domingo, 26 de septiembre de 2010

Capitulo 20 ¡Último de la 1ª parte!

-Me voy a Barcelona- yo no soy como los demás, no empiezo “por el principio” yo voy donde me da la gana y quería empezar por el final.


-¿para qué?- ¿no lo sabía aún?

-Para salvar…te ¿no lo sabes?

-Me pediste que por un día saliera de ti cabeza y eso he hecho

-Oh! Es verdad –fallo mío- Jonathan tienes un chip controlado por Doc. y lo activará cuando yo confíe en ti más de la cuenta. Solo hay una persona que podría quitártelo y está en Barcelona.

-Y supongo que vas a ir sola…

-si

Se quedó pensando, me miraba con cara de “me vas a abandonar” pero sabía que era por un futuro y yo estaba decidida a irme.

-Llévate a Elisabeth

-Necesito a Elisabeth aquí. Dani vendrá al aeropuerto y solo ella puede controlarlo.

-¿Ella lo sabe?

-Ella sí puede meterse en mi cabeza y estoy casi 100% segura de que ha estado ahí todo el día.

-No lo dudes-era obvio que estaba escuchándolo todo- pero Laia, no sé qué tan limitados son mis poderes.

-Lo controlarás, estoy segura- Y realmente lo estaba.

-¿puedes dejarnos solos Elisabeth? Tengo que hablar con ella

-Como queráis- y así como apareció, desapareció

-Laia, no quiero que esta historia termine aquí

-Y no terminará. Es como en la televisión, una segunda temporada. Volveré antes de que empiece la tercera, lo prometo.

-Te daré dinero… y un móvil…y… no sé Lai, no sé

-Mañana por la mañana haré la maleta y me das lo que quieras, pero ahora necesito dormir.



La mañana siguiente no fue muy agradable. Parecía que yo hacia la maleta y Jonathan la deshacía. Era un ambiente un poco depresivo y mientras, Elisabeth iba controlando gente para practicar con ellos. A la hora de comer, todo el servicio domestico había sufrido los poderes de la niña. Jonathan me había dado más dinero del que había visto en mi vida y un móvil con wi-fi para que, cada vez que tuviera señal, actualizara twitter así el sabría que estaba bien.

A las 6:45 pm ya estábamos en el aeropuerto. Elisabeth fue en busca de algo con chocolate para revitalizarse y así nos quedamos solos Jonathan y yo.


-Laia…

-No, espera Jonathan…

-No Laia, he empezado yo así que calla y escúchame

-Perdón- Me dejó alucinada su respuesta

-Quería que pase lo que pase no te olvides de mi, así que he decidido darte esto- se sacó el colgante que llevaba puesto desde que le conocí y me lo dio- No me olvides ¿vale?

-Sabes que no podría- cogí el colgante y me lo puse

En ese momento llegaron Dani por un lado y Elisabeth por el otro. Dani me dio el billete y fui a facturar la maleta. No sé qué pasó mientras no estaba pero no creo que hubiera mucha conversación.

Llegó el momento de la despedida, sé que no me iba para siempre pero las despedidas siempre dan un poco de pena.

-Jonathan… quédate con esto- me saqué la muñequera que me había regalado y se la di, sentía que se lo debía- sé que me la has regalado tú, pero es lo más importante que tengo.

Realmente me lo esperaba, pero me sorprendí igual y me sorprendí mas cuando lo acepté y le besé yo también. Igual ese fue mi error, o igual fue por lo de la muñequera, pero Jonathan bajó las manos de mi pelo a mi cuello y empezó a apretar. Eso sí que no me lo esperaba, ni yo ni nadie. Mientras yo intentaba salir de entre sus manos Elisabeth y Dani saltaron hacia Jonathan.

La pequeña lloraba y Dani se interpuso entre Jonathan y yo. Era increíble como la situación había cambiado en dos días. Conseguí salir de sus brazos, lloraba desconsoladamente y apenas podía respirar.

-¡LAIA VETE!- pude ver a Dani luchando consigo mismo por mantenerse en Dani y no en Daniasesinalaias.

