martes, 21 de diciembre de 2010

capitulo 2.7

Para Marina que ha sido la primera en leerlo
Feliz cumple amore...



Creo que pasé en esa bañera sólo un minuto, pero se me hizo eterno… tiendo a hacer que los momentos parezcan más largos de lo que realmente son.


Me ponía realmente nerviosa no oír nada. Jonathan ya no hablaba, de hecho, dejó la conversación a medias y ¿William? Tampoco decía nada. Llegó un momento en que mi paciencia alcanzó su límite y salí. Abrí la puerta no muy segura de lo que podía encontrar. Pero no encontré nada. No estaban ni Jonathan ni William y no se oía nada en la casa como para decir que estuvieran peleando en otra parte de la casa.

No sé por qué pero salí corriendo de mi casa y cogí el primer bus que llevaba a casa de William. Si no estaban en mi casa podrían estar allí y sino… Nada, no se me ocurría nada mejor. Bajé del autobús a 4 calles de su casa. Otra vez empezó a nevar. Realmente tenía un objetivo y quería conseguirlo. Llegué a su casa, pero no había forma posible de entrar sin llamar. Llamé al timbre, nada perdía por probar, y, a pesar de todo, Isabel abrió la puerta.

-En el sótano

Bajé las escaleras corriendo y allí estaban. Jonathan estaba inconsciente encima de una camilla y William se preparaba para… ¿Operar? Yo no pude evitarlo y me tiré encima de William con toda mi rabia contenida y la violencia que salió de partes desconocidas tirándolo al suelo Muy a mi pesar me levantó del suelo sin esfuerzo aparente y m e sentó de golpe en una silla.

-¿Quieres que se lo quite no? Pues tiene que ser rápido porque no se cuanto tiempo tengo- William empezaba asustarme ¿Tiempo? ¿Para qué? ¿Era por Jonathan o era por él?- Quédate ahí quietecita y no molestes.

Realmente no me moví. Lo vi mientras abría a Jonathan y trabajaba con él. No fue una experiencia agradable en absoluto. Jonathan sangraba, Isabel iba y venía ayudando a William y éste no sacaba las manos de Jonathan por mucho que sangrara. Pasó una hora, esta vez de reloj, hasta que William se lavó las manos y se acercó a mí.

-Ya está, creo que funcionará, pero no sé cuánto tiempo, tú si ves el reflejo de Jonathan corre. Si le da otro ataque tardará 3 días en volver, pero volverá. Quedaros en Barcelona 2 semanas más o así por si acaso le vuelve a dar, aunque no debería.

-Pero William…- Yo aún estaba arrinconada en la silla tal y como él me había dejado, muerta de miedo además- Antes no, ahora sí… No lo entiendo, ¿Qué te pasa? ¿Tienes doble personalidad o algo?

-No exactamente, ahora Isabel os llevará a tu casa, no salgáis en, al menos, dos semanas.

-Pero…

-¡Nada de peros Laia, salid de aquí que no queda tiempo!

-¿Y cómo voy a reconocer al William que me ayudará?

-Eso, Laia, no lo sabemos ni tú ni yo…

Diciendo esto abrió una puerta y se fue por ella. Isabel apareció por las escaleras con un hombre, aunque más que un hombre era un gorila. El hombre cogió a Jonathan y empezó a subir. Isabel y yo les seguimos. Al subir al coche me asaltaron las dudas. ¿Qué significaba “no exactamente”? No entendía qué le pasaba y, por lo que parecía, él tampoco.


-Isabel…

Ella levantó la vista de su Ipad y me miró como si que yo le hablara no entrara en sus planes.

-¿De qué conoces a William?

-Pueees… Es una larga historia

-Todos ponéis la misma excusa, pero a ninguno se os ocurre resumir.

-Si resumes, la historia pierde valor.

-¿Y sabes que le pasa?

Su mirada me dejó claro que no, bajó la cabeza y siguió en su Ipad dando por cerrada la conversación. Mujer de pocas palabras desde luego. Tenía que ser una historia muy bonita para que le dejara mangonearla de esa manera, pero algo me decía que nunca llegaría a saberla.

Llegamos a casa y dejaron a Jonathan en la cama de mis padres. Era increíble volver a verlo así, tan vulnerable, tan indefenso… Entonces caí en la cuenta de que no tenía ni la menos idea de cómo tenía que cuidar a Jonathan. Pensé en llamar a William pero algo me decía que mejor no hacerlo. Decidí esperar y ver cómo se desarrollaban los hechos. No era normal que yo tuviera que hacerme responsable de Jonathan, normalmente él cuidaba de mí, no al revés.

Mientras lo miraba dormir recordé la primera vez que abrió los ojos y hablamos. Un tipo de lo más raro, pero después… cambió, no sé.

"-¿Por qué estás aquí?


-intento de suicidio y por unas estúpidas pruebas que no me dejan irme.


-curioso…


-¿qué te parece curioso exactamente?


-has intentado matarte, has sobrevivido y ahora miras la tele como si estuvieras aquí por un constipado… yo no podría, pienso que eres valiente y estúpida a la vez.


-oye, ¿quién te crees que eres?


- me llamo… Lo siento, no lo recuerdo


-¿por qué estás aquí?


-no lo sé, simplemente desperté aquí."
Me entró la risa al recordarlo. Menuda situación más estúpida. Si alguien nos hubiera visto… Yo de los nervios y el tan tranquilo… Solté la carcajada sin más y, sin querer, lo desperté.

-¿Lai? ¿Qué ha pasado?

-No es el momento Jonathan, ¿Estás bien?

-Me siento raro, pero sí.

-Bien, pues sigue durmiendo, me voy a la cama de mi hermana…

-¡Laia!- Me giré extrañada, no solía llamarme así- quédate conmigo…

Me acosté a su lado, me sentía más tranquila con él. Respiraba lentamente. No pude evitarlo y apoyé la cabeza en su pecho para sentirlo respirar. Subiendo y bajando al ritmo de su respiración me quedé dormida.

Me despertó la luz que se metía por los huecos de la persiana, no podía volver a dormir así que puse la tele con el volumen muy bajito y me puse a hacer zapping, él despertó y dijo:

-¿Por qué estás aquí?



sábado, 18 de diciembre de 2010

Capitulo 2.6

-Lai… Es que, con respecto a eso… Tenemos un problema…


Claro que sí, ese era Jonathan. No diría nada sin dar rodeos. Este era un gran defecto, uno de los poquísimos que tenía.

-Sorpréndeme

-Bueno, es que… no me acuerdo

-¿De que no te acurdas? ¿Del problema?

-No, no. Ese es el problema… Es que no me acuerdo de nada desde que…

-¿Desde que…?

-Pues, más o menos… lo último que recuerdo es… cuando estábamos en el aeropuerto. Cuando te…

-Venga Jonathan, puedes acabar la frase. ¿Cuando me atacaste?

-Bueno, -sonaba ofendido- yo le hubiera llamado besarte, pero si te sentiste atacada… aunque creo que tú no opusiste resis…

-Espera, espera, espera, -Le corté. No lo entendía. Si eso era lo último que recordaba, ¿Por qué estaba en mi casa? ¿Qué hacia ahí antes que yo?- ¿No te acuerdas de lo que pasó después del beso?

-Mmm… no… ¿Qué pasó? Laia, ¿te pegué?- sonaba cada vez más y más nervioso- Joder Laia, ¡no me acuerdo! ¿Qué pasó?

-Esto…- ¿Cómo empezar? No se acordaba de nada- No tiene importancia…

Supongo que me delató mi maravillosa cualidad de no saber mentir. Casi sentía cómo rebuscaba en mi cerebro para ver qué había pasado, no podía bloquearlo. No podía ocultarle nada. Pero igual…

-¡Pero igual!- Me tapé los ojos con las manos como si eso fuera a evitar que estuviera en mi cabeza- Igual no es lo mejor que te lo muestre yo. Igual yo… Por lo que siento por ti… Igual lo he exagerado, no sé.

-Pero si yo te he hecho daño a ti, me interesa cómo lo hayas visto tú, no lo que otro cree que he hecho.

-No quiero. No quiero que lo veas de mi. Yo… salí de mí, lo vi todo desde fuera.

-Y si no… ¿Cómo me voy a enterar de lo que te hice?

El silencio llenó la habitación. Yo le miraba a los ojos, sus profundos ojos verdes que casi me pedían por favor que le dejara entrar en mi cabeza.

-Vale… Pero no te enfades.

-¿Con quién?


-Contigo… Por favor.

Lo volví a sentir cómo se metía en mi cabeza. Noté, también, que nunca antes me había dado cuenta cuando Jonathan me leía la mente. Miré a mi alrededor mientras él lo veía todo. Ya era de noche, la luz de la habitación estaba encendida. Miré a Jonathan y volví a quedarme a cuadros. Su reflejó, estaba en la ventana detrás de él. ¡Ahí estaba otra vez!

-Jonathan… tu reflejo…

-No sé dónde está Laia- su voz sonaba ahogada, habría llegado a la peor parte.

-Detrás de ti

Me miró con cara de interrogante y miró a la ventana. Se acercó a ella y tocó su reflejo. Yo lo veía normal, un reflejo como otro cualquiera, pero él…

-¡Laia vete!

-¿Qué?

-¡VETE!

Salí de la habitación y oí cómo Jonathan cerraba la puerta detrás de mí. Estaba asustada. Bajé al salón. Una voz en mi cabeza me gritó “Más lejos”, pero la ignoré. “Aléjate de mí”. Lo oía, pero no quería. No quería dejar a Jonathan otra vez. Vale que no me había esforzado mucho buscándole, pero realmente lo necesitaba. Dejándolo solo causaría más problemas, sobre todo para mí.

Lo mejor que se me ocurrió fue meterme en el baño. El único sitio con pestillo. No me pareció mucho mejor que huir, pero por lo menos no le dejaba. Oí un golpe cuando se abrió la puerta de la habitación.

-¡Laia! ¿Dónde estás?- no sonaba a Jonathan-Sé que estás ahí… Venga sal, que estoy bien.

Me estaba asustando cada vez más. No era él, lo sabía, pero aún así…

-Venga Laia, lo siento. Te juro que no me acordaba.

<< No es él Laia, no es él >>No podía parar de pensar eso…

Jonathan le dio tal golpe a la puerta del baño que del susto me metí en la bañera. Una reacción estúpida realmente, lo sé. Pero era algo que hacía desde pequeña.

-¡LAIA! ¡Sal de ahí! Pero que haces tú aquí Willi…

Dejé de oír a Jonathan. Algo iba peor que mal. ¿Willi? ¿William? ¿Qué hacia William en mi casa? ¿Cómo había entrado?

martes, 7 de diciembre de 2010

capitulo 2.5

-¿Por qué lloro?- estaba a punto de meterle una torta. La alegría de verle estaba dejando de cegarme y recordé el tiempo que pasé preocupada, todo lo que hice, y solo por él- vives en un frasco de mayonesa Jonathan.


-¡Eeeh! ¡El borde soy yo! ¿Qué pasa Laia, España es tu territorio?

-Jonathan, en mi periodo en Barcelona, me he dado cuenta de que, en realidad, eres un cielo.

-¿Me vas a dejar entrar o me vas a tener en la puerta hasta que muera congelado?

-Debería dejarte ahí e irme a mi habitación vacía y olvidarte.

-¿de verdad quieres olvidarme?

No podía soportarlo, su cara me podía. Ver sus ojos verdes, su pelo, volver a oírle como si no hubiera pasado nada… como si no hubiera pasado nada… ¿nada? Le dejé entrar, le dejé campar a sus anchas. Yo me fui a la habitación de mis padres y me tumbé en la cama. Pasaron 10 minutos hasta que Jonathan me encontrara, y eso que mi casa no era muy grande…

-¿de verdad quieres olvidarme?

-no… ¿y tú a mi?

-sería imposible.

-Entonces… ¿no tienes nada que contarme?

-Tienes razón- Le miré expectante esperando su respuesta- Mientras no estabas… me lié con alguien.

-¿Qué?- no era lo que me esperaba

-Jo Laia que inocente eras… si quisiera contarte algo, te lo contaría.

Se acercó y se sentó al otro lado de la cama.

-Te odio Jonathan- Me levanté dispuesta a salir de la habitación pero me paré en seco al oír su voz.

-si me odiaras… Ya no estaría aquí, y lo sabes… en muchos sentidos. No estaría en Barcelona, definitivamente, pero creo que tampoco me hubiera despertado del hospital. Y aunque lo hubiera hecho… no sería yo Laia. No me digas que me odias si no lo sientes, porque no sabes que podría pasar si lo hicieras.

