martes, 21 de diciembre de 2010

capitulo 2.7

Para Marina que ha sido la primera en leerlo
Feliz cumple amore...



Creo que pasé en esa bañera sólo un minuto, pero se me hizo eterno… tiendo a hacer que los momentos parezcan más largos de lo que realmente son.


Me ponía realmente nerviosa no oír nada. Jonathan ya no hablaba, de hecho, dejó la conversación a medias y ¿William? Tampoco decía nada. Llegó un momento en que mi paciencia alcanzó su límite y salí. Abrí la puerta no muy segura de lo que podía encontrar. Pero no encontré nada. No estaban ni Jonathan ni William y no se oía nada en la casa como para decir que estuvieran peleando en otra parte de la casa.

No sé por qué pero salí corriendo de mi casa y cogí el primer bus que llevaba a casa de William. Si no estaban en mi casa podrían estar allí y sino… Nada, no se me ocurría nada mejor. Bajé del autobús a 4 calles de su casa. Otra vez empezó a nevar. Realmente tenía un objetivo y quería conseguirlo. Llegué a su casa, pero no había forma posible de entrar sin llamar. Llamé al timbre, nada perdía por probar, y, a pesar de todo, Isabel abrió la puerta.

-En el sótano

Bajé las escaleras corriendo y allí estaban. Jonathan estaba inconsciente encima de una camilla y William se preparaba para… ¿Operar? Yo no pude evitarlo y me tiré encima de William con toda mi rabia contenida y la violencia que salió de partes desconocidas tirándolo al suelo Muy a mi pesar me levantó del suelo sin esfuerzo aparente y m e sentó de golpe en una silla.

-¿Quieres que se lo quite no? Pues tiene que ser rápido porque no se cuanto tiempo tengo- William empezaba asustarme ¿Tiempo? ¿Para qué? ¿Era por Jonathan o era por él?- Quédate ahí quietecita y no molestes.

Realmente no me moví. Lo vi mientras abría a Jonathan y trabajaba con él. No fue una experiencia agradable en absoluto. Jonathan sangraba, Isabel iba y venía ayudando a William y éste no sacaba las manos de Jonathan por mucho que sangrara. Pasó una hora, esta vez de reloj, hasta que William se lavó las manos y se acercó a mí.

-Ya está, creo que funcionará, pero no sé cuánto tiempo, tú si ves el reflejo de Jonathan corre. Si le da otro ataque tardará 3 días en volver, pero volverá. Quedaros en Barcelona 2 semanas más o así por si acaso le vuelve a dar, aunque no debería.

-Pero William…- Yo aún estaba arrinconada en la silla tal y como él me había dejado, muerta de miedo además- Antes no, ahora sí… No lo entiendo, ¿Qué te pasa? ¿Tienes doble personalidad o algo?

-No exactamente, ahora Isabel os llevará a tu casa, no salgáis en, al menos, dos semanas.

-Pero…

-¡Nada de peros Laia, salid de aquí que no queda tiempo!

-¿Y cómo voy a reconocer al William que me ayudará?

-Eso, Laia, no lo sabemos ni tú ni yo…

Diciendo esto abrió una puerta y se fue por ella. Isabel apareció por las escaleras con un hombre, aunque más que un hombre era un gorila. El hombre cogió a Jonathan y empezó a subir. Isabel y yo les seguimos. Al subir al coche me asaltaron las dudas. ¿Qué significaba “no exactamente”? No entendía qué le pasaba y, por lo que parecía, él tampoco.


-Isabel…

Ella levantó la vista de su Ipad y me miró como si que yo le hablara no entrara en sus planes.

-¿De qué conoces a William?

-Pueees… Es una larga historia

-Todos ponéis la misma excusa, pero a ninguno se os ocurre resumir.

-Si resumes, la historia pierde valor.

-¿Y sabes que le pasa?

Su mirada me dejó claro que no, bajó la cabeza y siguió en su Ipad dando por cerrada la conversación. Mujer de pocas palabras desde luego. Tenía que ser una historia muy bonita para que le dejara mangonearla de esa manera, pero algo me decía que nunca llegaría a saberla.