Pero yo no podía moverme. Sabía que no era Jonathan pero, aun así, eran sus ojos, sabía que no era él pero, aun así, eran sus manos, sabía que no era él pero, aun así… Me dolía más de lo que puedo explicar-¡LAIA!- y parecía que nadie alrededor se percataba de lo que estaba sucediendo entre nosotros cuatro. Elisabeth se acercó a mí, ella estaba tan en shock como yo.

-Laia, no puedo con él- los ojos de la niña parecían a punto de salir de sus orbitas- ¡No puedo! ¡Laia vete! Necesito a Daniel consciente, no puedo yo sola con los dos. No puedo Laia, ¡Es mi hermano!

Miré a Dani a punto de caer, vi por una milésima de segundo sus ojos otra vez rojos y volver a su azul normal. De repente le pego un puñetazo a Jonathan que le dejó tirado en el suelo, era tan fuerte cuando era él como cuando no lo era, y vino corriendo a nosotras.

-Elisabeth, llévate a Laia y que embarque, yo me quedo con él- miró a Jonathan de reojo- Laia, vete ¿vale? Ve-te.

Me levantó del suelo y me puso en pie y lo mismo hizo con Elisabeth, me dio el equipaje de mano y nos empujó hacia el control. Lo único que pudimos hacer las dos en estado de shock fue andar. Yo en un lapsus de conciencia vi a Dani llevándose a Jonathan fuera del aeropuerto medio zombi.

Elisabeth me dejó una vez hube pasado el control, supongo que fue a ver a Jonathan, yo aun seguía un poco grogui y aun lloraba. Supongo que la gente pensaría que era por alguna despedida demasiado sentimental o quizás ni les importaba.

Me senté en una silla cerca de mi puerta de embarque, supongo que ver el típico cartel de “Wi-fi zone” me devolvió a la realidad. Cogí el móvil que Jonathan me había regalado. Me metí en twitter y vi que mi última actualización había sido 3 meses antes. Yo solía viciarme al twitter y ahora hacia 3 meses que no decía nada y ahora solo podía decir una cosa:

“Estoy viva”

Llamaron para embarcar y subí al avión. Tenía a mi lado las típicas viejecitas que van a la boda de su nieto y se lo cuentan a todo el mundo. A mí me dejaron en el mío en cuanto me miraron. La verdad es que no se qué aspecto tenía en ese momento pero sentía los ojos hinchados.

El vuelo fue bien, también he de decir que me dormí poco después de despegar y me despertaron antes de aterrizar porque una de las “proud grandma” tenía la bandeja bajada. Llegamos a Barcelona muy tarde y no había estrellas en el cielo. Me senté esperando algún bus que me llevara a casa. Sí, me iba a casa otra vez. Dani me dijo que su padre la había comprado y me dio la llave con el billete.

Entonces la vi, una persona extraña aunque la miraras de lejos…

viernes, 24 de septiembre de 2010

Capitulo 19

Jonathan cogió a Harriet y la llevó a la cama. Ninguno de los dos pareció darse cuenta de que a ella se le cayó lo que llevaba en la mano. Lo cogí antes de que se dieran cuanta y me lo guardé en el bolsillo.


Comprobé que Jonathan y su madre estuvieran bien y salí de la habitación. No salí corriendo para no alarmar a Jonathan pero no me faltaban ganas. Intenté no pensar en lo que llevaba en el bolsillo por si hurgaban en mi mente. Jonathan dijo que cuando alguien mentía pensaba en la verdad para ocultarla mejor, así que me centré en otra cosa. No podía dejar de pensar en las últimas palabras de la otra Harriet. Dijo Jonathan, y con melancolía además, ¿qué significaba? ¿Era ese mi Jonathan o no?

Sorprendentemente llegué a la habitación, cerré con pestillo y saqué lo que tenía en el bolsillo. Resultó ser un papel que ponía en letra prolija: “Si le das lo que quiere, te quedas tu parte”

-Y al final no me dijo que quería el Doc...

Llamaron a la puerta, era Jonathan.