-entonces… deja de mentirme, de ocultarme cosas… me da igual si es por mi bien o no, porque puedes leerme la mente, pero parece mentira que sepas lo que siento, porque si lo supieras dejarías de “protegerme”. Confía en mi Jonathan, por favor…

Se levantó y vino a abrazarme, intente separarme de él pero siempre fue más fuerte que yo.

-Deberías dejar de abrazarme cada vez que la jodes, algún día dejará de funcionarte.

-¿cómo hoy?-me fue soltando poco a poco


-exacto

Salí de la habitación dispuesta a llamar a William para decirle que Jonathan estaba aquí. Pero no me hizo falta llamarle. Ya llamó él a la puerta por mí.

-Oye, me he dejado aquí el móvil

-Jonathan está aquí.

- ¿En serio? ¿Y por qué no me has llamado?

-Touché ¿Dónde está?

Le llevé a la habitación pero Jonathan ya no estaba allí. William pensó más rápido que yo, salió de la habitación y yo le seguí.

-Aquí está tu móvil

-Gracias

-Ya puedes irte

-¿Seguro? Deberías haber visto todo lo que Laia ha hecho por ti mientras estabas “desaparecido”- Jonathan me miró por una fracción de segundo y volvió a centrarse en William- Se ha rebajado mucho para que yo trabaje… ¿no es propio de ella verdad?

-¡¡Un momento!! ¿Qué sabes tú de mí?

-Ay Laia, Laia, ¡Qué inocente eres!

-Y ya van dos

-Yo sé lo que quiero saber

-¡Pero! No sabias nada de Jonathan

-¡Claro que lo sabia! Le puse el chip ¿te acuerdas? Lo único que aún no tengo claro es lo de la sombra. Pero sé lo que quiero, igual que sabía que Jonathan volvería igual que sabia donde estaba escondido.

-dónde…

-Ha estado aquí siempre Laia, estuvo viviendo en tu casa

-¿Cómo podías saber eso?

-Por la nevera…- Jonathan lo dijo casi sin pensar, estaba ausente- Te invito a irte

-Pero Jonathan!

-Sí Jonathan, ¿Por qué iba a irme? ¿Quién te va a quitar el chip?

-Vete.

Yo ya no sabía que decir, esta situación me sobrepasaba, no podía seguir escuchándolos. Sabía que William era un borde pero que fuera el malo de la película… ¿Sabría Dani lo de William? No había hablado con él desde lo del aeropuerto, empecé a sentirme mareada y los gritos alardeando de William no me ayudaban. Lo siguiente que recuerdo es despertar en la habitación de mis padres.

-¿estás bien Lai?

-¿Dónde está William?

-Cuando las cosas van mal el muy… cerdo, se pira

La habitación se quedó en silencio un rato demasiado largo para mi gusto, por fin Jonathan dijo algo…

-Lai, ¿Qué tuviste que hacer para que él trabajara?

-Nada- Me extrañó la pregunta, no sabía a qué se refería- ¿Por?

-Por lo que dijo…

-¡Ah! Solo fue porque dejé que fuera borde conmigo sin responderle… ¿Qué pensabas que era?

- No, nada…

-Jonathan… ¿por qué no viniste a buscarme si estabas aquí?

-Eso, Laia, es una larga historia…

-Pues empieza, tengo tiempo…

sábado, 13 de noviembre de 2010

Capitulo 2.4

-Me voy


Habían pasado dos días desde que le dejara a Jonathan el tweet y no sabía nada de él. Estaba demasiado nerviosa, demasiado preocupada, y si bien a las brujas la preocupación les aumenta el poder, a mí solo me hacia mas irritable. Creo que en el transcurso de esos dos días me peleé diez veces con William y con Isabel… Decidí irme porque si seguía allí terminaría pegando a alguien.

-No puedes irte, aun no ha dejado de nevar

-Veo las noticias, nadie ha muerto por la nieve y oigo a los autobuses pasar por aquí. Cogeré un bus y me iré a casa.

-¡Pero Laia!

-William, si me quedo terminaré haciendo algo de lo que probablemente me arrepienta… Iré a casa por unos días y si no sé nada de Jonathan iré a buscarlo y lo traeré.

-¿Es una decisión tomada?

-Totalmente.

-Supongo que nada va a impedírtelo… pues te dejo irte.

En ese momento dejó de nevar, no lo entendía ¿Por qué lo hizo? Sabía que si me quedaba dos segundos más para preguntárselo cabía la posibilidad de que se arrepintiese, así que cogí las maletas y me fui.

No tardé en encontrar la parada de algún bus que me llevara, cogí uno con el que hice trasbordo y llegué a mi casa en media hora. Había pasado la vida allí pero ya no parecía la misma, sería que estaba sola porque en lo que a aspecto se refiere estaba igual que la última vez que la vi.

Di una vuelta por la casa, la única habitación vacía era la mía, ya que todas mis cosas estaban en casa de Jonathan, dejé mis cosas en la habitación de mis padres y bajé al salón. Encendí la tele, por lo que había electricidad, no se me ocurrió nada mejor que ir al ordenador y encenderlo, quería meterme en twitter.

No me costó mucho pensar quien estaba pagando las facturas, era casi obvio, pero porqué lo hacía no conseguía responderlo. No entendía cuál era la gracia de mantener todo con total normalidad mientras mi vida era un lio, casi un laberinto son salida. Tenía tantas preguntas y tan pocas respuestas que no podía ver la salida… Nada tenía sentido ya. Dónde estaba Jonathan y porqué nadie me llamaba era un completo misterio para mí.

Despertándome de mis ensoñaciones y preguntas sonó el timbre. Salí corriendo, no sé porqué pero pensaba, estaba segura de que era Jonathan, menuda fue mi decepción cuando al abrir la puerta me encontré nada más y nada menos que a…

-¿Qué haces aquí William?- Sé que fui borde al preguntar así, pero mis expectativas iban mucho más allá de William.

-Supongo que debería haberme quedado en casa pero decidí salir, tenía ganas de aire libre. Venía a traerte comida y eso pero si quieres me lo llevo.


-Pasa- estaba agotada y aun no había mirado el twitter- pero no molestes.

-Que cordial eres, me encanta tu recibimiento- noté la ironía de su voz.

-¡Mira quién fue a hablar! Mr. Yosoycoolasiquequiereme, eres lo peor

Le dejé en la cocina y fui al salón, abrí el twitter. Había actualizado todo el mundo menos el que a mí me interesaba. No se para que porras Jonathan tenia twitter si no lo había usado desde que lo creó.

-¡L! ¡Podrías haberme dicho que tenías la nevera llena!

-¿L? ¿Qué son esas confianzas? ¿De qué nevera llena me…Ohhh!- Mi nevera estaba hasta arriba, ¿Cuántos meses habían pasado? ¿Cómo se conservaba todo tan bien?

-¿No te gusta L? Creo que te queda bien

-Da igual, llámame como quieras.

Yo aun no salía de mi asombro. No había pensado en la comida, pero tampoco pensé que tendría la nevera llena.

-Bueno, si no me necesitas me voy L, quédate lo que te he traído, intenta meterlo en esa nevera tan llena que tienes. ¿No me necesitas no?

-No.

-Pues adiós.

-¿No querrás que te acompañe a la puerta no?

-Me lees el pensamiento

-Pues ojalá pudieras leer el mío, así te darías cuenta que no quiero ni verte.

Le acompañé a la puerta y le vi subirse al coche de cristales tintados en el que llegué a su casa. Miré al cielo, estaba muy despejado teniendo en cuenta la nieve que había caído los últimos días.

-hey Mr. Yosoycoolasiquequiereme!!

-¿Sí?

-Lo de la nieve… ¿fuiste tú?

-No, soy superdotado y cool pero no controlo el clima.

-Vale

Cerré la puerta y me esforcé en olvidar lo de la nieve, lo de William, lo de mi nevera, hasta intenté olvidarme de Jonathan. Estaba de vuelta en casa. Subí a la habitación de mis padres y abrí una de mis maletas. Verme ahí con el collar de Jonathan me hizo olvidar que intentaba olvidarle. Salió una lágrima, casi sin querer.

Sonó el timbre otra vez, pensé que era William así que no me di ninguna prisa. Me limpié la lágrima caída y abrí la puerta. Entonces sí, las lágrimas salieron de mí como si no hubieran salido nunca. No era tristeza, era alegría.

-Pero Lai, ¿Por qué lloras?

domingo, 31 de octubre de 2010

Capitulo 2.3

Me desperté de un salto… ¿Qué hacia ese hombre ahí? ¿Cómo no me di cuenta antes? Bajé corriendo a informar a William de este nuevo dato, pero me encontré la casa vacía. Miré por la ventana y seguía nevando, así que no podían estar fuera. ¿Dónde estaban? Tampoco había rastro de Isabel.


Di un par de vueltas por la casa, pero no les encontré, así que decidí encender la tele y esperar… No me quedaban muchas opciones. Desde luego no había una gran programación, así que decidí quedarme viendo Phineas y Ferb, se me hacia raro volver a verlo en español. Pero el maldito canal público no me dejaba ponerlo en inglés.

-¿Ya estás despierta?

Me asusté… pero no tuve una reacción digna de susto, gracias a dios no le di razones para reírse de mi.

-¿Dónde estabas?

-En el sótano- Me miró extrañado como si fuera algo totalmente lógico.

-Ah… El sótano… claro.

Sí, he de reconocer que olvidé mirar ahí…

-Pero Laia, solo son la 9. Pensé que dormirías hasta tarde después de lo de ayer.

-¿Las 9?- Tampoco me había percatado de ese detalle- Bueno es que tuve un sueño… Ah! Sí, de eso quería hablarte.

Apagué la tele y él se sentó a mi lado.

-Creo que… bueno, la muerte de mis padres no fue un accidente.

-¿Por el sueño?

-No fue un sueño, más bien un recuerdo. Cuando llegué al hospital, el doctor que me dijo que habían muerto era el Señor Stewart. No estoy inventándolo William- añadí al ver su cara de inverosimilitud- Te juro que era él.

- No te lo negaré Laia, pero eso ya es muy serio.

-Pero puedes ayudar a Jonathan ¿no?

-Sí, sí… no tiene nada que ver con él. Pero aun así, si ha matado a tu familia… Si solo va a por ti ¿Por qué no te mata directamente?

Era una pregunta realmente buena… ¿Por qué no me mataba directamente?

-¿Querrá hacerme sufrir? Desde luego se está cargando a todo lo que quiero… ¿Quién sabe? Igual hasta hubiera querido a mi hermana si me daba tiempo. ¿Tienes alguna buena noticia para mí?

-Creo que si… tengo todo lo que necesito para quitarle el chip a Jonathan…

-¿Pero?


-Pero necesito que venga aquí para quitárselo.

-¿Eso era el pero?-pregunté aliviada- Voy a llamar a Elisabeth ya mismo.

-Ya lo he intentado yo… no lo coge nadie. También he llamado a Dani pero él tampoco contesta.

-¿Puedo probar yo?

-Claro… pero ¿desayunamos? Llevo a base de cafés desde anoche.

-Vale. Lo veo bien

No me había dado cuenta del hambre que tenia, a decir verdad no había cenado. La cocina no estaba lejos y no era demasiado grande, pero estaba llena de todos los dulces imaginables. Creo que la panadería de la esquina de mi casa no tenía ni la mitad. Me sentí un poco mal al elegir algo… quería cogerlo todo pero me conformé con un donut y un chocolate caliente. Hay que decir que él no se cortó un pelo (aunque, claro, estaba en su casa) Se tomó un café y un donut, una napolitana de chocolate, una ensaimada y cookies. Realmente no entendía como conservaba su figura.

Después del desayuno cogí el teléfono y empecé a marcar los números tanto de Elisabeth como de Dani y Jonathan, pero ninguno contestaba. Intenté llamar a Harriet aunque fue en vano. Después de pensar un rato se me ocurrió una idea, llevaba las de perder pero por intentarlo…

-Oye William, ¿Tienes wi-fi?

-Si

-¿Con contraseña?

-No

Salí corriendo a la habitación y cogí el móvil. Nunca, repito, nunca el wi-fi tarda tanto como cuando tienes prisa. “Vaaamos, vaaamos” ni dándole ánimos iba más rápido.

-¿Para qué quieres el Wi-fi Laia?- Ahora sí que me asuste y el gesto fue acorde al susto que me pegué. William empezó a reírse de manera que me hizo sentir ridiculísima- Perdón, perdón… ¿para qué lo necesitas entonces?

-Porque ya sé cómo hacer que Jonathan salga.

