domingo, 30 de mayo de 2010

capitulo 3

Al despertarme al día siguiente las dudas seguían rondando por mi cabeza, creo que entre la morfina y la tarta de chocolate habían hecho una extraña mezcla que provocó el sueño más raro de mi vida y, aun así, no era nada comparado con el día que me esperaba. Para empezar, al abrir los ojos y darme la vuelta, Jonathan ya no estaba.


Posiblemente me preocupe demasiado pronto, porque salió del baño antes de que pudiera levantarme.

-Buenos días Bella Durmiente, son las 11 ya, ¿siempre duermes tanto?

Las 11. A decir verdad, desde que llegué al hospital he pasado más horas durmiendo que despierta.

-no es eso, es que tu duermes poco… ¿Han traído el desayuno?

-Claro Laia, no te iban a esperar toda la vida. Pero tu tranquila, que en una hora ya traen la comida.

Estaba de buen humor, se le notaba en la mirada. Se ve que Jonathan es de esas personas capaces de hacerte sentir lo que ellos solo con mirarte, o igual yo estaba extrañamente empática.

-Pero, ¿Cómo es eso? En España se come a las dos como muy pronto

-si estuviéramos en España eso significaría algo, pero en Inglaterra se come a las 12.

¿Qué? ¿Cómo que en Inglaterra? Al principio pensé que era otra de sus bromas, no lo entendía.-No pongas esa cara Laia, parece qué hayas sido tu la que perdió la memoria- cada vez me sentía peor-¿Laia?- Lo último que recordaba paso en España-¿Laia?- yo vivía en Barcelona-¡LAIA!

Su grito me despertó de mis ensoñaciones, si ya tenía la cabeza llena de dudas lo que me dijo me mató. Quería decirle lo que pensaba, quería contarle mis dudas pero antes de que pudiera abrir la boca una enfermera entró para llevarse a Jonathan. No podía dejarme así, tenía que decir algo.

-Jonathan!- Estaba ya por la puerta, se giró y me quedé en blanco, como si mis dudas hubieran desaparecido con una mirada-Suerte…- ¡Oh si! Para terminarla de cagar solo le deseé surte ¿Podía ser más patético? Era como si cada vez que abría la boca me las arreglara para parecer más y más idiota.

Con todo, se lo tomó bien. “a ti también, espero que recuerdes donde vives. En Londres siempre llueve pero no esta tan mal”. Casi prefería que no se riera de mí, pero por supuesto no se lo dije.

Volví a meterme en mis pensamientos. Todo era confuso y frustrante. No entendía nada y, sin embargo, entendía todo. Y con todo me refiero a lo referente al idioma, parecía todo una realidad paralela donde mi ingles era perfecto, no era malo antes, pero de ahí a entenderlo todo…

Se abrió la puerta y entró la doctora. Quería decirle lo que pasaba pero, por alguna razón, no confiaba demasiado en ella.


-Laia, tienes que ir al psicólogo.

Asentí, fui sin rechistar. Quería ver qué clase de gente había allí. Cuando llegamos al despacho del psicólogo me dejó en la puerta, como si temiera entrar. Digamos que su comportamiento me asustó un poco. Entré a cámara lenta esperando ver un monstruo o algo peor detrás de la puerta.

Pero no, era el psicólogo típico de película. Chaleco de lana, pantalones de pana, las gafas en la punta de la nariz y una edad considerable. Al entrar me miró de arriba abajo, sentía cómo analizaba cada centímetro de mi ser y entonces, para mi sorpresa, me preguntó:

-Bueno ¿qué? ¿Qué haces aquí?

¿Cómo? ¿Qué clase de psicólogo dice eso? “tu sabrás que hago aquí” pensé yo.

-Me han obligado a venir, pero yo me quiero ir a casa. ¿Me puedo ir?

Presentía que sabía todo, sentía que tenía la respuesta a todo lo que me rondaba por la cabeza.

-no- no me salía mentir. Mentir es una palabra fea, prefiero callar, y si callas dices más que si hablas.

-Claro que no, tu casa esta más lejos ¿y qué haces aquí?

Me tocaba las narices tanta pregunta. Lo que me fastidia de los psicólogos es que dan más preguntas que respuestas. ¿Por qué no iba al grano? Da igual, para eso ya estaba yo.

-Bueno, ¿me lo va a decir o va a seguir dando rodeos? ¿Qué hago aquí?

jueves, 27 de mayo de 2010

Capitulo 2

La voz del chico me despertó. No sabía qué hora era, pero era de noche. Olía, pero no olía a gente enferma, olía a comida, pasta.


-Se durmió a las tres, seguro que se despierta… ¿Y si tiene hambre?

-Vale, yo te dejo la comida aquí… si no se despierta ya me la llevaré cuando recoja la tuya- parecía que había insistido mucho porque se le notaba irritado y cansado de discutir.