-Laia ¿Por qué cierras con pestillo? No voy a matarte.

-No era eso- le contesté mientras abría- ¿cómo está tu madre?

-Bien

-¿Esta vez de verdad?

-Esta vez de verdad

-Laia, creo que… tal vez… deberíamos distanciarnos un poco…solo por si acaso…

-No digas tonterías Jonathan

-Pero…

-Pero nada, oye ¿puedo usar el teléfono?

-Claro, ¿a quién vas a llamar?

-¿No lo sabes ya?

-No creo que sea una buena idea

-Jonathan te voy a pedir un favor- Le cogí la cara con las dos manos obligándole a mirarme, aunque estoy segura que no hacía falta porque al escuchar “favor” me miro expectante- quiero que por hoy, solo por hoy, no te metas en mi cabeza. Al ser uno fácil y el primero que te pido, confío en que lo cumplas sin trampas.

-Lo haré, el teléfono está abajo

-Gracias

Bajé las escaleras corriendo y cogí el teléfono, marque el numero de Dani y me aseguré de que Jonathan no estuviera por allí.

*Hola*

-Dani, soy Laia

*¿Laia?, oye lo de ayer…*

-Da igual Dani, lo he superado, pero necesito que me hagas un favor- ya era la segunda vez en el día que usaba esa palabra, preocupante realmente.

*¿Cuál?-y todos cedían tan fácil…*

-Primero prométeme que Doc. no está por ahí cotilleando

*¿Y vas a confiar en mí?*

-Si… ¿no debería?

*no hay nadie Laia*

Vale, necesito que mires una cosa, resulta que Jonathan está vivo gracias a un pacto que hicieron sus padres. Quiero que me digas que quería Doc. a cambio

*Puedo mirarlo*

-¡Ah! Dani, no sé si te servirá de algo pero tu padre nunca eligió a Jonathan. Si está aquí es por ti.

*Me sirve… Más o menos. Te miro eso y te llamo.

-Gracias Dani

*Te lo debo*

Me pasé el día esperando su llamada, pero no llegó hasta las diez de la noche.

*Laia, no te va a gustar esto*

-Dímelo, no tengo nada que perder

*Es que en el trato, lo que quiere, es a Jonathan… Por cierto, que nombre más feo tiene*

Me reí, hacia mucho que no oía a ese Dani, pero centrándome en el tema, no había forma de salvar a Jonathan. El doc. Era un tipo listo.

*Laia, hay algo…El tipo que hizo el chip renunció hace tiempo, igual puede hacer algo. No sé si recordará nada pero puedes intentarlo.*

-¿Dónde le puedo encontrar?

*Eso es lo malo, el tío esta en Barcelona*

-Iré ¿puedes sacarme el billete?

*¿Para cuándo?*

-¿qué tal para mañana por la tarde?

*Es peligroso Laia*

-Ya pero ni Jonathan ni tu querréis venir conmigo

*sabes que es por tu seguridad*

-Ya, ya

*Mañana a las 7 pm en el aeropuerto de Gitwick. ¿Cómo te doy el billete?*

-Ven a dármelo

*no puedo Laia*

-Llevaré a Jonathan y a Elisabeth conmigo. Ellos me “cuidaran”.

*vale… pues hasta mañana*

Cortó sin esperar respuesta. Sé que no le hacía ilusión ninguna de mis ideas, pero yo tenía que solucionarlo.

-Laia… ¿puedes contármelo ya?

-Jonathan, no te va a gustar

-Lo imaginaba pero... empieza ya.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

capitulo 18

Todo en la habitación estaba oscuro. Mis ojos tardaron en acostumbrarse y poder buscar a Harriet en la oscuridad. Me pregunté si había pasado algo parecido porque todo estaba ordenadísimo y todos seguían unas normas que parecían haber sido dictadas de antemano. Gerald estaba allí, iba y venía según las exigencias de “La Harriet del futuro”. Las persianas estaban bajadas aunque era obvio que nadie allí dormía o estaba enfermo y, ahora que lo pienso, Elisabeth tuvo que girar la llave para entrar. Tenían a Harriet encerrada.




