Algo me hace pensar que no quieres dinero- Jonathan decidió hacer acto de presencia una vez se había puesto la camiseta.

-No, quiero que me hagáis un “recado”- El tono en la palabra recado me hizo pensar que no quería leche y galletas exactamente. Ante nuestras miradas expectantes, prosiguió- Necesito que vayáis a ver a una persona de mi parte y me traigáis lo que os de.

-¡¡Cuánto misterio amigo mío!! ¿Quieres ir al grano? ¿Dónde vive esta persona?

-En California, Huntington Beach para ser más exactos. Os daré los datos de cómo encontrarle en el aeropuerto. ¿Cuándo os vais?

Miré a Jonathan dejándole la decisión a él con una mirada. Él no se sorprendió de esto y decidió que nos iríamos la mañana siguiente y William se fue, dejándonos solos otra vez.

-Estarás contenta…

-¿yo? ¿Por qué?

-Bueno- no era un reproche, pero había algo en su voz que me decía que él no estaba contento- Esta mañana me dijiste que no querías volver a Londres y no volvemos y además, tenemos que ir, nada más y nada menos, que a California, ¡tu estado favorito!

-Vale que esta serie de acontecimientos parezcan venirme al pelo, pero ¿de verdad crees que tengo ganas de hacerle los recados a Mr. Yosoycoolasiquequiereme? Jonathan, puede mandar a cualquiera pero nos manda a nosotros, ¿de verdad crees que va a ser como unas vacaciones por Huntington Beach?

Salí de la cocina indignadísima, ¡Ni que lo hubiera planeado yo, oye! Le mandé el mensaje a Catherine y me fui a hacer la maleta. No volví a hablarle a Jonathan en toda la tarde… igual llevábamos demasiado tiempo juntos…

miércoles, 5 de enero de 2011

Capitulo 2.8

Para Irene...
Tenia una dedicatoria pendiente
y en este capitulo queda especial =)

-¿cómo que qué hago aquí?- Estaba un poco asustada, no podía haber perdido la memoria otra vez- ¿Qué pregunta es esa Jonathan?


-¿Verdad que es eso lo primero que te dije?

-Si… Eres un idiota, casi me matas del susto

-Lo siento Lai- lo dijo entre risas, algo le divertía y yo no sabía el qué- es que, por alguna razón he soñado con eso

Acabó su frase con su perfecta cara angelical, odiaba esa cara porque nunca podía negarle nada.

-No fue “por alguna razón”, fue porque estaba pensando en eso antes de que te despertaras, aunque fue la primera vez… vas con retraso?

-¿Qué?- le había extrañado la pregunta, de eso no había duda, su cara era el más fiel reflejo al sentimiento de no entender nada.

-Nada déjalo…

Me levanté y fui al baño que estaba en la habitación. No cerré la puerta, no quería perderlo de vista. Empecé a lavarme los dientes, no quería mirar el reloj, sabía que era muy pronto para mi, para cualquier ser humano, así que seguía con mi vida como si fuera una hora normal.

-Laia, sigo pensando que eres valiente y estúpida a la vez.

-¿pefdona?- vale, con el cepillo de dientes en la boca no sonaba muy bien, pero realmente me irritó esa afirmación que no venía a cuento.

-Bueno, que te sea tan fácil seguir la mañana después de todo lo que pasó ayer… asusta.

-¿te acuefdas?

-No, pero tú sí. Por cierto Laia ¿Sabes qué hora es? Son las…

-¡¡NO ME DIGAS LA HORA!!-por decir eso y salvar mi mañana… escupí todo el espejo y parte del lavabo- mierda…

Jonathan empezó a reírse, por mucho que me gustara su risa podría haberme evitado la molestia, sabía lo poco que me gustaba levantarme pronto, si encima me lo restregaba…

-No es divertido…

-Eso es porque no te has visto.

Cogí una bayeta y me puse a limpiar, cuando terminé y miré por el agujero de la puerta Jonathan ya no estaba. Realmente odiaba su capacidad de desaparición. Bajé las escaleras y ahí estaba. Realmente me encantó ver esa escena. Jonathan estaba haciendo el desayuno. Era una escena tan normal, tan tranquila, como si nada hubiera perturbado mi vida nunca.

-Jonathan- se dio la vuelta esperando que prosiga- eres lo mejor que tengo.


-No exageres- se dio la vuelta pero pude ver cómo se avergonzaba.