Llegamos a casa y dejaron a Jonathan en la cama de mis padres. Era increíble volver a verlo así, tan vulnerable, tan indefenso… Entonces caí en la cuenta de que no tenía ni la menos idea de cómo tenía que cuidar a Jonathan. Pensé en llamar a William pero algo me decía que mejor no hacerlo. Decidí esperar y ver cómo se desarrollaban los hechos. No era normal que yo tuviera que hacerme responsable de Jonathan, normalmente él cuidaba de mí, no al revés.

Mientras lo miraba dormir recordé la primera vez que abrió los ojos y hablamos. Un tipo de lo más raro, pero después… cambió, no sé.

"-¿Por qué estás aquí?


-intento de suicidio y por unas estúpidas pruebas que no me dejan irme.


-curioso…


-¿qué te parece curioso exactamente?


-has intentado matarte, has sobrevivido y ahora miras la tele como si estuvieras aquí por un constipado… yo no podría, pienso que eres valiente y estúpida a la vez.


-oye, ¿quién te crees que eres?


- me llamo… Lo siento, no lo recuerdo


-¿por qué estás aquí?


-no lo sé, simplemente desperté aquí."
Me entró la risa al recordarlo. Menuda situación más estúpida. Si alguien nos hubiera visto… Yo de los nervios y el tan tranquilo… Solté la carcajada sin más y, sin querer, lo desperté.

-¿Lai? ¿Qué ha pasado?

-No es el momento Jonathan, ¿Estás bien?

-Me siento raro, pero sí.

-Bien, pues sigue durmiendo, me voy a la cama de mi hermana…

-¡Laia!- Me giré extrañada, no solía llamarme así- quédate conmigo…

Me acosté a su lado, me sentía más tranquila con él. Respiraba lentamente. No pude evitarlo y apoyé la cabeza en su pecho para sentirlo respirar. Subiendo y bajando al ritmo de su respiración me quedé dormida.

Me despertó la luz que se metía por los huecos de la persiana, no podía volver a dormir así que puse la tele con el volumen muy bajito y me puse a hacer zapping, él despertó y dijo:

-¿Por qué estás aquí?



sábado, 18 de diciembre de 2010

Capitulo 2.6

-Lai… Es que, con respecto a eso… Tenemos un problema…


Claro que sí, ese era Jonathan. No diría nada sin dar rodeos. Este era un gran defecto, uno de los poquísimos que tenía.

-Sorpréndeme

-Bueno, es que… no me acuerdo

-¿De que no te acurdas? ¿Del problema?

-No, no. Ese es el problema… Es que no me acuerdo de nada desde que…

-¿Desde que…?

-Pues, más o menos… lo último que recuerdo es… cuando estábamos en el aeropuerto. Cuando te…

-Venga Jonathan, puedes acabar la frase. ¿Cuando me atacaste?

-Bueno, -sonaba ofendido- yo le hubiera llamado besarte, pero si te sentiste atacada… aunque creo que tú no opusiste resis…

-Espera, espera, espera, -Le corté. No lo entendía. Si eso era lo último que recordaba, ¿Por qué estaba en mi casa? ¿Qué hacia ahí antes que yo?- ¿No te acuerdas de lo que pasó después del beso?

-Mmm… no… ¿Qué pasó? Laia, ¿te pegué?- sonaba cada vez más y más nervioso- Joder Laia, ¡no me acuerdo! ¿Qué pasó?

-Esto…- ¿Cómo empezar? No se acordaba de nada- No tiene importancia…

Supongo que me delató mi maravillosa cualidad de no saber mentir. Casi sentía cómo rebuscaba en mi cerebro para ver qué había pasado, no podía bloquearlo. No podía ocultarle nada. Pero igual…

-¡Pero igual!- Me tapé los ojos con las manos como si eso fuera a evitar que estuviera en mi cabeza- Igual no es lo mejor que te lo muestre yo. Igual yo… Por lo que siento por ti… Igual lo he exagerado, no sé.