-¡Laia!- parecía sorprendida de verme- ¡Sabía que vendrías!- aunque no lo estaba- ¿Por qué has tardado tanto?

-¿Eres Harriet?- No estaba dispuesta a perder el tiempo, por mucho que Jonathan fuera a matarnos a todos me sentía más segura con él.

-Claro que soy Harriet, sabía que os tenia confundidas pero no pensé que hasta tal punto…

-Seré la más confundida porque estoy segura que fui yo la que le puso Jonathan y la que ha pasado los últimos meses con él. Lo siento pero igual has sido tú la que se ha confundido pensando que vienes del futuro y que Jonathan es una mala persona- Sonaba tranquila, pero no hice ninguna pausa más larga que otra, no le di tiempo a replicarme hasta acabar- Dani te dio un golpe muy fuerte, igual te has hecho daño.

-Es increíble que “La salvadora”, “la heroína”, “la creadora” no se dé cuenta de que está pasando…

-Igual os habéis equivocado y no soy yo. Yo no soy Superman o Harry Potter que tienen destinado salvar el mundo… solo soy Laia…

-Lo dudo pero ¿sabes qué? Sé que eres tú por la fuerza con la que le defiendes, todos sabemos que confías en el más que en nadie y que él será el nuevo “Judas”, solo que tú no lo sabrás, tú no lo verás venir… no sacrificarías el mundo por él… aunque enamorada como estas ahora mismo dudo mucho que me hagas caso…



¡Dios mío! ¿Qué ocurría en esa familia que todos hablaban de mis sentimientos como si hablaran del tiempo? Agradecí que Jonathan no estuviera allí e hice lo imposible por mantener los nervios en si sitio.



-Me encantaría escucharte, me encantará escucharte cuando me des una buena razón para creerme que el Jonathan que está abajo preocupado, esperándome no es mi Jonathan sino alguna especie de ser maléfico que quiere matar a medio mundo.



-¡No medio mundo Laia! ¡El mundo entero!- Se levantó de la cama y se dirigió hacia mí, iba despacio y por el camino comenzó a llorar- una madre tiene que hacer lo que tiene que hacer, aunque este mal Laia- yo no entendía nada, y yo la tenía muy cerca como para echarme atrás- Elisabeth cielo, ¿puedes dejarnos a solas?



Elisabeth me miró para ver qué opinaba yo al respecto. Asentí para darle a entender que nos podía dejar y tras esto todos los empleados se fueron. Todo había sido obra de la niña, todos procedían como procedían porque así lo quería ella. Una vez todos estuvieron fuera Harriet se volvió a sentar en la cama, la mujer seguía llorando y no daba ningún indicio de parar de hacerlo y empezar a contarme cosas. Me ponía nerviosa tanta oscuridad así que me acerqué a la ventana y abrí la persiana. Harriet no dejaba de repetir “yo lo sabía” en plan niña maldita pero cuando la luz iluminó la habitación se ocultó debajo de la sabana gritándome que cerrara.

“ni que fuera un vampiro” pensé yo fiel seguidora de Drácula. Dejé que la persiana no se cerrara del todo para tener, por lo menos, algo de luz. Al menos ahora ni gritaba ni lloraba.


-¿Dónde está Harriet?

-En el futuro, allí está bien. Tranquila Laia, jamás te haría daño.

-Me gusta Jonathan ¿Qué le has hecho?

-Déjame empezar por el principio.

-¡NO!- ambas nos sorprendimos de mi ímpetu y mi fuerza-¡estoy harta de que todos empecéis “por el principio”, decidme lo que me interesa, lo que tengo que saber!

-Pero Laia… esto es importante.



Caí rendida en la mecedora que estaba junto a su cama y esperé a que empezara. No tardó pero esperó a que estuviera cómoda en la silla.



-Jonathan… llevaba 14 meses en coma, no iba a despertar, yo ya no sabía qué hacer y estaba perjudicando a Elisabeth.

-¿cómo quedó en coma?