-No lo hago, de verdad… Oye Jonathan, ¿Has estado alguna vez en Barcelona?

-Ahora, ¿por?

-¿Quieres que salgamos en plan guiris?- Me senté a la mesa mientras esperaba su respuesta.

-Define guiri

-Mmm… Extranjero buenorro… no… no es una buena definición para ti… ¿Quieres o no?

-¿Suuupongo? y ¿dónde vamos?

-¡Pues al centro! Tranquilo, no hay Big ben en Barcelona

Se acercó a la mesa, dejó sus cosas del desayuno y me trajo las mías, cuando me acercó el brazo vi mi muñequera, ya ni me acordaba.

-¡Aún llevas mi muñequera!

-Y tu mi colgante

Me llevé la mano al cuello casi sin darme cuenta, ahí estaba.

-¿Lo quieres de vuelta?

-Da igual, puedes quedártelo por ahora, ¿Quieres tu muñequera?

-No… te queda mejor que a mí.

-¿Cuándo volvemos a Londres?

-Creo que William me dijo que nos quedemos un par de semanas, pero para serte sincera no me acuerdo.

Después de comer fui y me duché en el baño de arriba mientras él se duchaba en el de abajo. Salimos y cogimos el L2, lo bueno de salir a la hora de la siesta era que no había casi nadie en el tren. Bajamos en la puerta de La Sagrada Familia, por alguna razón se moría de ganas por entrar.

-Pero por dentro no es bonita Jonathan, está en obras, y si no te gustó el Big Ben… esto tampoco.

Igualmente me hizo entrar y, al contrario de lo que yo creía, le encantó. Me hizo subir hasta la torre más alta y aún doy gracias de que el ascensor estuviera abierto.

-No entiendo por qué te gusta un reloj en un edificio y esto no, igual cuando la terminen te gusta más…

-¿Cuánto crees que tardarán en terminarla? Ya llevan tropecientos años en ello, no la van a terminar antes de que muera Jonathan.

Llegamos a la Diagonal, se ve que ya no era la hora de la siesta porque la calle estaba más llena que el metro de Japón. A lo lejos la vi, no me acordaba que estaba en Barcelona, nunca pensé que podría encontrarme con una… amiga.

-Jonathan, rápido, ¿En qué idioma estamos hablando?

-¿español?

-Bien…

Catherine se acercó tan rápido que en darme la vuelta para mirarla ya estaba a mi lado.

-¡¡Laia!! No sé nada de ti desde… hace mucho ¿Qué tal estás? Pensé que estabas estudiando en Oxford o algo así.

Nos abrazamos cómo si hiciera doscientos años que no nos veíamos, realmente no nos veíamos desde el accidente de mis padres. Yo estaba segura de que el señor Stewart me había borrado de la mente de todos mis amigos.

-¡Jo Cat cuanto tiempo…! Pues… he estado en Londres, pero no estudiando- realmente me alegraba de verla.

-¿Dónde ibais?

Miré a Jonathan que me entendió sin que tuviera que decirle nada. Con una mirada me dejó claro que no le importaba que se uniera. Acabamos sentados en un banco del primer parque que encontramos.

-Bueno Cat, cuéntame que me he perdido

- Pues Melanie esta en California con su padre, jamás imaginarias quien es y Mpi se ha ido a estudiar a su pueblo.

-Chicas- Jonathan hacia acto de presencia- voy a comprarme un helado o algo, ahora vengo

Nada más irse Catherine hizo la pregunta que cualquier persona normal y con buen gusto hubiera hecho.

-Laia, ¿De dónde has sacado a ese muchacho? Por cierto, ¿Sabe que estamos en invierno no? No va a conseguir helados tan fácilmente

-¿Jonathan? – No pude contenerme la risa, ¿cómo decirle de donde lo había sacado?- de… Londres y no dudes que conseguirá el helado sin esfuerzo.

-¿No tendrá un hermano no?

-Pues sí… pero no sé… ¿Te acuerdas de Dani?

-No me digas eso

Perdimos la tarde hablando, necesitaba desde hacía mucho hablar con alguien como una persona normal, nada de salvar al mundo, ni leer pensamientos, ni chips, ni dobles personalidades, simplemente normal.

Ya volviendo a casa Jonathan preguntó lo que me rondaba por la cabeza.

-¿No se suponía que tus amigos se habían olvidado de ti?

-Creo que sí… ¿crees que es malo que se acuerde de mí?

-Esperemos que no…