-Sorpréndeme

-No lo entenderías.

-Supongo que no…

Y con esto se marchó, me sorprendió que se rindiera tan fácilmente pero en ese momento no me preocupó, pues twitter acababa de abrirse.

El plan consistía básicamente en actualizar twitter y rezar para que Jonathan lo leyera… en el fondo estaba segura de que lo leería, incluso de que se quejaría por no actualizar desde que salí de Inglaterra.

Por fin me dejó actualizar y mi última actualización quedo así:

“Ya lo tenemos… si no vienes voy a buscarte”

viernes, 15 de octubre de 2010

Capitulo 2.2

-Pues claro que soy yo ¿Qué esperabas? ¿A un viejo canoso y malvado?


Supongo que en realidad sí, pero no le iba a dar la razón. Técnicamente tenía que caerme mal por haber hecho el chip ese.

-¿puedes sacarle el chip a Jonathan?

-Mal empiezas Laia, ni hola, ni por favor… ¿no tienes modales o qué?

-Que haya venido aquí a buscarte no significa que quiera hacer relaciones públicas. Solo quiero que le saques eso, que TÚ has creado, a Jonathan.

-No puedes negar que te gusto- En ese momento empezó a sonar el teléfono e Isabel fue a contestar-Nadie puede evitarlo

-Oye creo que me voy a ir a mi casa, cuando creas que puedes ser útil me llamas.

-No puedes irte a casa… no con esta nieve.

En efecto, estaba cayendo una nevada que dejaría huella histórica. En menos de 10 minutos había caído tanta nieve que tapaba el coche en el que me habían traído. Yo estaba empanada mirando por la ventana. ¿Qué iba a hacer ahora? No quería quedarme en casa de Mr. Yosoycoolasiquequiereme. En algún momento de mi empanación mental Isabel me dio el teléfono diciendo que me buscaban a mí. Esto despertó el interés de Mr. Perfecto y se me puso al lado intentando enterarse de algo.

-Diga

*Laia-era la voz de Elisabeth y sonaba muy lejos- tengo que decírtelo, aunque Daniel cree que es mejor que no lo sepas, pero sé que no me perdonarías si no te lo contara y… *

-¿Qué pasa Elisabeth?-La corté-¡Dilo ya!

*Jonathan ha desaparecido*

-¿Cómo?-perdí los nervios, lo dije muy alto.

*Pues cuando Daniel lo subió al coche ya estaba bien, así que vino a buscarme y lo dejó allí. Cuando volvimos Jonathan ya no estaba allí*

-Pero tiene que estar en algún sitio ¿no?

*Sí… Daniel y mi madre lo están buscando*

-Volveré y os ayudaré.

*No Laia. Si vuelves que sea porque tienes una solución, sino no saldrá.*

Cortó y me dejó escuchando el ruido del teléfono. Miré el aparato como esperando que Elisabeth saliera de dentro, pero solo estaba pensando. Levanté la vista y vi al señor Lemarks.

-Oye… ¿Cómo te llamas?

Se sorprendió de mi pregunta en tal situación.


-William

-Entonces William… ¿Serias tan amable de encontrar una solución a lo de Jonathan?

-Necesito…-Estaba sorprendido de mi cambio de registro-todos los datos que puedas darme de él, sígueme

Realmente no me gusta rebajarme a lo que los demás quieren de mí, pero esta vez lo necesitaba… Era por Jonathan. Bajamos hasta el “sótano”, aunque era más bien su laboratorio. Cogió una libreta y escribió “Sujeto Jonathan”

-Dime todo. Edad, fecha de nacimiento, hobbies, síntomas de antes y después de tener el chip… todo lo que se te ocurra.

-Se llama originalmente Nyklos, nació el 15 de enero, 18 años, es hijo del señor Stewart y de Harriet. Tiene una hermana que se llama Elisabeth… y también es medio hermano de Dani. Puede leer la mente, aunque creo que es desde siempre, creo que es cosa de familia,-yo lo soltaba todo como abstraída, no pensaba en lo que decía… pensaba en dónde podría estar Jonathan- de su enfermedad solo sé que se quedó en coma , que simplemente un día no se despertó. Sé que el señor Stewart le ofreció a Harriet una cura milagrosa a cambio de Jonathan, que por lo que se ve, funciono mejor para el que para ella. Despertó del coma el día 20 de septiembre a mi lado sin recordar nada, al principio era un poco borde, aunque menos que tú. Mmm… tiene una casa enorme, con pisc…

-¡Vale, vale! Su casa no me interesa ¿Nada más?

-Mmm… creo que no… -Me puse a recordar nuestras conversaciones- ¡Ah!

-¿Qué?

-No tiene reflejo

-¿Cómo que no tiene reflejo?- Negué con la cabeza-¿Desde cuándo?

-No lo sé. Recuerdo habérselo preguntado varias veces pero me decía que ni lo sabía ni le importaba… ahora que lo pienso… creo que me mentía.

-Vale, creo que ya tengo suficiente. Sube y dile a Isabel que te lleve a la habitación de invitados. Yo me quedaré aquí investigando.

Subí e hice lo que me dijo. De camino a la habitación, nada comparada con la que tenía en casa de Jonathan, comenzó a hacerme las preguntas típicas de mi cabeza. ¿Qué era Isabel para William? ¿Dónde estaban sus padres? Porque Isabel no podía ser su madre, era demasiado joven. ¿Cómo había llegado a ser así? ¿Cómo acabó con el Sr. Stewart? Tantas preguntas que llegamos a la habitación y me dejó sola pero no me había dado cuenta. Jonathan tiene razón. Cuando busco la respuesta a una pregunta me olvido del resto del universo.

Mis maletas estaban dentro de la habitación, de repente tuve la sensación de que me había dejado una cuando la mujer esa intentó comerme. Pero allí estaban todas.

Me puse el pijama, me acosté, me costó dormirme pero lo hice. Esta vez…. Este sueño, recuerdo, era más reciente. De este no hacia ni un año.

Estaba en el patio del instituto. Con Melanie y Mpi. Oí el sonido de mi móvil, por esa época sonaba St. Jimmy. Llamaba mi padre, pero no era su voz.

*¿Laia Wright?*

-¿Si?

*Llamo desde el hospital-en ese momento se me paró el corazón ¿Qué hacían con el teléfono de mi padre? ¿Que había pasado?-¿Tienes algún adulto que pueda traerte hasta aquí? Algún abuelo o tío quizás*

-¿Qué…? ¿Quién…?

*No creo que sea oportuno hablar de esto por teléfono…*

No tenía a nadie más pero Mpi y Melanie consiguieron que me llevara el personal del instituto al hospital. Cuando llegué solo quedaba mi madre en quirófano, pero ya no podían hacer nada.

Entonces se acercó el doctor a decirme que habían muerto. ¿Cómo no me di cuenta antes? ¡El “Doctor” era, ni más ni menos, que el Sr. Stewart!

domingo, 3 de octubre de 2010

Capitulo 2.1

Miss Damn sale a cazar, ¿qué es lo que ve? Tiene buena pinta para cenar. Se acerca sigilosamente, para sorprender y atacar, pero abre la boca y la obliga a parar.


-¿Sabes? No es lo mismo un sueño que un deseo, los sueños siempre son a lo grande y puedes desear cualquier cosa, incluso amar. Pero eso no lo sueñas ¿verdad?- Miss Damn se queda sin habla y no puede dejar de mirarla- Soy Laia. Barcelona no es tan bonita cuando estás sola… Posiblemente también sea peligrosa. Nunca sabes con quién hablas.

-¿Siempre le sueltas tu vida al primero que pasa?- Hace mucho que Miss Damn no tiene compañía, prefiere comerla antes de que hable y la distraiga.

-Solo desde que conocí a Jonathan… Un tipo raro ¿sabes? Pero muy majo- Mientras hablaba no dejaba de tocarse el collar que tenía en el cuello ¿Qué era? ¿Un amuleto?

•               •             •

Los ojos de esa persona me atravesaban, tenía la impresión de que me devoraba con la mirada. No era lujuria, era hambre

Algo en mi interior me decía que saliera corriendo, pero nunca le he hecho caso a mi interior, supongo que es una forma de rebelarme.

-Mira Laia, no suelo entretenerme mucho con la… gente, y menos en una noche sin estrellas- dudó demasiado entre “la” y “gente”. Estoy segura de que no quería decir eso- Igual debería irme… o igual deberías correr tú

Vale, eso sí que me asustó, igual no hubiera sonado tan siniestro si no hubiera ido bajando la voz cada vez más hasta quedar en un susurro apenas audible.

Salí de allí corriendo ¿Quién era esa persona? No sabía dónde me dirigía pero no me importaba y, aunque por alguna razón no me siguió, yo seguí corriendo hasta que las piernas dejaron de responderme y tuve que parar en un bar. Menos mal que Jonathan me había dado dinero...

•            •              •



Pocos saben la razón por la que Miss Damn no siguió a esa muchacha, yo la sé pero tú no quieres saberlo.

No se le quitó el hambre y la noche era joven, algún otro ser indefenso andaría por la ciudad pensando que estaba seguro. Pero Miss Damn no sigue a sus víctimas, las victimas de acercan deseosas de probar el miedo, Miss Damn se sienta y espera su llegada, hoy aquí, mañana allá.

Tú aún no sabes quién soy ni porqué conozco a Miss Damn y sigo viva. Porque… estoy viva ¿no? No quieras saber más de lo que puedes asimilar… porque no lo puedes asimilar.

•              •             •

-Laia, tenemos que hablar.


-Mmm… ¿hola? ¿Tú quién eres?

Yo estaba sentada en la barra del bar tomando una Coca-Cola. La persona que me había hablado era una mujer medianamente alta, morena y extremadamente elegante, me recordó a la Doctora Saroyan de Bones. Sé que después de casi morir comida por una desconocida debería haberme asustado de que supiera mi nombre pero, por alguna razón, no me asusté en lo más mínimo.

-El Señor Lemarks te estaba esperando. Daniel contactó con él ésta mañana y le habló de ti y tu problema.

¡Oh! Igual se le olvidó mencionarlo mientras luchaba contra Jonathan, consigo mismo, intentaba hacer que yo espabilara y sacar de estado de Shock a Elisabeth. Realmente tenía que agradecerle demasiadas cosas. Eso me llevó a preguntarme qué tal estarían. Ya habían pasado más de tres horas, las pesadillas que ocuparon mi cabeza durante el vuelo volvieron a mi cabeza con ese simple pensamiento.

-Laia- Su voz era como si estuviera controlada, casi mecánica, pero algo me decía que solo era demasiado formal- me gustaría que me acompañaras.

-¿cómo sé que puedo fiarme de ti?

-No sabías si podías fiarte de Daniel y lo hiciste. Sigue tu instinto.

-Mi instinto últimamente me está fallando-contesté al recordar lo que pensé de John Stewart cuando le conocí. Aún así acabé la Coca-Cola y le seguí, no sabía qué me decía mi instinto, pero tampoco tenía muchas opciones.

Cuando salimos había un coche esperándonos.

-Wo, wo, wo, coche negro y cristales tintados… eso sí me da mal rollo ¿No hay algún bus o algo… con más gente con lo que podamos llegar?

-Laia, igual no te has dado cuenta pero son casi las 12, ya no hay buses a esta hora.

La mujer subió al coche y yo me quedé como petrificada en la acera. Al fin y al cabo aún no sabía quién era, tampoco sabía quién era el tal Señor Lemarks. Casi me comen y después aparecía otra persona que pretendía que me fuera con ella en un coche que podría salir perfectamente de una película, justo en la escena en la que secuestran al héroe.

Igual podría llamar a un taxi y pedirle que me llevara a casa. Un taxi, lo más seguro y con cristales normales. Ya vería al señor ese por la mañana, cuando la luz iluminara las calles.

Subí al coche, supongo que la mujer sabia que lo haría porque cuando entré ella estaba muy tranquila usando su Ipad.

-¿Cómo te llamas?

-Isabel

Esa fue toda la conversación que tuvimos en el coche. Por suerte no dijo nada cuando bajé la ventanilla por completo. Por alguna razón me hacía sentir más segura.

El resto del viaje solo escuché los ruidos de la calle, me distraían las luces de los coches que pasaban por nuestro lado, aunque en realidad parecían caracoles a nuestro lado.

Paramos definitivamente en una casa que parecía la mitad de la de Jonathan, tanto de ancho como de alto. Era un dúplex de apariencia normal. Yo estaba muy nerviosa por saber cómo sería la persona que construyó semejante atrocidad y mis uñas estaban pagando las consecuencias.