-No lo sé… nunca he llegado a saberlo. Un día simplemente no se despertó. Y así quedó más de un año. Elisabeth… creo que lloraba pero yo… yo me pasaba día y noche con él, no sabía cómo hacerlo volver… no vivía. Entonces… El padre de Jonathan apareció en escena.

-¿El doctor Stewart? – no sé porqué seguía llamándolo así… seria la costumbre.

-Sí, resulta que tiene una empresa misteriosa que trabaja con enfermos y les ofrece una cura. A todos. Lo malo es… que no le vale el dinero para pagarle… quiere… mucho más y con Jonathan solo le valía una cosa.



Dejó de hablar como pensando en algún recuerdo lejano… y no volvía a hablar.



-Mmm… Harriet… ¿Qué quería?

-¡Ah!- volvió en sí de un salto y me miró- ¿te he dicho ya quien es Jonathan?

-¿Nyklos?

-No, no… me refiero a qué se supone que hace contigo

-Ah! Anoche… para guiarme o no sé qué

-Sí, pero es mucho más que eso Laia, es como tú “escudo humano”. Estáis conectados.

-Ya, ya… lo que sea… pero ¿qué quería el Doc?

-Ahí voy Laia, me dijo que… ¿cómo explicarlo? –Hablaba cada vez más rápido- digamos que controla el chip que le metió. Cuando vea que confías en él lo suficiente lo puede activar para que te mate y después de matarte a ti… ¿sabes cómo va la cosa? Es que si los mata Jonathan el no es sospechoso ni culpable de nada. Nunca le interesó Jonathan hasta que supo que era la antítesis de Daniel… y yo le dejé, me dabas igual tú, el mundo, tu destino, todo. Yo solo quería a mi bebe.



-¿No se lo puedes quitar?

-no sin matarlo o, con suerte, que quede en coma otra vez. Creo que nadie, ni siquiera él pueden desactivarlo… Sin embargo…



Dejó de hablar y se puso a buscar en la habitación. Como si hubiera estado allí antes pero nada estuviera en su lugar.

-¡Tiene que haber algo! No quiero que mates a Jonathan y no puedo evitar confiar en él, es lo único que me queda… es lo único que quiero



Iba bajando la voz por momentos y creo que no escuchó el final… Harriet se giró de golpe con algo en la mano, la puerta se abrió de golpe y por ella apareció Jonathan.



-¡Jonathan!-corrí hacia él para hacer que se marchara.

-Deja que me mate-no me miraba a mí, miraba a Harriet- si voy a hacerte daño, si voy a matarte… ¡Mátame!

-Jonathan…-La voz de Harriet sonó como si no hubiera visto a Jonathan en años. De repente se desvaneció, cayó al suelo y se desmayó. Ambos corrimos hacia ella pero no había nada más que hacer. Harriet abrió los ojos y dijo:

-¡Chicos! ¿Qué ha pasado?

Topicazo de película. Desde luego mi vida parecía una película de terror desde que me desperté en ese hospital y ahora no mejoraba.

domingo, 12 de septiembre de 2010

capitulo 17

Abrí los ojos y me descubrí, otra vez, demasiado pequeña, estaba llorando desconsoladamente con la cabeza hundida en la almohada. Mi madre, sé que era ella, me acariciaba la espalda.


-Tranquila Laia, hija, ya volverá a visitarte, no se ha muerto, se ha ido con su padre a Londres.

-Pero-mi voz aún sonaba a niña ¿cuántos años tenía? 12 años ¿Cómo olvidar esa fecha?- ¿Por qué se ha ido sin despedirse? Sin decirme adiós… nada. Con todo lo que pasamos juntos…

-Igual no le gustan las despedidas cariño, igual sabe algo que nosotras no y quiere evitarlo.

-¿Algo como qué mamá? Encima la última vez que nos vimos nos peleamos y casi me pega ¿Por qué? ¿Qué le he hecho?

-Tranquila Laia, volveréis a veros, te lo prometo.







Esta vez me desperté. Era increíble como las dos veces que dormí en esa casa me asaltaron una serie de recuerdos muy oportunos.