-Pero si yo te he hecho daño a ti, me interesa cómo lo hayas visto tú, no lo que otro cree que he hecho.

-No quiero. No quiero que lo veas de mi. Yo… salí de mí, lo vi todo desde fuera.

-Y si no… ¿Cómo me voy a enterar de lo que te hice?

El silencio llenó la habitación. Yo le miraba a los ojos, sus profundos ojos verdes que casi me pedían por favor que le dejara entrar en mi cabeza.

-Vale… Pero no te enfades.

-¿Con quién?


-Contigo… Por favor.

Lo volví a sentir cómo se metía en mi cabeza. Noté, también, que nunca antes me había dado cuenta cuando Jonathan me leía la mente. Miré a mi alrededor mientras él lo veía todo. Ya era de noche, la luz de la habitación estaba encendida. Miré a Jonathan y volví a quedarme a cuadros. Su reflejó, estaba en la ventana detrás de él. ¡Ahí estaba otra vez!

-Jonathan… tu reflejo…

-No sé dónde está Laia- su voz sonaba ahogada, habría llegado a la peor parte.

-Detrás de ti

Me miró con cara de interrogante y miró a la ventana. Se acercó a ella y tocó su reflejo. Yo lo veía normal, un reflejo como otro cualquiera, pero él…

-¡Laia vete!

-¿Qué?

-¡VETE!

Salí de la habitación y oí cómo Jonathan cerraba la puerta detrás de mí. Estaba asustada. Bajé al salón. Una voz en mi cabeza me gritó “Más lejos”, pero la ignoré. “Aléjate de mí”. Lo oía, pero no quería. No quería dejar a Jonathan otra vez. Vale que no me había esforzado mucho buscándole, pero realmente lo necesitaba. Dejándolo solo causaría más problemas, sobre todo para mí.

Lo mejor que se me ocurrió fue meterme en el baño. El único sitio con pestillo. No me pareció mucho mejor que huir, pero por lo menos no le dejaba. Oí un golpe cuando se abrió la puerta de la habitación.

-¡Laia! ¿Dónde estás?- no sonaba a Jonathan-Sé que estás ahí… Venga sal, que estoy bien.

Me estaba asustando cada vez más. No era él, lo sabía, pero aún así…

-Venga Laia, lo siento. Te juro que no me acordaba.

<< No es él Laia, no es él >>No podía parar de pensar eso…

Jonathan le dio tal golpe a la puerta del baño que del susto me metí en la bañera. Una reacción estúpida realmente, lo sé. Pero era algo que hacía desde pequeña.

-¡LAIA! ¡Sal de ahí! Pero que haces tú aquí Willi…

Dejé de oír a Jonathan. Algo iba peor que mal. ¿Willi? ¿William? ¿Qué hacia William en mi casa? ¿Cómo había entrado?

martes, 7 de diciembre de 2010

capitulo 2.5

-¿Por qué lloro?- estaba a punto de meterle una torta. La alegría de verle estaba dejando de cegarme y recordé el tiempo que pasé preocupada, todo lo que hice, y solo por él- vives en un frasco de mayonesa Jonathan.


-¡Eeeh! ¡El borde soy yo! ¿Qué pasa Laia, España es tu territorio?

-Jonathan, en mi periodo en Barcelona, me he dado cuenta de que, en realidad, eres un cielo.

-¿Me vas a dejar entrar o me vas a tener en la puerta hasta que muera congelado?

-Debería dejarte ahí e irme a mi habitación vacía y olvidarte.

-¿de verdad quieres olvidarme?

No podía soportarlo, su cara me podía. Ver sus ojos verdes, su pelo, volver a oírle como si no hubiera pasado nada… como si no hubiera pasado nada… ¿nada? Le dejé entrar, le dejé campar a sus anchas. Yo me fui a la habitación de mis padres y me tumbé en la cama. Pasaron 10 minutos hasta que Jonathan me encontrara, y eso que mi casa no era muy grande…

-¿de verdad quieres olvidarme?

-no… ¿y tú a mi?

-sería imposible.

-Entonces… ¿no tienes nada que contarme?