Entramos a la casa y nos recibió el dueño de la misma.

-¡Bienvenida!

Me quedé a cuadros. El “señor” Lemarks no tenía más de 20 años y su aspecto no tenía nada que envidiar al de Jonathan.

-Tú… ¿eres el señor Lemarks?

Una sonrisa de superioridad apareció en su cara haciendo que se le apreciara una dentadura digna de ser comparada con la de Rian Dawson.

domingo, 26 de septiembre de 2010

Capitulo 20 ¡Último de la 1ª parte!

-Me voy a Barcelona- yo no soy como los demás, no empiezo “por el principio” yo voy donde me da la gana y quería empezar por el final.


-¿para qué?- ¿no lo sabía aún?

-Para salvar…te ¿no lo sabes?

-Me pediste que por un día saliera de ti cabeza y eso he hecho

-Oh! Es verdad –fallo mío- Jonathan tienes un chip controlado por Doc. y lo activará cuando yo confíe en ti más de la cuenta. Solo hay una persona que podría quitártelo y está en Barcelona.

-Y supongo que vas a ir sola…

-si

Se quedó pensando, me miraba con cara de “me vas a abandonar” pero sabía que era por un futuro y yo estaba decidida a irme.

-Llévate a Elisabeth

-Necesito a Elisabeth aquí. Dani vendrá al aeropuerto y solo ella puede controlarlo.

-¿Ella lo sabe?

-Ella sí puede meterse en mi cabeza y estoy casi 100% segura de que ha estado ahí todo el día.

-No lo dudes-era obvio que estaba escuchándolo todo- pero Laia, no sé qué tan limitados son mis poderes.

-Lo controlarás, estoy segura- Y realmente lo estaba.

-¿puedes dejarnos solos Elisabeth? Tengo que hablar con ella

-Como queráis- y así como apareció, desapareció

-Laia, no quiero que esta historia termine aquí

-Y no terminará. Es como en la televisión, una segunda temporada. Volveré antes de que empiece la tercera, lo prometo.

-Te daré dinero… y un móvil…y… no sé Lai, no sé

-Mañana por la mañana haré la maleta y me das lo que quieras, pero ahora necesito dormir.



La mañana siguiente no fue muy agradable. Parecía que yo hacia la maleta y Jonathan la deshacía. Era un ambiente un poco depresivo y mientras, Elisabeth iba controlando gente para practicar con ellos. A la hora de comer, todo el servicio domestico había sufrido los poderes de la niña. Jonathan me había dado más dinero del que había visto en mi vida y un móvil con wi-fi para que, cada vez que tuviera señal, actualizara twitter así el sabría que estaba bien.

A las 6:45 pm ya estábamos en el aeropuerto. Elisabeth fue en busca de algo con chocolate para revitalizarse y así nos quedamos solos Jonathan y yo.


-Laia…

-No, espera Jonathan…

-No Laia, he empezado yo así que calla y escúchame

-Perdón- Me dejó alucinada su respuesta

-Quería que pase lo que pase no te olvides de mi, así que he decidido darte esto- se sacó el colgante que llevaba puesto desde que le conocí y me lo dio- No me olvides ¿vale?

-Sabes que no podría- cogí el colgante y me lo puse

En ese momento llegaron Dani por un lado y Elisabeth por el otro. Dani me dio el billete y fui a facturar la maleta. No sé qué pasó mientras no estaba pero no creo que hubiera mucha conversación.

Llegó el momento de la despedida, sé que no me iba para siempre pero las despedidas siempre dan un poco de pena.

-Jonathan… quédate con esto- me saqué la muñequera que me había regalado y se la di, sentía que se lo debía- sé que me la has regalado tú, pero es lo más importante que tengo.

Realmente me lo esperaba, pero me sorprendí igual y me sorprendí mas cuando lo acepté y le besé yo también. Igual ese fue mi error, o igual fue por lo de la muñequera, pero Jonathan bajó las manos de mi pelo a mi cuello y empezó a apretar. Eso sí que no me lo esperaba, ni yo ni nadie. Mientras yo intentaba salir de entre sus manos Elisabeth y Dani saltaron hacia Jonathan.

La pequeña lloraba y Dani se interpuso entre Jonathan y yo. Era increíble como la situación había cambiado en dos días. Conseguí salir de sus brazos, lloraba desconsoladamente y apenas podía respirar.

-¡LAIA VETE!- pude ver a Dani luchando consigo mismo por mantenerse en Dani y no en Daniasesinalaias.

Pero yo no podía moverme. Sabía que no era Jonathan pero, aun así, eran sus ojos, sabía que no era él pero, aun así, eran sus manos, sabía que no era él pero, aun así… Me dolía más de lo que puedo explicar-¡LAIA!- y parecía que nadie alrededor se percataba de lo que estaba sucediendo entre nosotros cuatro. Elisabeth se acercó a mí, ella estaba tan en shock como yo.

-Laia, no puedo con él- los ojos de la niña parecían a punto de salir de sus orbitas- ¡No puedo! ¡Laia vete! Necesito a Daniel consciente, no puedo yo sola con los dos. No puedo Laia, ¡Es mi hermano!

Miré a Dani a punto de caer, vi por una milésima de segundo sus ojos otra vez rojos y volver a su azul normal. De repente le pego un puñetazo a Jonathan que le dejó tirado en el suelo, era tan fuerte cuando era él como cuando no lo era, y vino corriendo a nosotras.

-Elisabeth, llévate a Laia y que embarque, yo me quedo con él- miró a Jonathan de reojo- Laia, vete ¿vale? Ve-te.

Me levantó del suelo y me puso en pie y lo mismo hizo con Elisabeth, me dio el equipaje de mano y nos empujó hacia el control. Lo único que pudimos hacer las dos en estado de shock fue andar. Yo en un lapsus de conciencia vi a Dani llevándose a Jonathan fuera del aeropuerto medio zombi.

Elisabeth me dejó una vez hube pasado el control, supongo que fue a ver a Jonathan, yo aun seguía un poco grogui y aun lloraba. Supongo que la gente pensaría que era por alguna despedida demasiado sentimental o quizás ni les importaba.

Me senté en una silla cerca de mi puerta de embarque, supongo que ver el típico cartel de “Wi-fi zone” me devolvió a la realidad. Cogí el móvil que Jonathan me había regalado. Me metí en twitter y vi que mi última actualización había sido 3 meses antes. Yo solía viciarme al twitter y ahora hacia 3 meses que no decía nada y ahora solo podía decir una cosa:

“Estoy viva”

Llamaron para embarcar y subí al avión. Tenía a mi lado las típicas viejecitas que van a la boda de su nieto y se lo cuentan a todo el mundo. A mí me dejaron en el mío en cuanto me miraron. La verdad es que no se qué aspecto tenía en ese momento pero sentía los ojos hinchados.

El vuelo fue bien, también he de decir que me dormí poco después de despegar y me despertaron antes de aterrizar porque una de las “proud grandma” tenía la bandeja bajada. Llegamos a Barcelona muy tarde y no había estrellas en el cielo. Me senté esperando algún bus que me llevara a casa. Sí, me iba a casa otra vez. Dani me dijo que su padre la había comprado y me dio la llave con el billete.

Entonces la vi, una persona extraña aunque la miraras de lejos…

viernes, 24 de septiembre de 2010

Capitulo 19

Jonathan cogió a Harriet y la llevó a la cama. Ninguno de los dos pareció darse cuenta de que a ella se le cayó lo que llevaba en la mano. Lo cogí antes de que se dieran cuanta y me lo guardé en el bolsillo.


Comprobé que Jonathan y su madre estuvieran bien y salí de la habitación. No salí corriendo para no alarmar a Jonathan pero no me faltaban ganas. Intenté no pensar en lo que llevaba en el bolsillo por si hurgaban en mi mente. Jonathan dijo que cuando alguien mentía pensaba en la verdad para ocultarla mejor, así que me centré en otra cosa. No podía dejar de pensar en las últimas palabras de la otra Harriet. Dijo Jonathan, y con melancolía además, ¿qué significaba? ¿Era ese mi Jonathan o no?

Sorprendentemente llegué a la habitación, cerré con pestillo y saqué lo que tenía en el bolsillo. Resultó ser un papel que ponía en letra prolija: “Si le das lo que quiere, te quedas tu parte”

-Y al final no me dijo que quería el Doc...

Llamaron a la puerta, era Jonathan.

-Laia ¿Por qué cierras con pestillo? No voy a matarte.

-No era eso- le contesté mientras abría- ¿cómo está tu madre?

-Bien

-¿Esta vez de verdad?

-Esta vez de verdad

-Laia, creo que… tal vez… deberíamos distanciarnos un poco…solo por si acaso…

-No digas tonterías Jonathan

-Pero…

-Pero nada, oye ¿puedo usar el teléfono?

-Claro, ¿a quién vas a llamar?

-¿No lo sabes ya?

-No creo que sea una buena idea

-Jonathan te voy a pedir un favor- Le cogí la cara con las dos manos obligándole a mirarme, aunque estoy segura que no hacía falta porque al escuchar “favor” me miro expectante- quiero que por hoy, solo por hoy, no te metas en mi cabeza. Al ser uno fácil y el primero que te pido, confío en que lo cumplas sin trampas.

-Lo haré, el teléfono está abajo

-Gracias

Bajé las escaleras corriendo y cogí el teléfono, marque el numero de Dani y me aseguré de que Jonathan no estuviera por allí.

*Hola*

-Dani, soy Laia

*¿Laia?, oye lo de ayer…*

-Da igual Dani, lo he superado, pero necesito que me hagas un favor- ya era la segunda vez en el día que usaba esa palabra, preocupante realmente.

*¿Cuál?-y todos cedían tan fácil…*

-Primero prométeme que Doc. no está por ahí cotilleando

*¿Y vas a confiar en mí?*

-Si… ¿no debería?

*no hay nadie Laia*

Vale, necesito que mires una cosa, resulta que Jonathan está vivo gracias a un pacto que hicieron sus padres. Quiero que me digas que quería Doc. a cambio

*Puedo mirarlo*

-¡Ah! Dani, no sé si te servirá de algo pero tu padre nunca eligió a Jonathan. Si está aquí es por ti.

*Me sirve… Más o menos. Te miro eso y te llamo.

-Gracias Dani

*Te lo debo*

Me pasé el día esperando su llamada, pero no llegó hasta las diez de la noche.

*Laia, no te va a gustar esto*

-Dímelo, no tengo nada que perder

*Es que en el trato, lo que quiere, es a Jonathan… Por cierto, que nombre más feo tiene*

Me reí, hacia mucho que no oía a ese Dani, pero centrándome en el tema, no había forma de salvar a Jonathan. El doc. Era un tipo listo.

*Laia, hay algo…El tipo que hizo el chip renunció hace tiempo, igual puede hacer algo. No sé si recordará nada pero puedes intentarlo.*

-¿Dónde le puedo encontrar?

*Eso es lo malo, el tío esta en Barcelona*

-Iré ¿puedes sacarme el billete?

*¿Para cuándo?*

-¿qué tal para mañana por la tarde?

*Es peligroso Laia*

-Ya pero ni Jonathan ni tu querréis venir conmigo

*sabes que es por tu seguridad*

-Ya, ya

*Mañana a las 7 pm en el aeropuerto de Gitwick. ¿Cómo te doy el billete?*

-Ven a dármelo

*no puedo Laia*

-Llevaré a Jonathan y a Elisabeth conmigo. Ellos me “cuidaran”.

*vale… pues hasta mañana*

Cortó sin esperar respuesta. Sé que no le hacía ilusión ninguna de mis ideas, pero yo tenía que solucionarlo.

-Laia… ¿puedes contármelo ya?

-Jonathan, no te va a gustar

-Lo imaginaba pero... empieza ya.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

capitulo 18

Todo en la habitación estaba oscuro. Mis ojos tardaron en acostumbrarse y poder buscar a Harriet en la oscuridad. Me pregunté si había pasado algo parecido porque todo estaba ordenadísimo y todos seguían unas normas que parecían haber sido dictadas de antemano. Gerald estaba allí, iba y venía según las exigencias de “La Harriet del futuro”. Las persianas estaban bajadas aunque era obvio que nadie allí dormía o estaba enfermo y, ahora que lo pienso, Elisabeth tuvo que girar la llave para entrar. Tenían a Harriet encerrada.




-¡Laia!- parecía sorprendida de verme- ¡Sabía que vendrías!- aunque no lo estaba- ¿Por qué has tardado tanto?

-¿Eres Harriet?- No estaba dispuesta a perder el tiempo, por mucho que Jonathan fuera a matarnos a todos me sentía más segura con él.