En el Londres actual brillaba el sol, como si el día anterior no hubiera existido, y yo seguía acurrucada en Jonathan. Su olor me hacía sentir segura, pero aun así, estaba intranquila. Le miré detenidamente. Tenía ambos ojos morados y una mejilla cicatrizando. Levanté la mano y le pase el dedo por la cara, no le dolió pero despertó.



-¿Qué haces Laia?

-Es que… te ha hecho daño

-no pasa nada, estoy bien

-No me mientas Jonathan, yo no lo haría.



Me sostuvo la mirada como si estuviera analizando cada letra de lo que le había dicho, quería discutírmelo y no encontraba la manera de hacerlo.

-¿quieres desayunar?- bonita forma de cambiar de tema

- Por favor



Se levantó y me dejó en la inmensidad de la cama, entonces me di cuenta de que se había cambiado de ropa entre la pelea y cuando vino conmigo.

-Jonathan, quítate la camiseta.

-¡Laia!-Se sorprendió, pero lo divertía-vas muy rápido, no sé si me convienes…

-Jonathan, no estoy de broma, quítatela

-no

-Jonathan

-no

-Por favor…

-¿Te acuerdas cuando te dije que todos tenemos cosas que merecían no se contadas? He aquí una de ellas. Así que no. Vamos a desayunar.

Me levanté y le seguí. Ninguno de los dos dijo nada, en el aburrimiento del trayecto comencé a recordar los sueños que había tenido, sé que eran recuerdos, ahora los recordaba, recuerdos a los que en su momento no les había dado importancia, Freud se lo pasaría de lo lindo conmigo. Ahora me daba cuenta de que si mi madre sabia todo esto desde que era pequeña ¿Por qué no lo iba a saber Dani? En realidad se fue por eso, ahora no entendía por qué decía que su padre había elegido a Jonathan cuando estaban aquí por él.

-Es que no se acuerda.

-Hombre, por fin hablas

-¿Qué dices Laia?-Entonces me di cuenta de que no se dirigía a mí. Ya estábamos en la cocina y Jonathan hablaba con Elisabeth, el comentario quedó muy oportuno pero no iba por Dani.

-Mmm… no… nada… lo siento…

Me sumergí en el vaso de leche que tenía delante. Volví a sentirme como cuando conocí a Jonathan: Idiota.

Intenté entender de qué hablaban pero no entendía nada. Creo que había cosas que omitían verbalmente y se las decía de manera que yo no supiera de qué iba. En el fondo me hizo sentir bien, querían que me sintiera parte del paisaje y hablaban en voz alta para que no me sintiera mal.

-¿Sabéis?-ambos me miraron y me avergoncé, mire la leche otra vez- Dicen que cuando vives mucho con alguien llega un día que no hace falta hablar para comunicarse…

-Pues a ver si lo pones en práctica, nos ahorrarías mucha saliva- Elisabeth tenía esa característica que pocos tienen de decirte Idiota con todas las letras y que tú no sepas que te ha insultado.

-Igual… A Jonathan no le gusta…-dije recordando la primera vez que me confesó que me leía la mente- dice que suena feo y que prefiere que haga el ridículo.

Jonathan escupió la leche de la carcajada, lo que provocó las risas, tanto mías como de Elisabeth. Creo que estuvimos así diez minutos. Estábamos de foto, todos riendo a carcajadas, esos ataques de risa que no hay quien pare.



Una vez acabaron las risas Jonathan limpió lo que había hecho. Entonces, como si una luz iluminara mi cerebro me di cuenta de que faltaba alguien.



-¿Y Harriet?-Noté la mirada de complicidad de dos milésimas de segundo entre ellos.

-Harriet está…- Jonathan dejó la frase en el aire, se lo pensó demasiado, me iba a mentir- está un poco confundida.

-Jonathan ¿Qué le pasa?- Le lancé una mirada que decía claramente “Dímelo o lo averiguaré por encima de tu cadáver”

-Es que…

-Tiene un lapsus temporal, ahora cree que viene del futuro y dice que Jonathan no es Jonathan, no se acuerda de quién es el verdadero pero dice que no es el.