-Tienes razón- Le miré expectante esperando su respuesta- Mientras no estabas… me lié con alguien.

-¿Qué?- no era lo que me esperaba

-Jo Laia que inocente eras… si quisiera contarte algo, te lo contaría.

Se acercó y se sentó al otro lado de la cama.

-Te odio Jonathan- Me levanté dispuesta a salir de la habitación pero me paré en seco al oír su voz.

-si me odiaras… Ya no estaría aquí, y lo sabes… en muchos sentidos. No estaría en Barcelona, definitivamente, pero creo que tampoco me hubiera despertado del hospital. Y aunque lo hubiera hecho… no sería yo Laia. No me digas que me odias si no lo sientes, porque no sabes que podría pasar si lo hicieras.

-entonces… deja de mentirme, de ocultarme cosas… me da igual si es por mi bien o no, porque puedes leerme la mente, pero parece mentira que sepas lo que siento, porque si lo supieras dejarías de “protegerme”. Confía en mi Jonathan, por favor…

Se levantó y vino a abrazarme, intente separarme de él pero siempre fue más fuerte que yo.

-Deberías dejar de abrazarme cada vez que la jodes, algún día dejará de funcionarte.

-¿cómo hoy?-me fue soltando poco a poco


-exacto

Salí de la habitación dispuesta a llamar a William para decirle que Jonathan estaba aquí. Pero no me hizo falta llamarle. Ya llamó él a la puerta por mí.

-Oye, me he dejado aquí el móvil

-Jonathan está aquí.

- ¿En serio? ¿Y por qué no me has llamado?

-Touché ¿Dónde está?

Le llevé a la habitación pero Jonathan ya no estaba allí. William pensó más rápido que yo, salió de la habitación y yo le seguí.

-Aquí está tu móvil

-Gracias

-Ya puedes irte

-¿Seguro? Deberías haber visto todo lo que Laia ha hecho por ti mientras estabas “desaparecido”- Jonathan me miró por una fracción de segundo y volvió a centrarse en William- Se ha rebajado mucho para que yo trabaje… ¿no es propio de ella verdad?

-¡¡Un momento!! ¿Qué sabes tú de mí?

-Ay Laia, Laia, ¡Qué inocente eres!

-Y ya van dos

-Yo sé lo que quiero saber

-¡Pero! No sabias nada de Jonathan

-¡Claro que lo sabia! Le puse el chip ¿te acuerdas? Lo único que aún no tengo claro es lo de la sombra. Pero sé lo que quiero, igual que sabía que Jonathan volvería igual que sabia donde estaba escondido.

-dónde…

-Ha estado aquí siempre Laia, estuvo viviendo en tu casa

-¿Cómo podías saber eso?

-Por la nevera…- Jonathan lo dijo casi sin pensar, estaba ausente- Te invito a irte

-Pero Jonathan!

-Sí Jonathan, ¿Por qué iba a irme? ¿Quién te va a quitar el chip?

-Vete.

Yo ya no sabía que decir, esta situación me sobrepasaba, no podía seguir escuchándolos. Sabía que William era un borde pero que fuera el malo de la película… ¿Sabría Dani lo de William? No había hablado con él desde lo del aeropuerto, empecé a sentirme mareada y los gritos alardeando de William no me ayudaban. Lo siguiente que recuerdo es despertar en la habitación de mis padres.

-¿estás bien Lai?

-¿Dónde está William?

-Cuando las cosas van mal el muy… cerdo, se pira

La habitación se quedó en silencio un rato demasiado largo para mi gusto, por fin Jonathan dijo algo…

-Lai, ¿Qué tuviste que hacer para que él trabajara?

-Nada- Me extrañó la pregunta, no sabía a qué se refería- ¿Por?

-Por lo que dijo…

-¡Ah! Solo fue porque dejé que fuera borde conmigo sin responderle… ¿Qué pensabas que era?

- No, nada…

-Jonathan… ¿por qué no viniste a buscarme si estabas aquí?

-Eso, Laia, es una larga historia…

-Pues empieza, tengo tiempo…