-Claro que soy Harriet, sabía que os tenia confundidas pero no pensé que hasta tal punto…

-Seré la más confundida porque estoy segura que fui yo la que le puso Jonathan y la que ha pasado los últimos meses con él. Lo siento pero igual has sido tú la que se ha confundido pensando que vienes del futuro y que Jonathan es una mala persona- Sonaba tranquila, pero no hice ninguna pausa más larga que otra, no le di tiempo a replicarme hasta acabar- Dani te dio un golpe muy fuerte, igual te has hecho daño.

-Es increíble que “La salvadora”, “la heroína”, “la creadora” no se dé cuenta de que está pasando…

-Igual os habéis equivocado y no soy yo. Yo no soy Superman o Harry Potter que tienen destinado salvar el mundo… solo soy Laia…

-Lo dudo pero ¿sabes qué? Sé que eres tú por la fuerza con la que le defiendes, todos sabemos que confías en el más que en nadie y que él será el nuevo “Judas”, solo que tú no lo sabrás, tú no lo verás venir… no sacrificarías el mundo por él… aunque enamorada como estas ahora mismo dudo mucho que me hagas caso…



¡Dios mío! ¿Qué ocurría en esa familia que todos hablaban de mis sentimientos como si hablaran del tiempo? Agradecí que Jonathan no estuviera allí e hice lo imposible por mantener los nervios en si sitio.



-Me encantaría escucharte, me encantará escucharte cuando me des una buena razón para creerme que el Jonathan que está abajo preocupado, esperándome no es mi Jonathan sino alguna especie de ser maléfico que quiere matar a medio mundo.



-¡No medio mundo Laia! ¡El mundo entero!- Se levantó de la cama y se dirigió hacia mí, iba despacio y por el camino comenzó a llorar- una madre tiene que hacer lo que tiene que hacer, aunque este mal Laia- yo no entendía nada, y yo la tenía muy cerca como para echarme atrás- Elisabeth cielo, ¿puedes dejarnos a solas?



Elisabeth me miró para ver qué opinaba yo al respecto. Asentí para darle a entender que nos podía dejar y tras esto todos los empleados se fueron. Todo había sido obra de la niña, todos procedían como procedían porque así lo quería ella. Una vez todos estuvieron fuera Harriet se volvió a sentar en la cama, la mujer seguía llorando y no daba ningún indicio de parar de hacerlo y empezar a contarme cosas. Me ponía nerviosa tanta oscuridad así que me acerqué a la ventana y abrí la persiana. Harriet no dejaba de repetir “yo lo sabía” en plan niña maldita pero cuando la luz iluminó la habitación se ocultó debajo de la sabana gritándome que cerrara.

“ni que fuera un vampiro” pensé yo fiel seguidora de Drácula. Dejé que la persiana no se cerrara del todo para tener, por lo menos, algo de luz. Al menos ahora ni gritaba ni lloraba.


-¿Dónde está Harriet?

-En el futuro, allí está bien. Tranquila Laia, jamás te haría daño.

-Me gusta Jonathan ¿Qué le has hecho?

-Déjame empezar por el principio.

-¡NO!- ambas nos sorprendimos de mi ímpetu y mi fuerza-¡estoy harta de que todos empecéis “por el principio”, decidme lo que me interesa, lo que tengo que saber!

-Pero Laia… esto es importante.



Caí rendida en la mecedora que estaba junto a su cama y esperé a que empezara. No tardó pero esperó a que estuviera cómoda en la silla.



-Jonathan… llevaba 14 meses en coma, no iba a despertar, yo ya no sabía qué hacer y estaba perjudicando a Elisabeth.

-¿cómo quedó en coma?

-No lo sé… nunca he llegado a saberlo. Un día simplemente no se despertó. Y así quedó más de un año. Elisabeth… creo que lloraba pero yo… yo me pasaba día y noche con él, no sabía cómo hacerlo volver… no vivía. Entonces… El padre de Jonathan apareció en escena.

-¿El doctor Stewart? – no sé porqué seguía llamándolo así… seria la costumbre.

-Sí, resulta que tiene una empresa misteriosa que trabaja con enfermos y les ofrece una cura. A todos. Lo malo es… que no le vale el dinero para pagarle… quiere… mucho más y con Jonathan solo le valía una cosa.



Dejó de hablar como pensando en algún recuerdo lejano… y no volvía a hablar.



-Mmm… Harriet… ¿Qué quería?

-¡Ah!- volvió en sí de un salto y me miró- ¿te he dicho ya quien es Jonathan?

-¿Nyklos?

-No, no… me refiero a qué se supone que hace contigo

-Ah! Anoche… para guiarme o no sé qué

-Sí, pero es mucho más que eso Laia, es como tú “escudo humano”. Estáis conectados.

-Ya, ya… lo que sea… pero ¿qué quería el Doc?

-Ahí voy Laia, me dijo que… ¿cómo explicarlo? –Hablaba cada vez más rápido- digamos que controla el chip que le metió. Cuando vea que confías en él lo suficiente lo puede activar para que te mate y después de matarte a ti… ¿sabes cómo va la cosa? Es que si los mata Jonathan el no es sospechoso ni culpable de nada. Nunca le interesó Jonathan hasta que supo que era la antítesis de Daniel… y yo le dejé, me dabas igual tú, el mundo, tu destino, todo. Yo solo quería a mi bebe.



-¿No se lo puedes quitar?

-no sin matarlo o, con suerte, que quede en coma otra vez. Creo que nadie, ni siquiera él pueden desactivarlo… Sin embargo…



Dejó de hablar y se puso a buscar en la habitación. Como si hubiera estado allí antes pero nada estuviera en su lugar.

-¡Tiene que haber algo! No quiero que mates a Jonathan y no puedo evitar confiar en él, es lo único que me queda… es lo único que quiero



Iba bajando la voz por momentos y creo que no escuchó el final… Harriet se giró de golpe con algo en la mano, la puerta se abrió de golpe y por ella apareció Jonathan.



-¡Jonathan!-corrí hacia él para hacer que se marchara.

-Deja que me mate-no me miraba a mí, miraba a Harriet- si voy a hacerte daño, si voy a matarte… ¡Mátame!

-Jonathan…-La voz de Harriet sonó como si no hubiera visto a Jonathan en años. De repente se desvaneció, cayó al suelo y se desmayó. Ambos corrimos hacia ella pero no había nada más que hacer. Harriet abrió los ojos y dijo:

-¡Chicos! ¿Qué ha pasado?

Topicazo de película. Desde luego mi vida parecía una película de terror desde que me desperté en ese hospital y ahora no mejoraba.

domingo, 12 de septiembre de 2010

capitulo 17

Abrí los ojos y me descubrí, otra vez, demasiado pequeña, estaba llorando desconsoladamente con la cabeza hundida en la almohada. Mi madre, sé que era ella, me acariciaba la espalda.


-Tranquila Laia, hija, ya volverá a visitarte, no se ha muerto, se ha ido con su padre a Londres.

-Pero-mi voz aún sonaba a niña ¿cuántos años tenía? 12 años ¿Cómo olvidar esa fecha?- ¿Por qué se ha ido sin despedirse? Sin decirme adiós… nada. Con todo lo que pasamos juntos…

-Igual no le gustan las despedidas cariño, igual sabe algo que nosotras no y quiere evitarlo.

-¿Algo como qué mamá? Encima la última vez que nos vimos nos peleamos y casi me pega ¿Por qué? ¿Qué le he hecho?

-Tranquila Laia, volveréis a veros, te lo prometo.







Esta vez me desperté. Era increíble como las dos veces que dormí en esa casa me asaltaron una serie de recuerdos muy oportunos.

En el Londres actual brillaba el sol, como si el día anterior no hubiera existido, y yo seguía acurrucada en Jonathan. Su olor me hacía sentir segura, pero aun así, estaba intranquila. Le miré detenidamente. Tenía ambos ojos morados y una mejilla cicatrizando. Levanté la mano y le pase el dedo por la cara, no le dolió pero despertó.



-¿Qué haces Laia?

-Es que… te ha hecho daño

-no pasa nada, estoy bien

-No me mientas Jonathan, yo no lo haría.



Me sostuvo la mirada como si estuviera analizando cada letra de lo que le había dicho, quería discutírmelo y no encontraba la manera de hacerlo.

-¿quieres desayunar?- bonita forma de cambiar de tema

- Por favor



Se levantó y me dejó en la inmensidad de la cama, entonces me di cuenta de que se había cambiado de ropa entre la pelea y cuando vino conmigo.

-Jonathan, quítate la camiseta.

-¡Laia!-Se sorprendió, pero lo divertía-vas muy rápido, no sé si me convienes…

-Jonathan, no estoy de broma, quítatela

-no

-Jonathan

-no

-Por favor…

-¿Te acuerdas cuando te dije que todos tenemos cosas que merecían no se contadas? He aquí una de ellas. Así que no. Vamos a desayunar.

Me levanté y le seguí. Ninguno de los dos dijo nada, en el aburrimiento del trayecto comencé a recordar los sueños que había tenido, sé que eran recuerdos, ahora los recordaba, recuerdos a los que en su momento no les había dado importancia, Freud se lo pasaría de lo lindo conmigo. Ahora me daba cuenta de que si mi madre sabia todo esto desde que era pequeña ¿Por qué no lo iba a saber Dani? En realidad se fue por eso, ahora no entendía por qué decía que su padre había elegido a Jonathan cuando estaban aquí por él.

-Es que no se acuerda.

-Hombre, por fin hablas

-¿Qué dices Laia?-Entonces me di cuenta de que no se dirigía a mí. Ya estábamos en la cocina y Jonathan hablaba con Elisabeth, el comentario quedó muy oportuno pero no iba por Dani.

-Mmm… no… nada… lo siento…

Me sumergí en el vaso de leche que tenía delante. Volví a sentirme como cuando conocí a Jonathan: Idiota.

Intenté entender de qué hablaban pero no entendía nada. Creo que había cosas que omitían verbalmente y se las decía de manera que yo no supiera de qué iba. En el fondo me hizo sentir bien, querían que me sintiera parte del paisaje y hablaban en voz alta para que no me sintiera mal.

-¿Sabéis?-ambos me miraron y me avergoncé, mire la leche otra vez- Dicen que cuando vives mucho con alguien llega un día que no hace falta hablar para comunicarse…

-Pues a ver si lo pones en práctica, nos ahorrarías mucha saliva- Elisabeth tenía esa característica que pocos tienen de decirte Idiota con todas las letras y que tú no sepas que te ha insultado.

-Igual… A Jonathan no le gusta…-dije recordando la primera vez que me confesó que me leía la mente- dice que suena feo y que prefiere que haga el ridículo.

Jonathan escupió la leche de la carcajada, lo que provocó las risas, tanto mías como de Elisabeth. Creo que estuvimos así diez minutos. Estábamos de foto, todos riendo a carcajadas, esos ataques de risa que no hay quien pare.



Una vez acabaron las risas Jonathan limpió lo que había hecho. Entonces, como si una luz iluminara mi cerebro me di cuenta de que faltaba alguien.



-¿Y Harriet?-Noté la mirada de complicidad de dos milésimas de segundo entre ellos.

-Harriet está…- Jonathan dejó la frase en el aire, se lo pensó demasiado, me iba a mentir- está un poco confundida.

-Jonathan ¿Qué le pasa?- Le lancé una mirada que decía claramente “Dímelo o lo averiguaré por encima de tu cadáver”

-Es que…

-Tiene un lapsus temporal, ahora cree que viene del futuro y dice que Jonathan no es Jonathan, no se acuerda de quién es el verdadero pero dice que no es el.

-No quiere ni verme, dice que os voy a matar a todos- Volvía a estar decepcionado, toda la charla de anoche para nada.

-Pero… pero no tiene sentido ¿no?- había caído mágicamente en un detalle del que no me habría dado cuenta si Elisabeth no estuviera allí- Tu sabes que es tu hermano ¿no es así?

Asintió con la cabeza y miró a Jonathan

-Es que dice que es muy joven y que las he confundido a las dos- No lo entiendo Laia, yo ni siquiera quería estar aquí…

Miré a Elisabeth

-¿puedo verla?

-¡No Laia! –Jonathan saltó como si hubiera propuesto quemar la casa blanca

-¿Por qué no? Elisabeth, llévame con ella.

-Laia

Me cogió del brazo intentando pararme, me deshice de él y eché a andar, al llegar a la puerta me volví con algo que decir

-No intentes detenerme Jonathan, es una decisión tomada, tú tienes tus cosas y yo las mías y esta solo me compete a mí. Si todo está pasando por mi culpa lo solucionaré, tarde o temprano lo haré.