-No quiere ni verme, dice que os voy a matar a todos- Volvía a estar decepcionado, toda la charla de anoche para nada.

-Pero… pero no tiene sentido ¿no?- había caído mágicamente en un detalle del que no me habría dado cuenta si Elisabeth no estuviera allí- Tu sabes que es tu hermano ¿no es así?

Asintió con la cabeza y miró a Jonathan

-Es que dice que es muy joven y que las he confundido a las dos- No lo entiendo Laia, yo ni siquiera quería estar aquí…

Miré a Elisabeth

-¿puedo verla?

-¡No Laia! –Jonathan saltó como si hubiera propuesto quemar la casa blanca

-¿Por qué no? Elisabeth, llévame con ella.

-Laia

Me cogió del brazo intentando pararme, me deshice de él y eché a andar, al llegar a la puerta me volví con algo que decir

-No intentes detenerme Jonathan, es una decisión tomada, tú tienes tus cosas y yo las mías y esta solo me compete a mí. Si todo está pasando por mi culpa lo solucionaré, tarde o temprano lo haré.

Me fui detrás de Elisabeth. El se quedó allí, sabía que no tenía sentido pararme y no podía acompañarme porque Harriet lo mataría.

viernes, 3 de septiembre de 2010

capitulo 16

-¡Daniel, ¿qué haces?!


Jonathan bajaba corriendo las escaleras, supongo que leyó mis pensamientos. Se interpuso entre Dani y yo, cogió a Dani de los hombros para evitar que se acercara a mí.

-Vamos hombre, soy telépata no Superman, no tengo súper fuerza. Sólo sé lo que piensas y no me está gustando.

Dani levantó una mano y mandó a Jonathan por los aires. Por algina razón decidió cargarse a Jonathan antes que a mí. Yo quería gritar, sabía que sería en vano, pero se descarga mucha tensión haciéndolo. Además, no poder moverme me ponía muy nerviosa, no podía ver que estaba pasando a mis espaldas, pero Jonathan gritaba cosas para hacerle entrar en razón, pero estaba claro que era inútil, oía cada golpe que Dani le daba a Jonathan y me dolía lo mismo que podía dolerle a él.

-Daniel, déjalo- su voz sonaba muy tranquila para la gravedad de la situación, era obvio que Elisabeth también tenía poderes por que Dani paró en ese instante. Ella se acercó a mi- Tranquila Laia- Me tocó y caí al suelo como cuando sueltan los hilos de una marioneta- ¿Jonathan? Jonathan, ¿estás bien? Lo siento, tendría que haber llegado antes- La voz de la niña hizo que me encogiera el corazón, estaba llorando. Yo aun no me había dado la vuelta para verlo pero ahora tenía menos ganas, no quería ver si a Jonathan le había pasado algo por mi culpa, prefería verlo muerto que verlo…

-Tranquilas chicas, estoy bien- Sonaba muy débil pero estaba vivo.

Dani seguía de pie al lado de Jonathan. Seguía con los ojos rojos pero no hacía nada. Tampoco estoy segura de si respiraba.

-¿qué… le pasa?

-No se pondrá bien hasta que te vayas Lai

-¿irme? Pero…

-Vete a tu habitación, cierra con pestillo y no salgas hasta que yo te diga.

-Pero… No puedo dejaros solos aquí, no… Viene a por mí ¡No puedo dejaros solos ante el peligro!

-Laia, como veras, tengo la situación controlada, así que vete- Los ojos azules de la niña se volvieron más claros aún. Creo que me estaba manipulando porque me levanté y me fui. Llegué a mi habitación y cerré el pestillo sin darme cuenta de lo que hacía.



No sé cuánto tiempo pasé allí, a pesar de que habían traído todas mis cosas olvidaron sutilmente traer el despertador… Por mi estrado de nerviosismo no puedo juzgar correctamente el paso del tiempo, pero pareció una eternidad.

Llamaron a la puerta pero algo en mi interior me dijo que no abriera y después se confirmó en el exterior.