-Estoy despierta-decidí interrumpir- y sí, tengo hambre.

El hombre que trajo la comida me la dejo y se marchó. En efecto, era pasta, macarrones para ser más exactos.

-¿estás mejor?

-Si…-respondí-lo siento… es que me puse nerviosa.

-Tranquila, no pasa nada

-oye, has conseguido acordarte de tu nombre?

-nop, por?

-porque he pensado que tienes cara de llamarte Jonathan.

-Mmm… me gusta ese nombre y tú eres…

-Laia, no te lo había dicho?

-no… me gustan tus ojos… son muy negros.

Me sonrojé, solo mi madre me decía cosas bonitas, mi madre… no quería recordarla, era muy difícil.

-me gustaría ser como tú-le dije son pensar-olvidar todo y empezar a vivir otra vez.

-no…-respondió con voz suave y melancólica-no es así, yo no sé si tengo familia, no se mi nombre, mi edad, ni cuando es mi cumpleaños.

No había escuchado nunca a nadie tan sincero y tan triste. De repente me odié a mi misma por haber dicho lo que dije, sentí que quería que el mundo me comiera…

Llamaron a la puerta y entró la doctora, yo pensé que a las diez de la noche ya no hacían chequeos, y estaba en lo cierto. Sin decir nada sacó una tarta de nata y chocolate, que tenía una pinta estupenda, y se puso a cantarme el feliz cumpleaños.

Supongo que paró por la cara de “¿qué haces?” que teníamos el nuevo Jonathan y , no se le pudo ocurrir peor momento para recordarme que aún era 20 de Septiembre.

-Madre mía chicos!-dijo ella totalmente ajena a lo que había hecho- parece que hayáis visto un fantasma.

-Es que…-no sabía que decir, era una situación muy incómoda- es que me has sorprendido.

-Si-Jonathan abrió la boca-yo no sabía que era tu cumpleaños, lo llego a saber y te habría comprado algo


No entendía nada, ¿Cómo se podía pasar de la melancolía más grande a ese sentido del humor?

-Ya… -supongo que la mujer no nos creía a ninguno de los dos- Bueno, quien quiere?

Ambos comimos tarta, era muy raro, comiendo tarta… no, celebrando un cumpleaños en el hospital. Miré hacia la ventana y me quedé por un momento sin respiración. Ahí estaban mi reflejo, la doctora… pero Jonathan… no estaba.

Creí que estaba muy cansada así que. Por el momento, lo ignoré. Había sido un día muy largo… no quería pensar. La doctora se fue y la habitación volvió a quedar en silencio. Me levanté para ir al baño. Realmente no quería hacer nada pero ese silencio me mataba.

Me quedé allí mucho tiempo supongo… lo mire por todos los rincones, curioseé por todos los cajones, estaban vacios. Cuando salí, Jonathan dormía, no quería despertarlo así que apagué la luz de techo y encendí la de la mesilla. Me puse a mirar detenidamente, no parecía un hospital público pero, ¿Qué posibilidad había de que alguien estuviese pagando por mi? ¿Y por Jonathan? Si no sabía quién es, era imposible que alguien estuviese pagando por él. De pronto me entraron ganas de llamar a la doctora, ella tenía que saber qué pasaba. Me resistí a la tentación, me recordé que no quería despertar a Jonathan.

Aun así abrió los ojos. No me miró , no dijo nada, simplemente estaba callado mirando al techo. Yo realmente me asusté, no sabía que le pasaba y no estaba segura de que fuera a contármelo, quería intentarlo, quería saber si estaba bien, pero no podía, yo no era como él, no sabía decir siempre la palabra indicada, y lo siguiente que recuerdo, es que me dormí.

domingo, 23 de mayo de 2010

capitulo 1

De repente abrí los ojos, no sabía dónde estaba. Y ese olor… Se abrió una puerta, ¿era una doctora?, no podía ser un hospital.

-¡Te has despertado! Eso es bueno porque por la herida… podrías haber muerto

Mierda, una sola imagen cruzó mi cabeza: La navaja encontrando mi brazo, medio segundo de duda y ya está ¿por qué seguía viva?

-¿Puedes decirme tu nombre?
-Mmm… Laia, me llamo Laia.
-Que nombre más bonito ¿Sabes por qué estás aquí?
-Si

Claro que sabía la respuesta, era idiota pero no tanto, realmente, hubiera preferido estar en una morgue o algo parecido…

-¿Puedo saber por qué has hecho eso?

Negué con la cabeza, no quería hablar, quería saber qué día era, quién me había llevado hasta allí y, lo que realmente me importaba, por qué no me dejó morir.