Me fui detrás de Elisabeth. El se quedó allí, sabía que no tenía sentido pararme y no podía acompañarme porque Harriet lo mataría.

viernes, 3 de septiembre de 2010

capitulo 16

-¡Daniel, ¿qué haces?!


Jonathan bajaba corriendo las escaleras, supongo que leyó mis pensamientos. Se interpuso entre Dani y yo, cogió a Dani de los hombros para evitar que se acercara a mí.

-Vamos hombre, soy telépata no Superman, no tengo súper fuerza. Sólo sé lo que piensas y no me está gustando.

Dani levantó una mano y mandó a Jonathan por los aires. Por algina razón decidió cargarse a Jonathan antes que a mí. Yo quería gritar, sabía que sería en vano, pero se descarga mucha tensión haciéndolo. Además, no poder moverme me ponía muy nerviosa, no podía ver que estaba pasando a mis espaldas, pero Jonathan gritaba cosas para hacerle entrar en razón, pero estaba claro que era inútil, oía cada golpe que Dani le daba a Jonathan y me dolía lo mismo que podía dolerle a él.

-Daniel, déjalo- su voz sonaba muy tranquila para la gravedad de la situación, era obvio que Elisabeth también tenía poderes por que Dani paró en ese instante. Ella se acercó a mi- Tranquila Laia- Me tocó y caí al suelo como cuando sueltan los hilos de una marioneta- ¿Jonathan? Jonathan, ¿estás bien? Lo siento, tendría que haber llegado antes- La voz de la niña hizo que me encogiera el corazón, estaba llorando. Yo aun no me había dado la vuelta para verlo pero ahora tenía menos ganas, no quería ver si a Jonathan le había pasado algo por mi culpa, prefería verlo muerto que verlo…

-Tranquilas chicas, estoy bien- Sonaba muy débil pero estaba vivo.

Dani seguía de pie al lado de Jonathan. Seguía con los ojos rojos pero no hacía nada. Tampoco estoy segura de si respiraba.

-¿qué… le pasa?

-No se pondrá bien hasta que te vayas Lai

-¿irme? Pero…

-Vete a tu habitación, cierra con pestillo y no salgas hasta que yo te diga.

-Pero… No puedo dejaros solos aquí, no… Viene a por mí ¡No puedo dejaros solos ante el peligro!

-Laia, como veras, tengo la situación controlada, así que vete- Los ojos azules de la niña se volvieron más claros aún. Creo que me estaba manipulando porque me levanté y me fui. Llegué a mi habitación y cerré el pestillo sin darme cuenta de lo que hacía.



No sé cuánto tiempo pasé allí, a pesar de que habían traído todas mis cosas olvidaron sutilmente traer el despertador… Por mi estrado de nerviosismo no puedo juzgar correctamente el paso del tiempo, pero pareció una eternidad.

Llamaron a la puerta pero algo en mi interior me dijo que no abriera y después se confirmó en el exterior.

-Laia, no abras. Soy Dani, quería pedirte perdón, aunque sé que no es suficiente. Supongo que no puedo estar mucho tiempo junto a ti porque… paso a la fase “Asesinarte”. No quiero, no la controlo… Odio ser el malo de la película y más si eras tú a quien tengo que matar. Y todo por una estúpida profecía. Lo siento Laia, de verdad, no volveré a verte… y no vengas tu hasta que no estés segura de poder matarme.

-Dani…



Sabía que se había ido, no entendía nada ¿Por qué había vuelto a Dani un psicópata asesinaLaias? ¿De qué profecía hablaba? No, no entendía nada. Al rato vinieron Jonathan y Elisabeth.

-¿Y vuestra madre?

-Está durmiendo, estará bien- Jonathan me cogió y me sentó en la cama y se sentó a mi lado, abrazándome- Laia, yo… tendría que haberlo sabido antes pero la mente de Daniel es un sitio al que no quiero entrar.

-¿y ahora qué? ¿Cuál es esa profecía?

-¿Qué profecía?- Habló Elisabeth con gran curiosidad en la voz.

-No lo sé, Dani dijo algo de la profecía



Jonathan y ella se miraron, estoy casi segura de que hablaban entre ellos mentalmente para que yo no me enterara.

-Tengo derecho a participar de la conversación

Jonathan me miró curioso, pero sabía a que me refería

-¿Para qué fuiste a ver a Harriet?

-No estoy segura, creo que me enfadé antes de que dijera nada.

-¿puedo… verlo?

-Haz lo que quieras, siempre estás en mi cabeza de todas formas.

Cerró los ojos y al rato los abrió sonriendo. No entendía a que venía esa sonrisa cuando yo acabe tan cabreada.

-Es que tiene razón Laia- me desconcertó- estoy aquí por ti. Pero no es por ninguna profecía.

-Si queréis me voy, pero me gustaría saber que está pasando.



De repente me di cuenta de a qué se refería Jonathan, me quemaban las orejas y notaba que me estaba poniendo roja y, en mi blanco natural, se notaba mil veces más que en el supermoreno de Jonathan



-Vete a dormir Elisabeth, no vamos a solucionar nada con Harriet durmiendo y sin Daniel. Mañana lo veremos.

- Vale, buenas noches.



Nos quedamos solos Jonathan y yo. No quería que se fuera pero no se lo iba a decir, aunque mi boca no parecía pertenecerme. Hacia odiosos esfuerzos por mantenerla cerrada y cuando Jonathan llegó a la puerta, simplemente…

-¿Puedes quedarte conmigo?

-Claro Lai, solo tenias que pedirlo.

Una sonrisa iluminó su cara y se acostó a mi lado. En esa cama podría haber dormido también Elisabeth y seguiría sobrando espacio, pero me acurruque a su lado y me dormí en su olor.

jueves, 2 de septiembre de 2010

ESTO NO ES PARTE DE LA HISTORIA! pero me divertia subirlo

Miss Damn era una chica normal, no se diferenciaba mucho de tí y de mí. No superaba los 19, su vida tenia bajones pero seguía adelante. Nadie sabía el nombre de Miss Damn. Habia rumores, claro, y otros muchos aseguraban que Miss era su nombre.
Lo que diferenciaba a Miss Damn de todos nosotros era el misterio que habia a su alrededor. Miss Damn hablaba de ella misma en tercera persona. Nadie a conocia suficiente como para decir algo sobre ella. Nadie sabia lo que hacia Miss Damn en su tiempo libre y los vecinos aseguraban por las noches, pero ¿Vivia sola? ¿y sus padres?

Lo que nadie sabía, ni sabrá nunca, es que Miss Damn no era solo una chica, Miss Damn era una asesina. Todos los que habian conseguido acercarse a ella lo suficiente son incampaces de contar nada, pues ya han caido en su trampa. No intentes conocer a Miss Damn porque te matará. Y esta noche...

Miss Damn está fuera de control. ¿A quién matará hoy? En una noche oscura sin estrellas como esta cualquiera es condidato... incluso
TÚ!

lunes, 30 de agosto de 2010

capitulo 15

Para Yaiza... mi lectora secreta ^^

“Jonathan, no te pongas así, tranquilízate. Ya no puede hacer mucho ¿no? Sabes que solo te escucharé a ti”




Este pensamiento pasó por mi cabeza al menos 300 veces, no quería que Jonathan fuera el que saliera perdiendo. Estaba en su casa, tenía derecho a algo de paz.

No sé si me escuchó o no, pero pareció tranquilizarse, se tiró a la piscina y buceó un rato (demasiado largo para unos pulmones normales) mientras Dani se acercó y se sentó a mi lado.

-Al final te has ido

-¿te sorprende?

-¡Me hablas!

-¿te sorprende?-en realidad no quería hablarle, pero antes o después tendría que hacerlo.

-No y Si, no al primer “te sorprende” y si al segundo. Pero jamás pensé que acabarías aquí. En una casa llena de gente que no conoces.

-Conozco a Jonathan

-no lo conoces- iba a decir algo mas pero lo callaron

-Mira, si vienes a meter baza ya te estás pirando-La cara de Jonathan, y su tono, eran tranquilos, pero yo sabía que por dentro estaba hirviendo de rabia- He arreglado con John y me deja que Laia esté aquí.

Supongo que a partir de eso la conversación continuó como si yo no estuviera, porque el tema ya no era yo.

-¿Porque te eligió a ti?-había tanto odio como tristeza en esa pregunta- ¿que vio en ti?



-no dramatices- Jonathan tenía ese poder de ocultar emociones que hacia indescifrables sus sentimientos- no fui yo a quien eligió primero

-no soy yo el bastardo

Con esta frase terminó la conversación, pues aparecieron Harriet y Elisabeth con las hamburguesas y nos llamaron a cenar. Hubo mucha tensión en la mesa, Harriet explicó que llamó a Dani porque quería hacerme una “bienvenida”, pero nadie se atrevió a decirle lo inoportuna que era su visita.

Después de la cena, Dani se fue, Elisabeth y Harriet se fueron a sus respectivas habitaciones y Jonathan me acompañó a mi habitación.

-Laia, no quiero que vayas a ver a mi madre

-Tengo que ir, al fin y al cabo, es su casa

-Estas aquí por mí, no por ella. Soy yo el que… nada, da igual.

-No me dejes a medias, Jonathan, sabes que no me gusta.

-Lo siento Laia, pero no te lo puedo contar, me voy Lai, no vayas porfa, no sé qué te contará.

-siempre tendrás la última palabra y lo sabes.

Se fue con una sonrisa en la cara, supongo que sabía que era verdad, me levanté, no sabía porqué pero aun no tenía que ir a ver a Harriet.

Perdí el tiempo en la ventana, Londres tenía su punto (aunque volvía a llover), la lluvia mojaba la ventana, dejando una imagen perfecta del recorrido de las gotas.


Me dormí en la ventana, me desperté mucho mas tarde y me dirigí al despacho de Harriet. Estaba esperándome y con ella estaba Dani, otra vez.

-Laia, pasa cielo- Harriet sonaba rendida, como si estuviera haciendo algo que le habían obligado a hacer.

-¿Qué haces aquí?- se lo pregunté directamente a él.

-Necesitaba estar aquí.

-Laia, escúchame… mi hijo… digamos que… depende de ti.

-No te entiendo.

-Te ha dicho lo que se espera de ti, bueno, pues el padre de Dani y de Nyklos está casi seguro de que él se despertó solo para acompañarte, para guiarte, quiero pensar que no es así, que tiene vida propia pero, llevaba meses en coma hasta que lo pusimos contigo. Esa confianza que tenéis… me lleva a pensar que es verdad.



-Esa confianza…- No sé porque pero me tocó la fibra sensible- se llama amistad. No puedo creer que llevara meses en coma y que solo os preocupe yo. Es tu hijo joder, -empecé a subir la voz- y tú… quieras, que no, es tu hermano. ¡No entiendo nada! ¿Qué problema tienes?

-Laia, no te confundas, a mi no me importas nada, yo solo quiero que mi hijo esté bien y si tiene que estar a tu lado para eso solo te pido que no te vayas, porque te necesita.

-Bueno… a mi si me importas más tu Laia- Tanto Harriet como yo miramos a Dani- pero se ve que el destino no quiere que nos llevemos bien.

-¿por qué no? Antes éramos… uña y carne, inseparables, y ahora…

-No depende de mí Laia.

-Bueno ¿podemos concentrarnos?- Harriet ya no era tan simpática y dulce, estaba nerviosa.

De repente los ojos de Dani se pusieron rojos, le pegó a Harriet y la dejó inconsciente en el suelo.

-¡DANI!

Me levanté corriendo e intenté esconderme, el dijo algo que no entendí y me dejó paralizada, iba a matarme, estaba segura. Quería correr, quería gritar y solo podía pensar que se acercaba el momento antes tan deseado y ahora tan temido. “no quiero morir” ¿Qué iba a hacer? “no quiero morir, no quiero”

sábado, 28 de agosto de 2010

capitulo 14

Salí de la habitación en busca de Jonathan. Tardé casi media hora en encontrarlo, aunque igual se me hizo largo por aburrimiento. Media hora para que terminara encontrándome él.


-¡Laia! Vamos al jardín.

Sonaba mas a una orden que a una sugerencia, pero le seguí, aunque, como no, haciendo preguntas al respecto.

-¿Por qué vamos al jardín?

-Porque me gusta, además, no lo has visto aún.

-¿Cómo que no?

-no

-¿no es “el jardín” lo de la entrada?

-No-se rió, no estoy segura de porque-eso solo es la entrada. El jardín está detrás.