-Laia, no abras. Soy Dani, quería pedirte perdón, aunque sé que no es suficiente. Supongo que no puedo estar mucho tiempo junto a ti porque… paso a la fase “Asesinarte”. No quiero, no la controlo… Odio ser el malo de la película y más si eras tú a quien tengo que matar. Y todo por una estúpida profecía. Lo siento Laia, de verdad, no volveré a verte… y no vengas tu hasta que no estés segura de poder matarme.

-Dani…



Sabía que se había ido, no entendía nada ¿Por qué había vuelto a Dani un psicópata asesinaLaias? ¿De qué profecía hablaba? No, no entendía nada. Al rato vinieron Jonathan y Elisabeth.

-¿Y vuestra madre?

-Está durmiendo, estará bien- Jonathan me cogió y me sentó en la cama y se sentó a mi lado, abrazándome- Laia, yo… tendría que haberlo sabido antes pero la mente de Daniel es un sitio al que no quiero entrar.

-¿y ahora qué? ¿Cuál es esa profecía?

-¿Qué profecía?- Habló Elisabeth con gran curiosidad en la voz.

-No lo sé, Dani dijo algo de la profecía



Jonathan y ella se miraron, estoy casi segura de que hablaban entre ellos mentalmente para que yo no me enterara.

-Tengo derecho a participar de la conversación

Jonathan me miró curioso, pero sabía a que me refería

-¿Para qué fuiste a ver a Harriet?

-No estoy segura, creo que me enfadé antes de que dijera nada.

-¿puedo… verlo?

-Haz lo que quieras, siempre estás en mi cabeza de todas formas.

Cerró los ojos y al rato los abrió sonriendo. No entendía a que venía esa sonrisa cuando yo acabe tan cabreada.

-Es que tiene razón Laia- me desconcertó- estoy aquí por ti. Pero no es por ninguna profecía.

-Si queréis me voy, pero me gustaría saber que está pasando.



De repente me di cuenta de a qué se refería Jonathan, me quemaban las orejas y notaba que me estaba poniendo roja y, en mi blanco natural, se notaba mil veces más que en el supermoreno de Jonathan



-Vete a dormir Elisabeth, no vamos a solucionar nada con Harriet durmiendo y sin Daniel. Mañana lo veremos.

- Vale, buenas noches.



Nos quedamos solos Jonathan y yo. No quería que se fuera pero no se lo iba a decir, aunque mi boca no parecía pertenecerme. Hacia odiosos esfuerzos por mantenerla cerrada y cuando Jonathan llegó a la puerta, simplemente…

-¿Puedes quedarte conmigo?

-Claro Lai, solo tenias que pedirlo.

Una sonrisa iluminó su cara y se acostó a mi lado. En esa cama podría haber dormido también Elisabeth y seguiría sobrando espacio, pero me acurruque a su lado y me dormí en su olor.

jueves, 2 de septiembre de 2010

ESTO NO ES PARTE DE LA HISTORIA! pero me divertia subirlo

Miss Damn era una chica normal, no se diferenciaba mucho de tí y de mí. No superaba los 19, su vida tenia bajones pero seguía adelante. Nadie sabía el nombre de Miss Damn. Habia rumores, claro, y otros muchos aseguraban que Miss era su nombre.
Lo que diferenciaba a Miss Damn de todos nosotros era el misterio que habia a su alrededor. Miss Damn hablaba de ella misma en tercera persona. Nadie a conocia suficiente como para decir algo sobre ella. Nadie sabia lo que hacia Miss Damn en su tiempo libre y los vecinos aseguraban por las noches, pero ¿Vivia sola? ¿y sus padres?

Lo que nadie sabía, ni sabrá nunca, es que Miss Damn no era solo una chica, Miss Damn era una asesina. Todos los que habian conseguido acercarse a ella lo suficiente son incampaces de contar nada, pues ya han caido en su trampa. No intentes conocer a Miss Damn porque te matará. Y esta noche...

Miss Damn está fuera de control. ¿A quién matará hoy? En una noche oscura sin estrellas como esta cualquiera es condidato... incluso
TÚ!