-¿Podemos llamar a alguien? ¿Algún familiar? ¿Amigo?
-no… ¿qué día es?
-20 de septiembre, llevas días sin despertar
-20 de septiembre, ¡ja! Es mi cumpleaños… ¿me puedo ir ya?
-no, tenemos que hacerte pruebas y mirarte los puntos.

Asentí y gire la cabeza, por el momento era suficiente. Era mi primer cumpleaños sola, sin familia, sin amigos, en un hospital, yo no quería que llegara ese día, quizá por eso… No, había más razones, no termine en el hospital solo por un cumpleaños solitario.

-Laia, van a traer a alguien a la habitación, ¿vale? Si necesitas algo llama a la enfermera.
No respondí, simplemente me daba igual. Traerían a alguien a quienes sus familiares o amigos darían cariño y yo estaría a su lado… sola

La mujer se fue, al rato entraron una camilla, dentro había un chico, no superaría mi edad, 18 como máximo. No me dio curiosidad hasta que despertó horas más tarde. Yo miraba la televisión, hacia zapping, él despertó y dijo:

-¿Por qué estás aquí?
-intento de suicidio-respondí sin darle importancia- y por unas estúpidas pruebas que no me dejan irme.
-curioso…

Realmente no soporto que dejen una frase en el aire, me pone histérica.

-¿qué te parece curioso exactamente?-supongo que en mi voz sonó mi irritación pero él ni se inmutó.

-has intentado matarte, has sobrevivido y ahora miras la tele como si estuvieras aquí por un constipado…-dejó la frase en el aire otra vez, pero para su suerte prosiguió- yo no podría, pienso que eres valiente y estúpida a la vez.

En ese momento casi me caigo de la cama, ¿a qué vienen esas confianzas?

-oye, ¿quién te crees que eres?
- me llamo… Lo siento, no lo recuerdo- frente mi alteración el sonaba muy tranquilo, como si fuera normal no saber quién era.
-¿por qué estás aquí?
-no lo sé, simplemente desperté aquí.
-¡¿y antes de preguntar quién eres decidiste preguntarme qué hago aquí?!- mi voz era ya un grito entre sorpresa e histeria.
-Sip- y se quedó tan ancho.

Antes de volverme loca del todo decidí llamar a la enfermera, no quería que vinieran por mí así que fui a llamar desde su cama. Cuando cogí el aparato vio la venda en mi mano y abrió tanto los ojos que parecía que se le iban a salir, eran verdes, pero verdes brillantes, creo que tarde 10 segundos en reaccionar, pero fueron muy largos. Sin darme cuenta había llamado a la enfermera y apareció allí un lo que tarde en reaccionar.

-¿qué ha pasado? –Dijo ella de repente- ¿por qué has llamado?

Me di cuenta de que aun tenía el aparato en la mano y al final me prestaba toda la atención a mí. “es el, se ha despertado y no sabe quién es”, lo mejor que salió de mi boca. La enfermera no se sorprendió, salió de la habitación y volvió al rato con la doctora que tenía yo.

-hola, ¿me han dicho que no recuerdas nada?

El chico asintió con la cabeza. La doctora me miro con cara de “¿qué haces ahí?” y me preguntó si había llamado yo. Mi respuesta sonó como un montón de palabras saliendo precipitada y torpemente de la boca “sí, es que me dijo que si necesitaba algo la llamara y…”

-tranquila, no hace falta que expliques nada, me parece bien que hayas llamado, gracias- fue la primera vez que agradecí que me cortaran, cada vez sonaba peor lo que decía.

Me senté en mi camilla y mire como le hacían las pruebas. Jonathan, sí, tenía cara de Jonathan. El pelo negro contrastaba con sus ojos verdes y estaba bastante moreno, aunque no sabía si era natural o del sol. Cuando la doctora terminó las pruebas empezó a mirarme también a mí, me dijo que tendría que ver al psicólogo al día siguiente y empezó a cuestionarme sobre mi familia:

-¿tienes hermanos?
-no
- ¿y tus padres?
-tampoco- la respuesta fue cortante y decidida-mis padres murieron hace 2 meses en un accidente.
-Lo siento… ¿cuántos años tienes?
-17
-¿no deberías estar en un orfanato?
-¡¡Bueno basta!! SUFICIENTE PARA UN DIA ¿NO?

Me alteré, sí, pero esa era la razón de mi… ¿muerte? La doctora se fue, creo que entendió la indirecta. El chico me miraba, sentía su mirada en mí pero no quería que me volvieran a interrogar. El ambiente era muy tenso, y ese olor otra vez, ¿que era ese olor?

-huele a gente enferma.
-¿qué?
-nada…

Otra frase en el aire, no lo entendía, había contestado a mi pregunta pero yo no había abierto la boca, ¡no había dicho nada!
Lo deje correr, eran las 3 de la tarde pero estaba cansada e histérica… quería dormir… quería…