Al llegar me pregunté si en algún momento dejaría de sorprenderme esa casa. Supongo que si hubiera hecho sol habría pensado que estaba en California, en alguna de esas supermansiones de la gente famosa. Jardín, piscina, barbacoa y…

-¿Eso de ahí es un jacuzzi?

-En efecto

Jonathan se estaba divirtiendo de lo lindo. Era más que obvio que eso era un jacuzzi pero, aun así, necesitaba preguntarlo en voz alta.

-Oye cielo-detrás de nosotros salió Harriet-¿Por qué no cenamos fuera? No es California pero el día no está mal- al decir esto último me dejó pensando hasta que se fue, por lo tanto no tengo ni idea de lo que dijeron.

Mientras yo seguía en trance Jonathan se fue a la piscina. Le seguí, nos sentamos con los pies dentro de la piscina. Aún tenía la duda en la cabeza así que la formulé.

-Jonathan, tu madre… ¿También puede leer la mente?

-¿ha dicho algo que hayas pensado?

-Más o menos

-¿Lo dices por lo de California?

-¿Cómo lo sabes?

-Bueno… porque yo sí puedo hacerlo. No lo sé Laia, aunque sea mi madre, en el fondo, esa mujer sigue siendo un misterio para mí.

-Comprendo…

El silencio inundó la escena. Solo se oían ruidos en el interior de la casa. Ahora se acercaban unos pasos, demasiado ligeros, casi pequeños.


-Hola chicos-me encantaba su voz, tenía un sonido especial-Esto… Jonathan… Mamá dice que si puedes sacar las cosas para comer en fuera. Están bajo la escalera.

-Claro, ya voy- La niña se fue. Parecía tan frágil y tan fuerte a la vez-Lai, quédate aquí.

-Jonathan… ¿puedo acompañarte?

-¿para qué Lai?

-Es que, digamos que aún no se llegar a mi habitación, aunque me quede poco tiempo tengo que aprender a llegar a ciertos lugares de la casa. Si te acompaño, al menos, sabré llegar a algún lugar.

Se quedó pensando, y cuando ya pensaba que se iría sin mí dijo:

-Vale ven- pude ver la resignación en su cara-igual siempre puedes llamarme cuando te pierdas

-¿Cómo antes?

-¿Cómo crees que te encontré?

-¿me buscabas?

-Claro, fui a tu habitación y ya no estabas. Tenía que decirte donde estábamos.

Me levanté y le seguí. El camino no era difícil. Era, básicamente, seguir el pasillo. Bajo la escalera había una habitación más, del tamaño de mi habitación en Barcelona, es decir, normal. Allí tenían un “trastero” aunque allí había tesoros más que trastos.

-Saca otra silla que viene otra persona

Creo que terminé colgada del ventilador de techo cuando la oí. Jonathan se rio de mi un buen rato, hasta que se dio cuenta de lo que le pedían.

-¿Quién viene?

-Una persona, da igual, tu saca otra silla-La voz de Harriet no ocultaba muy bien que era una persona “no-bienvenida”

-¿Qué persona?-Jonathan empezaba a irritarse y eso no sucedía mucho.

-DA IGUAL NYKLOS! ¡NO TIENES QUE SABERLO TODO!

Nos dejó allí plantados. Jonathan estaba blanco, no parecía el. Y en mi cabeza aún sonaba “Nyklos, Nyklos, Nyklos”

No era un buen momento para preguntar por ello, lo sabía, Jonathan seguía en sus pensamientos. Cogí una silla más y volví a la piscina seguida por él. Lo único que no soportaba era no saber qué hacer o decir para ayudarle, el seguía a lo suyo y notaba que se deprimía cada vez mas. Yo podía ayudar a cualquiera, subirle el ánimo a quien me lo pidiera… pero a los que quiero… Eso siempre es más difícil.

-Jonathan…

-Laia, me he dejado allí la luz de los mosquitos… ¿puedes ir tu?

-claro…

Volví y por el camino me encontré con Gerald. Salía de una habitación con el letrero típico de “Llamar antes de entrar”. Cogí el mosquitero y le pregunté a Jonathan por ese lugar.

-Es el despacho de Harriet

-Jonathan… no te enfades por eso…

-No es eso Laia, es que…- Me miró. Pude ver en sus ojos verdes toda la angustia que sentía- es que no la conozco, te lo juro, con los demás aún, aún, pero ella es otro mundo para mi ¿Cómo puedo vivir así?

-Y, sin embargo, sigues aquí.

-Lo sé…-volvió la vista a la piscina, donde estábamos sentados, y jugueteó con los pies en el agua- Quiero conocerla, pero se cierra, además, Elisabeth es un cielo, con ella sí que tengo confianza…

Yo escuchaba cada palabra que decía, oía cada emoción que podía en cada palabra. Jonathan siempre había sido muy sincero, con sus sentimientos, con lo que le pasaba por la cabeza, siempre que no me hiciera daño…

-Jonathan, quédate con ella, habla con ella, dile lo que me has dicho a mí y seguro que se abre más, dale tiempo.

No pude evitarlo y le abracé. El se sorprendió más que yo y, para sorprenderme a mí, me abrazó también.

-¿Interrumpo algo?

Dani estaba en el marco de la puerta con esa actitud de chulito que no soportaba.

-¿Tú eres el invitado?- Jonathan volvió a perder el color

-Eso parece

¿ESO PARECE? Ahora sí que Jonathan no volvería a hablar a su madre, la había cagado pero que muy bien.

lunes, 9 de agosto de 2010

capitulo 13

Me desperté. No sabía dónde estaba, solo había oscuridad, y ese olor tan conocido. Bajé los pies de la cama pero no tocaban el suelo. Supongo que era la primera vez que esto me asustaba.


Se abrió la puerta, la silueta que por ella asomaba me resultaba demasiado familiar, encendió la luz.

-¿Has tenido una pesadilla cariño?-su voz era tan dulce. No era posible, era científicamente improbable, igual era un sueño.

-¿Mamá?

Ahí estaba ella, guapa hasta recién levantada, se sentó a mi lado en la cama y me arropó.

-Toma Laia-me dio un vaso de leche. Cuando le puse mis manos alrededor vi unas manos demasiado pequeñas para ser mías- No puedes asustarte de las pesadillas Laia, algún día el mundo dependerá de ti. Tienes que ser valiente, valiente como todos los Wright.

Ahora sí me desperté de verdad, abrí los ojos y la luz solar iluminaba la habitación, dándole un color cálido y reconfortante. En el sofá, en la otra punta de la habitación, estaba Jonathan. Levantó la vista en cuanto me desperté y quedé sentada del susto. A su lado estaba su madre.

-¿Has tenido una pesadilla cariño?- su voz también era dulce, pero no era mi madre, no tenía el mismo efecto tranquilizador.

-No, ha sido… un sueño demasiado real.

Jonathan se levantó y se fue, lo que sorprendió más a su madre que a mí. Yo sabía que había una extraña y desconocida razón para hacerlo. Parecía como si ella no lo conociera, o lo hiciera menos que yo.

-Mmm… oye Laia, me gustaría hablar contigo sobre algo que me preocupa sobre mi hijo.

La miré expectante, había algo que me hacía pensar que no me lo diría por las buenas. No iba a malgastar saliva en vano.

-¿Podrías venir esta noche a mi oficina?

-no sé dónde está

-Lo sabrás.

Fe fue y al rato apareció Jonathan con un vaso de leche en la mano, se sentó en la cama y me lo dio.

-¿Por qué?

-no lo sé- era raro pero sabia a lo que se refería, lo que no entendía era por qué no le sacaba la respuesta a su madre.

-¿Sabes? Ella es la única persona a la que nunca he conseguido leerle la mente- yo, que estaba sumergida en mi vaso de leche, levanté la cabeza- No sé por qué.


-Es el poder de las madres, Jonathan, si supiéramos que piensan nuestras madres nos sentiríamos tristes o, muchas veces, culpables, de cualquier problema que ellas tuvieran y, como las mamás no quieren ver tristes a sus hijos, ocultan lo que realmente sienten para que nosotros seamos un poquito más felices.

El me escuchaba atentamente, como si estuviera esperando que le dijera eso desde hacía años.

-Jo Laia…-Bajó la mirada un segundo y después me miró directamente a los ojos- ¡TE HE ECHADO DE MENOS!

Mientras decía esto saltó encima de mí abrazándome y consiguiendo que lo que me quedaba de leche se me cayera encima y sobre la cama, mi recién estrenada cama.

-Uish, voy a tener que arreglar esto.-Se levantó y fue a cerrar la puerta.-Bueno Laia, sal de la cama, no puedo hacerla contigo ahí.

Me levanté de la cama y vi como Jonathan corría a deshacerla para luego hacerla otra vez.

-Pero Jonathan, tienes tropecientas personas trabajando aquí ¿Por qué haces la cama tu? ¿Y porque con tanta prisa?

-Todos tenemos cosas que merecen no ser contadas.

-no me lo dirás nunca, vale

- Porque no te cambias Laia? Creo que tienes algún pijama en el armario, esta anocheciendo ya, así que no saldremos, aunque si quieres ponerte ropa…

-Está bien Jonathan, podré apañarme, déjalo…- No pude aguantar la risa al verlo “intentando” hacer la cama- ya la hago yo, pero vete, así puedo cambiarlo.

Salió de la habitación llevándose las sabanas sucias, esperé hasta que cerró la puerta para hacer nada. Me giré, abrí el armario y me sorprendieron dos cosas. Primero, la enormidad del armario y segundo, ver allí todo mi ropa. Toda.

Me puse ropa, no quería ir en pijama, no me sentía cómoda.

miércoles, 28 de julio de 2010

capitulo 12

-Creo que he hablado demasiado.


A pesar de su bronceado se notaba que se había ruborizado, ¿Cómo porras pretendía que me fuera a vivir con el después de soltarme ese bombazo? Tenía que cambiar de tema, no sé cuál de los dos estaba más rojo y no era el mejor momento.

-Pero seguirán buscándome, y en tu casa me encontraran en lo que tarde en devolverte tu ropa.

-No Laia, lo que quieren es tenerte controlada, no encerrada.

-Pero…

-Laia, ¡deja de buscarle peros! ¿Qué quieres? ¿Vagabundear por Londres durante unos días sin lugar donde dormir, sin baño, sin nada? ¿Cuánto crees que te duraría mi dinero? ¿Cuánto crees que tardaran en encontrarte y volver a dormirte para encerrarte? Esta vez no lo dejarían pasar, si hiciera falta te atarían a la cama. No es una buena idea ¿verdad?

No lo era, tenía razón, era mi mejor opción. Lo mirara desde lo mirara, era la mejor opción

-no empiezas a tener sueño Laia?

-Sí, no sé porque

-No iban a tardar mucho…

-vale, voy contigo, pero solo por un tiempo… corto

-vale, ven

Se levantó, estaba satisfecho por haber conseguido lo que quería, yo dudaba de que alguna vez no lo consiguiera. Le seguí, notaba el sueño y, tras un bostezo, le dije:

-Sabes que tarde o temprano tendrás que decirme tu nombre ¿no?

-Espero que sea muy tarde. No creo que nadie que quiera a su hijo sea capaz de ponerle un nombre como el mío, le pregunté a mi madre si me odiaban o algo, pero dijo que era por un tío mío… era pirata ¿sabes?- y por lo bajo añadió- igual le odiaban a él

-Eso solo aumenta mi curiosidad

-creo que mejor me callo, hoy soy yo el que la caga cada dos por tres, estarás contenta.

-Pues… no demasiado- me pesaban los ojos, se me cerraban e iba a caer dormida en el siguiente pestañeo-¿y tu casa está muy lejos?

-Nope- se paró en seco, lo que, unido a mi lenta reacción, hizo que me chocara- hemos llegado

Enfrente nuestro se abrió una puerta de, al menos, 3 metros de alto, que llevaba a un jardín enorme, olía a césped recién cortado, desde la puerta había un camino de piedra que llevaba hasta la casa, rectifico, hasta la grandísima mansión, donde vivía Jonathan.

Creo que aquel espectáculo me despertó, no podía cerrar los ojos y, para ser sinceros, tampoco la boca.


-Vamos Laia, no te quedes ahí- el ya estaba a mitad de camino- y cierra la boca que te van a entrar moscas.

Comencé a andar mirando a mi alrededor, no lo podía creer ¿cómo podía haber semejante mansión en el centro de Londres?

Jonathan me esperó en la puerta hasta que llegué, allí un señor mayor cogió mis cosas y se las llevó.

-Es Gerald, el mayordomo, tranquila, se ha llevado tus cosas a tu habitación.

Yo seguía flipando. Esa casa era de película: Largas escaleras llevaban al piso de arriba, habitaciones a los dos lados del recibidor y pasillos detrás de los dos lados de las escaleras.

-¡Hijo!- Una mujer de belleza indudable bajaba las escaleras, estaba claro a quién había salido Jonathan- Oh! Tú debes de ser Laia, bienvenida, soy Harriet, madre del aquí presente-señalo a Jonathan con la cabeza- Enséñale la casa muchacho, ¡no te quedes ahí parado!

-a ello me disponía cuando llegaste mamá.

-pues nada, os dejo tranquilos- y desapareció por uno de los pasillos.

Jonathan me empezó a enseñar la casa. Montones de puertas y cuadros, eso era lo único que recordaba de cada pasillo. Dudaba en encontrar el baño cuando lo necesitara.

-Tranquila Lai, hay otro al lado de tu habitación- estaba feliz- y… puedes hablar, nadie va a cortarte la lengua en cuanto abras la boca.

-me dijiste que me entrarían moscas-la cara con la que me miró fue indescriptible, supongo que era en plan “corta el rollo”- ¿Estás seguro de que solo os sobra una habitación?

-Si- una sonrisa le iluminó la cara- tienes que tener en cuenta que toda la gente que trabaja aquí vive aquí y luego está Elisabeth.

-Quien es Elisabeth?

-Yo soy Elisabeth.

A mi espalda sonó una voz fina, elegante y, me atrevo a decir que, algo pija. Me di la vuelta y vi a una niña de 12-14 años, rubia platino y ojos azul cielo.

-Laia, Elisabeth, mi hermana… como ves ella tiene un nombre normal.

-hola- no sabía que decir

-¿os puedo acompañar a su habitación?

Jonathan me miró buscando mi aprobación, yo miré a la niña y asentí. Volvimos a andar, aunque no mucho, vi otro baño y en la puerta de enfrente estaba mi habitación. No pude evitar sorprenderme otra vez, estaba claro que lo tenían todo planeado, encima de la cama estaba mi bolsa, pero en la habitación estaban todas las cosas que había perdido en el viaje Barcelona-Londres.

Era enorme, tenía balcón y dos ventanas, era redonda, era alucinante.


-¿Te gusta Lai?

No podía responder, no podía salir de mi asombro, era la habitación que no puedes ni soñar, simplemente perfecta.

Entré despacio, observando cada detalle. Me senté en la cama, eso la hacía más perfecta. Una cama. No me dio tiempo a acostarme, simplemente me dormí.

lunes, 26 de julio de 2010

capitulo 11

-Venga, sin cachondeos.


-¿quieres saber mi nombre?

-Mmm… creo que no, no voy a poder cambiártelo ahora.

-mejor, mi nombre no es… -hablaba con cara de asco, lo que me hacía pensar que no le gustaba-bueno, supongo que lo que Dani quería que te contara es que… somos hermanos, en realidad, solo compartimos padre y por eso yo no he salido de Londres. Creo que no le gusta que sea mayor que él.

-¿cuántos años tienes?

- 18

-pero, entonces… tenéis la misma edad ¿no?

-Sí, pero yo tengo medio año más. Yo soy de enero y él es de…

-Julio-le corté, lo sabía, Dani era mi amigo al fin y al cabo- ¿de qué día?

-del 15

Ahora estábamos en lo más alto del London eye. Hay que reconocer que las vistas eran buenísimas, me gustaban las alturas, me ayudaban a pensar.

-No lo olvidaré, 15 de enero… Jonathan… ¿porque me has traído aquí?

-Porque me dijiste que te gustaban las alturas y no se me ocurrió nada mejor. De alguna manera tenias que perdonarme que después de echarte la bronca hiciera lo que ibas a hacer tú.

-¿Qué te ha hecho pensar que te perdonaría así?

-No lo sabía, pero tenía que intentarlo, no tenía nada que perder aparte de nosotros y si no lo intentaba, ya lo había perdido.

-Vale… sígueme contando… ¿conozco a vuestro padre?

-Si… antes de decirte quien es…-miré por la ventana poniendo los ojos en blanco, ya empezaba a desviarme el tema- yo no elegí a mi padre… es el que me tocó…-asentí sin tener ni idea de por dónde iban los tiros- Es… John Stewart

-¿¡El psicólogo?!

-El mismo…

-Pero… Joder, Jonathan, ¿por qué no me lo dijiste antes?

-porque… si te lo decía… me cambiarían de habitación… no quería… alejarme de ti.

-Pero al final te fuiste sin mí y por cuenta propia

-No eres la única que no sabe enfrentar sus miedos Laia, cielo.


En ese momento llegamos abajo otra vez. Me dejo pensando su respuesta ¿a que podía tenerle miedo? Intenté con toda mi fuerza que este pensamiento no saliera de mi cabeza, lo que me llevó a otra cuestión…

-¿Cómo has conseguido esa información?

-¿Por?

-He preguntado primero

-Pues contesta primero

-Jonathan!

-Laia

-¡Jo! Es solo que… si lo has leído en la mente de alguien… ¿Cómo puedes saber que no te engañan?

-Muy fácil- creo que esta pregunta le divertía. La gente, cuando piensa una mentira, está pensando en la verdad para poder ocultarla mejor, así que yo, después de 18 años de práctica, sé distinguirlos.

Estaba orgulloso de poder distinguirlo, creo que también lo estaba de poder contárselo a alguien, no estoy segura.

-Igual-continuó- esta vez, solo me lo dijeron. Vi partidas de nacimiento y tal. Yo no… no tuve que leer más que papeles.

-Jonathan…-era una pregunta rara pero tenía que hacerla- Por que el padre de Dani…, vuestro padre quiero decir, ¿por qué decidió quedarse aquí contigo?

-No lo sé, creo que también me odia por eso. Laia…mmm… ¿dónde vas a ir ahora?

Cuando me quise dar cuenta estábamos sentados en un banco, en un parque lleno de enamorados en el césped porque, por una vez en Londres, hacia sol. Supongo que los londinenses aprovechaban al máximo las horas de sol.

-No lo sé Jonathan… solo sé que no quiero volver allí

-Lo suponía, es que había pensado algo… piénsatelo antes de decir que no ¿vale?- me miro ¿Qué se suponía que tenía que hacer?- Prométemelo.

-Vale Jonathan, prometo pensarlo.

Es que, desde que me fui… Me he ido con mi madre. Están separados y tal. Bueno el caso es que, sobra una habitación y he pensado que, como no tienes donde ir ni nada, podías quedarte con nosotros.

De repente me miró directamente a los ojos, sus ojos verdes brillaban más que nunca. No sé si era una ilusión o simplemente el sol, pero le hacían parecer de otro mundo. No estaba segura de querer irme a vivir con él, quizás si hubiera sido su propia casa… pero ¿qué iba a hacer yo en casa de su madre?


-Lo has hablado con ella Jonathan?

-¿Con mi madre? Ella lleva pidiéndome que te mudes allí desde que aparecí… no debí decir eso.

-¿Por qué… por qué quiere que me vaya allí?

-¿no te ríes?-negué con la cabeza- vale, es porque… porque antes del accidente, antes de conocerte,… antes era, no, ahora soy más… ¿feliz? Dice que es feo que me enamore de la novia de mi hermano pero hay cosas que no se pueden evitar.

La última frase… me mató, mi cabeza iba más rápido que un formula 1 y no estaba segura de no marearme. No me estaba riendo, había cumplido, pero tampoco sabía exactamente cómo reaccionar.

Tenía que decirle algo, la intriga parecía devorarle, y yo… abrí la boca por fin. No sé si pronuncié bien, creo que mi voz fue casi inaudible y no creo que mi léxico fuera correcto.

-Jonathan- aun me temblaban las rodillas- primero, Dani no es mi novio, y segundo… ¿Estás enamorado de mi?

martes, 20 de julio de 2010

capitulo 10

Para Marina... este es para ti (L)

Tres días después de aquella pelea, Jonathan no había vuelto. Me preguntaba dónde habría ido para poder pasar allí tanto tiempo. Yo seguía enfadada con Dani por hacer que Jonathan se fuera, y no lo hacía más fácil que viniera todos los días, además, como yo no le hablaba, solo me veía ver la televisión. Se iba cuando me dormía, que volvía a ser muy seguido.


Ese día tampoco vino Dani, así que pude pensar tranquila, llegué a la conclusión de que Jonathan no iba a volver, el mismo Jonathan que casi me mata cuando me iba sin él. Y, llegada a esa conclusión, pensé que me iba a ir. Eso de dormir todo el día me ayudó a ejecutar mi plan, bueno, en cuanto al sueño.

Cuando me trajeron la comida, no la comí, decidí guardarla en las cajas de tiritas que había en el armario de la tele. Metí mi ropa en la bolsa de la papelera, como la ultima vez, me dirigí a la camilla de Jonathan y cogí el dinero que le había sobrado de cuando fuimos a Londres, no quería robarle, pero no volvería, así que…, cogí también su ropa, no sabía que haría en la calle, pero igual me convenía llevar más ropa de la que tenia.

En cuanto se llevaron la bandeja me cambié, sabía que no volverían a verme ni nada. Igual me acosté en la camilla y puse la tele, no podía salir mientras hubiera gente por allí y eso ocurriría tarde.

Cuando ya eran las 11 sonó la puerta, me di prisa y me tapé entera para que no me vieran vestida. Por ella apareció Dani.

-Siento no haber podido venir antes Laia, pero mi padre insiste en que tengo que seguir con mi vida.

Yo, en mi voto de silencio, no contesté. Él ni se inmutó, llevaba dos días haciéndolo, seguí viendo la tele y él se sentó a mi lado. El tiempo pasaba y no se iba. Sabía que se iría en cuanto me durmiera, así que me di la vuelta y fingí caer en un sueño profundo.

Cuando él, por fin, me creyó, me besó en la frente y se fue. Me pregunté si eso lo haría siempre, pero nunca sabría la respuesta.

Cuando se hicieron las cuatro de la madrugada, me puse las zapatillas y cogí la bolsa. Conocía el camino hacia la salida, por lo que, mientras no hubiera nadie, no habría problema.

Salí casi sin hacer ruido, las luces estaban todas apagadas, no veía casi nada así que se me agudizó el oído. No oía pasos. El problema llegó en la salida. Allí había alguien vigilando y me costaría librarme de él.

Asomé la cabeza para ver si dormía, a estas horas debía ser yo la única despierta. No era así, el chico estaba despierto (y digo “chico” porque no superaría los 25 años), no como en las películas, mirando la tele, no, este, además, estaba atento.

Me senté, cerré los ojos para pensar mejor, quería estar fuera, quería salir de allí, pensé en estar fuera ya, en la libertad de salir de allí, necesitaba salir de allí; un aire frio me recorrió el cuerpo, abrí los ojos… Estaba fuera, si hubiese sabido que iba a ser tan fácil…

Ya estaba fuera, empecé a andar. Quedaban dos horas para que los londinenses se pusieran en pie, así que empecé a andar. Solo pensaba en alejarme de allí, no tenía rumbo fijo.


Vi el metro y me metí en el primero que pasó, me dolía gastar el dinero desde el principio pero si quería alejarme de allí no había nada más rápido (y económico). En una hora llegó a su última parada que resultó ser el London eye. No me subí, me senté al borde del rio y desayuné. No estaba bueno, pero era algo.

-¿Me acompañas Lai?

Me asusté, aunque sabía quién era, pegué un brinco y oí su risa a mi espalda.

-¿A dónde?

-¿Confías en mi?

-confiaba en ti antes de que te fueras sin darme ninguna explicación-no quería que notara la decepción en mi voz, pero no pude evitarlo.

-supongo que tengo que contarte muchas cosas pero… No quiero que sea aquí… acompáñame, por favor-sonaba arrepentido y suplicante-además, si hubiera vuelto no estarías aquí

-o sí, pero por otras razones, quizás porque me harté de ti, o porque…

.Laia, por favor…

Me levanté despacio y me di la vuelta. Jonathan me cogió de la mano y tiró de mí. Me llevo hasta el London Eye y no hablo hasta que estuvimos a media altura, lo que se hizo eterno.

-Bueno, supongo que mejor empezar. Laia, no he recuperado la memoria, pero sé quién soy y todo eso. Es lo que pasa cuando lees la mente de la gente.

-Y ¿desde cuándo lo sabes?

-No te enfades ¿vale?- le mire con cara de pocos amigos y asentí para que siguiera- Lo sé desde que fui a ver al Dr. John.

-¿Y quién eres?

-¿Quién soy Laia?, que pregunta más filosófica